ice la RAE que resiliencia es la “capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos”. Me hace gracia, porque cada vez que un futbolista utiliza una palabra que se sale un poco de su habitual y unidireccional guion o diccionario (ya saben, fútbol es fútbol; vamos a darlo todo por los tres puntos; ni antes éramos tan malos ni ahora tan buenos...) muchos se sorprenden. Y no pocos le analizan como si fueran un bulto sospechoso y hasta llegan a mofarse de él. Esto es lo que le ha sucedido a Álvaro Odriozola que, al margen de lo bien o mal que pueda caer (eso es a la carta), en mi opinión está haciendo unas declaraciones muy interesantes ahora que ha logrado recuperar un poco de respeto con sus últimas actuaciones en el vestuario blanco. Tras ganar en Bilbao, le comentaron que Zidane había declarado que estaba muy orgulloso de la temporada que estaba completando su equipo por todos los obstáculos que había ido superando. Su respuesta fue en la misma línea: “Yo también me siento orgulloso de todos y de cada uno de los jugadores de esta plantilla. Hay una palabra muy bonita del castellano que define nuestra temporada: resiliencia. Es lo que estamos haciendo esta temporada. Pelearemos hasta el final y esperamos tener premio”.

Imposible no apropiarse de su mensaje para calificar el curso de la Real. Los blanquiazules han dado la talla en la campaña más exigente de su historia, con cinco competiciones, y llegan a la última estación dependiendo de sí mismos para quedar incluso un puesto mejor que la liga anterior. Todo ello con la Copa descansando en sus vitrinas de Anoeta. Pocas veces en la historia se ha dado un ejemplo de una Real tan resiliente, que ha soportado todo tipo de tempestades confiando en que, tras ganar una nueva final, llegue por fin la paz y el descanso del triunfador guerrero. No se me ocurre otro club con mejor salud que el txuri-urdin. No solo por su ilusionante campaña, sino porque hay pocas cosas mejores y más estables en una institución que se produzca un consenso tan extendido de que el entrenador, que empata con creces al que defienda sentir más los colores, y del que muy pocos dudan incluso cuando vienen mal dadas, sea el mejor posible para el cargo. Después de todo lo que hemos pasado, con una habitual inestabilidad en el banquillo como la del cualquier otro equipo, es una maravilla que el realista sea el menos caliente y discutido de Primera.

Hace poco participé en una tertulia resumen de la temporada con un entrenador y un periodista catalán. Y me sorprendió que, además de por supuesto Imanol, los dos querían incluir entre los mejores entrenadores del curso a Jagoba Arrasate. Lo cierto es que Osasuna tiene en su vecina Real un buen espejo en el que mirarse para, con sentido común, su extraordinaria cantera y buenos fichajes, dar un salto cualitativo en la clasificación. El primer paso lo logró con la confianza ciega que demostró su director deportivo Braulio cuando los rojillos deambulaban por las catacumbas de la tabla: “El barco llegará a puerto o no, pero con el mismo capitán. Si nos hundimos, nos hundimos todos. Confiamos en el cuerpo técnico a muerte, vamos todos juntos. Quedan 60 puntos. Tratar de salvar la categoría es algo que forma parte de la historia del club, lo que pasa es que venimos de dos años en los que hemos estado en Disneyland”.

Osasuna, ese equipo que al menos a mí no me debe nada y que confío y estoy seguro de que honrará la competición saliendo a por la victoria tal y como hizo la Real por ejemplo con la Copa goleando al entrañable Becerril hasta el 0-8. Cuando los tenemos enfrente, solo espero que los blanquiazules les arrollen con la mayor cantidad de tantos de diferencia, sin importarme las condiciones de cada uno. Yo al menos aprendí bien la lección hace tiempo y no quiero favores de ninguno de los 19 enemigos de Primera. Por el único que me da lástima la situación es por Jagoba, que estoy seguro que en su foro interno deseaba que la Real llegase a El Sadar con la clasificación matemática en el bolsillo.

No deja de ser curioso, por si no se habían dado cuenta, de que he rescatado las manifestaciones de dos personas, Odriozola y Braulio, que han utilizado el mundo fantástico de Disneyland para analizar distintas situaciones y momentos de sus respectivos equipos. Sin ánimo de ofender a nadie, esta vez quiero destacar que el verdadero parque de atracciones de esta temporada ha estado en Zubieta. Aunque haya estado cerrado a cal y canto. Pocos clubes han generado tantas alegrías como esta Real que puede sellar hoy vuelta a la Europa League, es campeona 34 años después, su filial aspira a ascender esta misma tarde a Segunda A y el C también ha subido de categoría. Si encima amas los colores, creo que ni una isla paradisíaca me produciría más bienestar que si se acaban cumpliendo todos los ambiciosos y exigentes frentes abiertos.

Sin duda la mejor carta de presentación para convencer a cualquier fichaje o que se queden sus mayores figuras y aceptar el reto de mejorar aún más este proyecto el curso que viene. Prigioni, el exbase del Baskonia, contaba una divertida anécdota en la que explicaba que los Knicks le trataron de seducir para que aceptara firmar con una estancia de tres días en un hotel enfrente de Central Park, con entradas para la ópera y toda una visita guiada a lo mejor de Nueva York. La Real podría y debería hacer lo mismo, con su marco incomparable, la calidad de vida y con un equipo plagado de canteranos que sueñan con defender su camiseta antes que con ser futbolistas. Al estilo del medio Enzo Pérez, el héroe de la semana que jugó de portero en la Libertadores por la plaga de covid y que declaró tras su triunfo que “se dieron cosas con el tiempo, se ganaron cosas, pero no vine a buscar ser ídolo, solo vine a ponerme la camiseta de River”. Como cualquier jugador de Zubieta. El día que volvamos a Anoeta, aparten a Mickey Mouse y el Pato Donald, y súbanse a la extraordinaria montaña rusa. Bienvenidos a Disneyland, donde las emociones fuertes están garantizadas. Comenzará una nueva vida para todos. Para mí también. ¡A por ellos!