Se veía venir. Un desastre evitable. No se puede entender, porque el partido estaba completamente controlado y fueron los errores de los realistas los que concedieron dos balas de regalo a un Huesca agotado y sin recursos. Dos faltas más que prescindibles para eludir la única posibilidad que tenían los locales a esas alturas, a partir del minuto 75, para ganar el encuentro. La primera de Aritz, que los oscenses convirtieron en una jugada de estrategia que les salió fatal. Y la segunda, en una mano imperdonable de Zaldua. Sandro la puso cerrada, Aritz la peinó con Rafa Mir en un fuera de juego que, por supuesto, Mateu ni analizó, y un gol que dejó sin botín a los realistas. Era evidente que el empate les venía bien a los blanquiazules para tratar de sellar su pase a Europa, pero cuando juegas con esa actitud y pretensión, la cosa suele acabar mal. En nada. En una merecida derrota. Da rabia porque el punto era un botín más que destacable después de lo que había acontecido y, sobre todo, porque el plan de los realistas y su técnico siempre pareció consistir en sacar la calculadora y amarrar un interesante empate para hacerlo bueno ante el Elche el próximo viernes. Este tipo de planes siempre les han salido mal a los realistas, que confirmaron que se encuentran al límite de energías y de inspiración en este final de curso.

La gran novedad en la alineación fue la entrada de Januzaj en lugar de Barrenetxea. La de Aritz por Zubeldia estaba prevista, así que la única motivación táctica en la pizarra fue la vuelta del belga, que había cuajado muy buenos minutos ante el Celta saliendo de inicio. En cambio, en Eibar, cuando salió en la segunda mitad, su rendimiento no fue el mismo porque es frío y le cuesta meterse en partidos ya calientes y avanzados. El tema del bruselino lo conocemos todos ya. O se le quiere como es, o cuesta darle oportunidades, sobre todo si se agravan sus limitaciones físicas por problemas que arrastra desde incluso antes de marcharse con su selección. Lo que no se le escapa a nadie es que su calidad es un elemento diferencial cuanto más está en juego. Ya lo decía esta semana Remiro en sus redes sociales, en sus primeros partidos estaba nervioso, algo que detectan rápido sus propios compañeros, por lo que Januzaj, con el que mantiene una gran relación, le comentó: "Dame el balón, que a mí no me quema". El que no salió de inicio, como estaba previsto, fue David Silva, ya que todavía era pronto para él y no había ninguna necesidad de arriesgar en su regreso si se tiene en cuenta lo que queda de campaña. Mejor que esté en la rampa de salida el viernes frente al Elche en un duelo que no se puede escapar. Mikel Oyarzabal volvió a ejercer del 10 que luce en su espalda, como ya hizo con éxito en Ipurua, entre otras cosas, porque no era conveniente que saliera Guridi para tener un recambio de garantías en el banquillo para la sala de máquinas.

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En el Huesca, que se jugaba la vida a tres puntos de la salvación, Pacheta, que sabe bien cómo funciona esto, se la jugó a la carta del exfracasado, al dar entrada a Sandro junto a Rafa Mir en la delantera y una defensa de cinco hombres, tal y como estaba previsto. Evidentemente, la jugada le salió redonda al final.

El partido no tardó en discurrir según el guion esperado. Lo único que pudo cambiarlo fue una jugada a los 21 segundos en la que Oyarzabal buscó en largo a Portu, este se frenó y centró para que el remate de Guevara lo detuviera con apuros Álvaro ante la presencia de Isak. A partir de ahí, el Huesca no tardó en confirmar lo que se estaba jugando, ya que la victoria le cambiaba por completo la vida. Y, como no podía ser de otra manera, fue Sandro el primero que generó peligro en un buen cabezazo que detuvo atento Remiro y en un disparo desde fuera del área que se le escapó desviado. Los oscenses presionaban muy arriba a los donostiarras, lo que les privaba de dominar con la posesión, y sin apenas jugadas reseñables, en un toma y daca continuo, Ferreiro estuvo a punto de estrenar el marcador en una acción en la que Zubimendi se tragó un pase en largo con la buena suerte de que su hermano mayor, Le Normand, acudió al rescate para desviar el chut a saque de esquina. Sin que la Real conquistara el dominio, llegó su oportunidad en un gran pase en largo de Januzaj que Isak definió con potencia para que se luciera Álvaro otra vez. Antes del descanso, la única ocasión reseñable fue una rápida combinación del Huesca que finalizó Mir con un disparo cruzado que desvió con mucho mérito un gran Remiro. 0-0 al descanso, y muchas cuestiones que replantearse, ya que la Real estaba muy lejos de su mejor versión, lo que había permitido al Huesca fortalecer sus aspiraciones de llevarse tres puntos vitales para salvarse y evitar el descenso sustentado en una presión asfixiante que habría que medir hasta cuándo podían aguantar...

En la reanudación, tras un pequeño susto de Mir en un remate de cabeza y en un lejano disparo de Maffeo, las fuerzas se equilibraron bastante, como era normal, ya que el ritmo oscense era inaguantable. La pena es que la Real no fue capaz de generar ninguna opción de peligro salvo una falta muy inocente de Isak que detuvo Álvaro. Y nada más. La entrada de Silva parecía invitar a pensar que el panorama iba a cambiar bastante, pero solo fue una sensación, puesto que el canario no llegó a filtrar ninguna asistencia decisiva. Con los locales asfixiados aceptando y protegiendo el empate como una recompensa más que interesante, los realistas cavaron su propia tumba en dos faltas incomprensibles de Aritz y de Zaldua. Esta última la puso Sandro con veneno y Elustondo la peinó despistando a Remiro, que también tenía a Mir inquietándole en un flagrante fuera de juego. Como ese tipo de jugadas no se suelen analizar cuando son en contra de la Real, el tanto subió al marcador a falta de cuatro minutos para el final. En la prolongación, Silva estuvo muy cerca de convertir las tablas, pero no llegó a rematar el centro de Zaldua.

Derrota. Dura derrota. Y eludible. La Real nunca estuvo cerca de ser el equipo que todos conocemos y que ha destacado sobremanera esta temporada. El Huesca primero le anuló con mucho mérito y esfuerzo y, cuando se quedó sin fuerzas, se encontró con un regalo incomprensible a este nivel. Aunque Imanol defendió la víspera que sus pupilos se jugaban tanto o más que sus adversarios, lo cierto es que la sensación fue que la Real dio por bueno el empate desde el inicio y, como suele suceder en este tipo de circunstancias, acabó quedándose sin nada tras superar lo peor y concediendo dos faltas que acabaron en desastre. Ahora ya no tiene margen de error. No está el tema para accidentes inesperados... A nadie le pudo sorprender tampoco que el autor del gol fuera un Sandro que no vio puerta con la txuri-urdin. Como para no doler a estas alturas...