Se va a poner negro... El cielo anunciaba lluvia camino de El Sadar, con un color gris oscuro que presagia ese tipo de tormentas extraordinarias. El miedo escénico se intensificó cuando, con un estadio abarrotado, se hizo de noche para recibir a los protagonistas del duelo al son de Thunderstruck, de ACDC. Lo normal en una atmósfera tan inhóspita es asustarse y encogerse. Es lógico. Salvo si eres el líder de Primera en la jornada 13 y has superado el primer tercio de la competición. La Real era plenamente consciente del infierno que le aguardaba en la casa rojilla. Ante un anfitrión incómodo y pegajoso, de esos que muerden en todas las acciones y que se toma los duelos individuales como si la guerra dependiera de esas pequeñas batallas. Pero también sabía que si aguantaba en los malos momentos, tarde o temprano iba a llegar su oportunidad, en la que podía decantar la contienda gracias a la mayor calidad de sus jugadores. Y así fue.

Es tan justo reconocer que Osasuna completó una buena actuación y que desconectó a los blanquiazules, como también hay que destacar que en esos momentos no fue capaz de generar ninguna ocasión de peligro real gracias al trabajo defensivo de la escuadra realista en bloque bajo (solo una en un rebote de Brasanac). Con dos centrales inconmensurables, que no conceden ni un centímetro a sus rivales.

Fue, una vez más, en la seguridad y la fiabilidad defensiva de los blanquiazules donde se fraguó una nueva victoria de los donostiarras que les permite gobernar el campeonato con mano de hierro. En cuanto le cedieron un metro, sus futbolistas más talentosos se encontraron y marcaron las diferencias. Otros tres puntos más. Cuando más se espera que tropiece, vuelve a resurgir para confirmar que su proyecto va muy en serio y que no renuncia a nada. A nada. Merino, culminando una combinación coral sublime, y Januzaj, de penalti que provocó él tras una jugada individual marca de la casa, le permitieron asaltar uno de los campos más difíciles de la Liga.

Imanol enseñó las garras en la previa para reivindicar la temporada que está logrando su equipo. Está claro que no le gustaron las interpretaciones que se hicieron del empate ante el Sturm Graz en el, denominado por él mismo, como "el mejor partido de la temporada". El oriotarra hizo cinco cambios respecto al jueves, con las entradas de Zaldua, Aritz, Rico, Barrenetxea e Isak. Un movimiento previsible si tenemos en cuenta que, un domingo más, se iba a enfrentar a un rival con mucho menos desgaste. Todas las novedades entraban dentro de la normalidad y lo previsto dada el cansancio acumulado a estas alturas de la campaña, una vez superado el primer tercio de la misma en una situación privilegiada. En juego la fiabilidad y la racha de imbatibilidad de los blanquiazules, que acumulaban ya quince jornadas sin doblar la rodilla entre la Liga y la competición europea. Un registro digno de valorar y de destacar, como bien ensalzó el propio Imanol el sábado en Zubieta. En el otro bando, Jagoba Arrasate no dudó en forzar a Herrera para que regresara al once en la portería.

Quien más o quien menos tenía en mente el maravilloso 3-4 de hace dos temporadas, pero la realidad de este tipo de enfrentamientos, más aún en el momento en el que se encuentran ambos equipos, es que prevalezca la igualdad y que deparen duelos con muy pocas ocasiones. Equilibrados, con mucha energía en las luchas y con escasas concesiones a su contrincante. Por eso encajan tantos goles y por eso pierden tan pocos partidos. Había cogido mucha fama la racha de Osasuna a domicilio, donde no ha perdido ningún encuentro, pero en casa acumulaba ya cinco partidos sin dejar su casillero a cero.

Aviso inicial

A los dos minutos, David Silva, tras una bonita internada en el área sorteando a quien saliera a su paso, no finalizó bien, en una suerte en la que está fallando desde que ha recalado en la Real. ¿O es que no anotaba en el City para marcar muchas veces las diferencias? A partir de ahí comenzó una partida de ajedrez entre dos entrenadores que se conocen mucho y bien. Arrasate dispuso de un 4-4-2, con el que trató de sembrar de minas el terreno de Zubimendi para evitar que se hiciera con las riendas del encuentro. Los locales presionaban y robaban en posiciones adelantadas, lo que impedía a los blanquiazules realizar su juego y tener un mínimo de profundidad. Con Isak completamente desconectado del juego. La siguiente aproximación reseñable fue un lejano disparo de David García que se marchó desviado.

Merino, al que le costó mucho entrar en el choque, no aprovechó un rechace que acabó desviado a un córner y, tras unos buenos minutos rojillos, sin ocasiones y con un doble piscinazo de sus delanteros en la misma jugada dentro del área, Barrenetxea por fin hizo algo de daño por la banda izquierda. En una jugada individual, acabó rematando en un chut que salvó David García; y un centro suyo en el descuento no fue aprovechado por Merino, que llegó tarde y se hizo daño en la rodilla al impactar con la pierna de su rival. Al descanso, 0-0, y las espadas en alto en un partido en el que quien se adelantara tenía mucho camino recorrido hacia el éxito.

En la reanudación, Isak no tardó en amenazar en su única gran aparición, que culminó con un disparo alto. Pero lo cierto es que el tema iba adquiriendo muy mala pinta, con un Osasuna competitivo y mandón que impedía a los realistas plasmar su teórica superioridad con el balón. Por mucho que fuese mejor durante muchos minutos, no logró apenas encontrar resquicios en la zaga de granito txuri-urdin. A destacar un balón suelto que se encontró en el área Brasanac y que detuvo Remiro. Januzaj con un disparo alto anunció el cambio de signo del encuentro y, a falta de veinte minutos para el final, Merino, con un poco de fortuna, culminó la mejor jugada del duelo en una acción magnífica de todo el frente de ataque realista. Ya con el navarro gobernando el encuentro, Januzaj frotó la lámpara para provocar un penalti en una internada que solo puede firmar un futbolista de categoría especial. El belga no perdonó desde los once metros y ahí se cerró el marcador, que pudo variar Portu desde cerca antes del segundo tanto y Chimy en el descuento en un disparo lejano que desvió Remiro.

Otra más. Suma y sigue. Cuando el madridismo se frotaba las manos pensando en que su equipo ya es líder, la Real vuelve a aparecer con una personalidad y un carácter de campeón. Este equipo hace tiempo que ha dejado de postularse como conjunto revelación de la Liga; sus miras ya están más arriba. No renuncia a nada y sueña en grande. Sus victorias están marcadas por el mismo patrón, el de un conjunto que tiene las ideas muy claras, que lleva la firma del mejor entrenador del campeonato y que nadie sabe muy bien cuál puede ser su límite el día que recupere a todos sus efectivos. Una Real de ensueño que sigue sin toparse con un contrincante que demuestre ser superior en un combate cuerpo a cuerpo. Es una bestia parda, se atreve y puede con todo. No afloja nunca. Que pase el siguiente...