olió recibir un gol tan cerca de la orilla. Pero el zarpazo de Vinicius no impidió a la Real alcanzar tierra firme y concluir la travesía con un valioso botín. Conviene valorar el punto como merece, porque debemos reconocer que, durante su trayecto, el equipo txuri-urdin se libró por los pelos, varias veces además, de caer en las fauces de los tiburones. El Real Madrid las tuvo de todos los colores para adelantarse. Y todos sabemos a lo que te expones en feudo blanco en desventaja y obligado a atacar. Los nuestros ya tienen un poco más lejos al Villarreal. Y solventan sumando un partido que van a perder o han perdido ya la mayoría de sus rivales directos. Buenas noticias pese al fastidio de la igualada en el minuto 88.

Jugar contra el equipo blanco esconde premio. Imanol y sus pupilos se plantaron anoche en Valdebebas plenamente conscientes de ello. No es la merengue una escuadra virtuosa a la hora de presionar a sus rivales. Y aún así lo hace de forma bastante descarada, completando un cóctel muy peligroso para sus propios intereses. La Real sabía que tras cada rival apretando arriba había un pasillo libre detrás. Sabía que tras cada segundo de menos para pensar en la salida había segundos de más para lanzar contras desde la medular. Sabía que tras un Modric saltando a por los centrales había un Zubimendi o un Guevara libre de marca para rajar en canal el entramado defensivo de Zidane. Por todo ello, los txuri-urdin se mostraron especialmente arriesgados a la hora de sacar el balón jugado. Entendían que esta vez el peligro merecía mucho la pena. Más que nunca. Y lo que vimos sobre el verde les dio la razón.

Las ocasiones claras, las que saldrán hoy en los resúmenes de la tele, fueron para el Madrid antes del descanso. A la Real, mientras, le faltó acertar en el último pase, en la última decisión, para aparecer igualmente en los telediarios de este mediodía poniendo a prueba a Courtois. Dentro de un partido bastante loco, jugado a ritmo endiablado y sin apenas contemplaciones, la escuadra blanquiazul veía en cada acción, por insignificante que pareciera, el inicio de un susceptible contragolpe. Y llegaron esas transiciones. Vaya si llegaron. Pero quedaron en poca cosa. Al menos nos marchamos al intermedio con la sensación de que, por mucho que Mariano hubiese rematado al palo y que Le Normand hubiera salvado un gol bajo palos, estábamos asistiendo a un encuentro equilibrado.

¿Por qué movió Zidane a los suyos en la segunda parte? ¿Quizás porque él también veía igualdad y trató de convertirla en superioridad blanca? Seguro que fue por esto. Otra cosa es cómo le salió la jugada. Mal. El entrenador madridista retrasó a Casemiro hasta convertirlo prácticamente en central, movimiento que agilizó las posesiones de la Real, liberó carriles interiores para que recibieran Guevara y Silva y, a la larga, facilitó la presión tras pérdida de los txuri-urdin, mucho más cómodos con el nuevo escenario. Marcaron el 0-1. Y, en los que para mí resultaron los minutos clave del encuentro, desperdiciaron ese período inmediatamente posterior al gol en el que pudieron hacer el segundo. Todavía había fuerzas para correr. Oxígeno para pensar. Precisión para acertar. Pero el nuevo tanto no llegó y el encuentro pasó a dirigirse, irremisiblemente, al habitual asedio casero del Real Madrid.

En un mundo de Blancanieves o de unicornios correteando por los bosques, el panorama habría pedido a gritos refrescar la primera línea de presión para mantener la zaga lejos de Remiro. Pero Imanol pensó, seguramente con razón, que ningún equipo en el mundo ha conseguido llevar a la práctica semejante teoría, ganando 0-1 en la casa blanca. Quiso blindar a los suyos, incluso apostando por un doble lateral Barrenetxea-Aihen en la derecha. Y resultó que el empate nació en la banda que defendían Monreal y Oyarzabal. Está claro que Sagnan se come la buena maniobra de Valverde. La duda que me genera su aventura no atiende tanto al resultado de la misma como a su sentido. En semejante contexto de repliegue y con las líneas tan juntas, ¿procedía esa ayuda del central fuera del área? La pregunta escapa de lo retórico. Su respuesta se me escapa. De verdad. Habrá que preguntarle a Imanol.