Nos hemos pasado tres días lamiéndonos las heridas por la dolorosa derrota ante el United. No son pocos los que defienden que la Real no puede competir ante gigantes europeos. Y es cierto que en las últimas horas esta corriente negacionista se ha ido propagando como la pólvora entre una parroquia txuri-urdin sumida en una depresión importante por las altas expectativas no cumplidas. Por precio, por nombre y por fama, es comprensible. Pero cuando ves jugar a Isak en un encuentro de la Liga común contra el Alavés y compruebas que lo decide sin despeinarse con un hat-trick, empiezas a dudar de nuevo.

Al sueco, que fue de los pocos que se salvó de la catástrofe europea, le sienta bien el invierno. Ya lo demostró el año pasado, cuando irrumpió con una fortaleza inusitada e inesperada para compensar el desplante de Willian José en el momento que quiso marcharse al Tottenham. Este curso, ya asentado y proclamado como el 9 del equipo, le estaba costando más, pero hasta en sus peores tardes seguía dejando detalles de jugador extraordinario capaz de decidir partidos por sí solo. Sus números no engañan. Lleva nueve goles en seis partidos, acumula ya doce en la Liga y, aparte de ver puerta con una facilidad maravillosa, hace muchas otras cosas espectaculares y se le van cayendo los detalles de calidad de los bolsillos.

Ayer, cuando peor estaba la Real, que no lograba enchufarse a un partido de esos que siempre viene mal afrontar con el cansancio y el dolor de la humillante derrota, rescató a sus compañeros al desmarcarse y definir como un auténtico goleador a pase de Merino. En la segunda parte, no tardó en convertir el 2-0 con una talentosa definición con su supuesta pierna mala; y, poco después, firmó el tercero al rematar en boca de gol un buen centro de Oyarzabal. Pim, pam, pum... Medio lesionado. Imparable. Y cambio, claro, para que pudiera descansar y para alivio de una impotente defensa babazorra que no sabía muy bien por dónde le aparecía el nórdico para machacarles. Es de esos jugadores que cambian los signos de los encuentros y que lo hace con estilo, como un elegante espadachín. Un realizador de guante blanco que podría jugar perfectamente en el United, para que nos hagamos de una vez por todas la idea de que lo que sucedió en Turín fue una hecatombe inexplicable. Porque en este capítulo también podemos incluir la recuperación de Silva y su visión periférica cada vez que recibe la pelota para encontrar el pase perfecto que casi nunca falla y el respaldo, con su impagable aportación, de Oyarzabal, el futbolista más importante de este equipo.

4-0 a un inocente Alavés que acabó pagando los platos rotos de la decepción europea después de haber desperdiciado muchos minutos en los que la Real no se enchufaba al partido. Imanol no anda acertado en sus últimas ruedas de prensa, algo que se está convirtiendo en un preocupante clásico cuando vienen mal dadas. Al menos, fue de nuevo consecuente con sus palabras y reforzó su apuesta y su confianza en los elegidos para enfrentarse al United al cambiar solamente a dos jugadores, y uno por lesión. Gorosabel recuperó su plaza en el lateral derecho y Portu sentó a Januzaj. Hizo bien, si había que rotar era el jueves en Old Trafford, donde no hay nada que hacer más que respetar el escudo que defienden. El duelo que era obligatorio sacar adelante era contra un Alavés que necesita imperiosamente puntuar para salir de la zona comprometida.

El que esperase una versión enrabietada y corajuda de la Real para ir cicatrizando heridas se equivocó de raíz. En la primera parte fue el Alavés quien más atacó y más cerca estuvo de inaugurar el marcador, algo que hubiese sido especialmente comprometedor para los locales, dada su situación. A los seis minutos Remiro sacó una buena mano en un cabezazo de Deyverson; y a los nueve, Tachi salvó la primera aparición de Isak con la cabeza tras el único centro bueno de Portu. Illarra desvió otro testarazo, en este caso de Joselu; y cuando no pasaba casi nada llegó el tanto realista en una jugada que haría especial ilusión a Imanol. Una combinación muy larga que culminó Merino con un pase sensacional que Isak alojó en las redes. Como se suele decir, lo más difícil estaba hecho, porque la Real había tenido serios problemas en la circulación de la posesión sin que demostrase en ningún momento su supuesta superioridad.

Todo lo contrario sucedió en la reanudación. Después de un susto en un cabezazo en un saque de esquina de Laguardia que detuvo un atento Remiro, arribó el segundo tanto en una buena contra txuri-urdin, casi tan eléctrica como las de su rival europeo, con pases de Monreal, Oyarzabal y Silva, quien, tras su conocida pausa, sirvió a Isak para que definiera por alto con la puntera de su pie zocato.

Sin que arrasaran ni avasallaran al Alavés, los realistas marcaron el tercero en una acción de tiralíneas entre Silva, Oyarzabal y, cómo no, Isak. No hubo que contar muchos más acercamientos antes de que Portu, otra vez asistido por Silva, lograra el cuarto con una picadita. Un tanto que necesitaba como agua de mayo un murciano que definió con destreza en lugar de precipitarse como en tantas ocasiones anteriores.

Y se acabó. La Real encontró el rival perfecto para recuperarse de una derrota que ha escocido mucho más de lo que piensan sus habituales defensores acérrimos. Lo hizo además reforzando la idea de su entrenador, que defendió que con este modelo el equipo lleva año y medio en puestos europeos. Un detalle a tener muy en cuenta y que habla muy bien del proyecto.

Pero esto no quiere decir que cuando te enfrentas a un gigante europeo no necesites cambiar de idea y de planteamiento para ser competitivo, porque, como se vio ayer, cuentas con jugadores de alto nivel, casi los mejores de tu historia, que pueden competir contra cualquiera. Hasta contra Barcelona, Madrid o Atlético. No sabríamos decir si el United está por encima.

Lo único concluyente es que salvo accidentes, porque es así como debemos calificarlos, la Real va bien. Quinta en la Liga y esperando la madre de todas las batallas. Se ha acabado la hora de las lamentaciones. Hay que mirar al futuro. Y ayer el equipo nos recordó, por si había dudas, que tiene un gran nivel, que en pocos meses se ha pasado de una zona intermedia a sentarse en la mesa de los mejores y que lo único que falta es creerse de verdad que es factible plantarle cara a cualquiera. No hay más que ver y disfrutar de la calidad de un Isak que está llamado a entrar en el Olimpo de los Dioses txuri-urdin porque cuando se inspira alcanza la excepcional categoría de delantero imparable. En un momento delicado, rescató a su equipo con un hat-trick histórico.

A la Real le costó entrar en el partido, pero cuando Isak anotó el primer tanto marcó las evidentes diferencias entre ambos equipos

El sueco aprovechó casi todas sus ocasiones para rescatar a un equipo en el que volvió a destacar la recuperación de un esperado David Silva