Algunos dicen que los derbis han perdido mucho. Sobre todo en el lado del Athletic. Quizá su concepto de derbi eran choques de máxima rivalidad en el que siempre ganaban. Desde que la Real le planta cara y obtiene mejores resultados directos duelos directos ante el eterno rival hasta el punto de ganarles una final de Copa, la cosa no tiene tanta gracia. Ya no es lo que era, claro, claro…

Los derbis vascos siempre serán muy especiales para los ex de los equipos que por las causas que sea acabaron cruzando la A-8 para cambiar camiseta. Son los casos de Remiro y de Iñigo Martínez. En Bilbao se jactaban de que Remiro nunca recibiría un trato parecido al sufre el central cada vez que regresa a Anoeta, pero en la primera oportunidad que han tenido, porque era la primera vez que le tenían enfrente con la txuri-urdin con presencia de aficionados en la grada, el trato y la persecución fueron iguales de despectivas. Lo más repetido mientras salían del estadio con la misma alegría de si hubiesen ganado un título era “Qué malo eres, Remiro qué malo eres”. O el más irónico y sangrante, “Remiro es del Athletic, Remiro es del Athletic”. Esto no significa que Iñigo fue acogido con la misma hostilidad que siempre, algo que se acrecentó en el momento en el que fue expulsado y enfiló el camino de los vestuarios.

Como es lógico, no son partidos sencillos para ninguno de los dos lo que provoca que jueguen mucho más presionados y se encuentren más expuesto al error. Los dos tuvieron un protagonismo directo y una responsabilidad en los dos goles de ambos equipos. Iñigo estaba protagonizando un gran partido, al anular por completo a Sorloth al que no dejaba ni respirar. En el minuto 55, Januzaj sirvió un balón al área, el noruego bajó la pelota como pudo y, tras un flojo despeje del de Ondarroa, Merino le robó la cartera y provocó que le derribara cuando estaba preparado para marcar. Otro penalti más contra la Real, ya que no se puede olvidar que el de la final de Copa en la que, bien es cierto, aunque a muchos realzales les divierte decir que llegó en un fallo suyo, el auténtico error fue de Yeray que no atinó con un pase robado por Merino. Por si fuera poco, en el minuto 84, el de Ondarroa vio la segunda amarilla (la primera fue en el penalti), tras un encontronazo con Isak al que acabó dando un manotazo.

El caso de Remiro no fue demasiado distinto. El portero, que recuperaba la titularidad tras una actuación majestuosa de Ryan en Vigo, se mostró nervioso desde el primer momento. Nada más comenzar el encuentro se precipitó en una salida, pero Aritz solventó el error que había cometido con una salvada terrible a los pies de Williams. Después estuvo bastante mejor, con buenas paradas y otra gran salida también a los pies de la pantera rojiblanca en la que acabó chocándose con Aritz. En la segunda parte hizo una buena parada a Raúl García y salvó el empate en una felina estirada a remate de Belenguer, en una acción en la que quizá podía haber salido antes. La acción clave llegó en el 91, cuando decidió mal al lanzarse hacia adelante para tratar de detener una falta con veneno de Munian en lugar de centrarse en despejar la pelota que acabó colándose en las mallas tras rebotar en el larguero.

Marcelino trató de aprovechar el efecto contrario de los ex al hacer debutar a Petxarromán en Anoeta, pero no le funcionó. Aunque no olvidará la noche de ayer, el lasarteoriatarra no influyo en el transcurso del encuentro. Ni para bien ni para mal. Otra cosa muy distinta fue lo sucedido con Remiro e Iñigo Martínez, que muy a su pesar, acabaron siendo los protagonistas negativos para sus respectivos equipos.