uando sucede una hecatombe como la del jueves en Turín, que ya ha entrado en los anales de la leyenda negra txuri-urdin, parece lógico hacer una evaluación de daños. La sacudida ha sido muy grande, de eso no cabe duda. Estamos o deberíamos estar todos de acuerdo con que a la Real le arrasó un huracán y que el rival era de tal entidad que, si las cosas no salían bien, el duelo podía acabar en tragedia. Y así fue. Era un encuentro nivel Champions, porque el United está acostumbrado a disputar esa competición, de la que cayó en la fase de grupos tras ser eliminado por un rival, el Leipzig, al que había reventado a la contra en Old Trafford con otro monumental 5-0 al haber aceptado también un arriesgado intercambio de golpes. No podemos pasar por alto que los red devils fueron apeados por un afortunado Sevilla en toda una semifinal de la pasada campaña de la Europa League y que en verano se reforzaron bien. En resumen, para cerrar el capítulo del adversario, son muy buenos. Eso saltaba a la vista desde que salió su bolita en el sorteo.

Esto como punto de partida. Lo que tenemos que hacer es centrarnos en lo nuestro. En la Real. Y hacer un ejercicio de autocrítica tenaz y sin paños calientes. Empezando por los jugadores, porque la verdad del fútbol siempre se encuentra en el verde. El entrenador es el eslabón más débil de la cadena y el más susceptible de ser despedido para que las cabezas pensantes continúen una huida hacia adelante para que parezca que han depurado responsabilidades y que han dado un golpe de autoridad en la mesa. Pero solo eso, porque no puedes echar a media plantilla ni, por supuesto, los gestores van a permitir que la basura vaya subiendo a los distintos escalones en los que se encuentran sus despachos. Que nadie se equivoque, aquí nadie se plantea poner en el punto de mira a Imanol, porque tengo muy claro que si estamos jugando encuentros de semejante enjundia es gracias a su trabajo y, por qué no decirlo en las horas bajas, al atrevido estilo que ha implantado. Y tiene razón, todos creímos que era posible ganar al gigante británico.

Yo me quiero centrar en los jugadores. Soy de los que opina que el actual plantel de la Real es el mejor de toda su historia. O el más completo. Sigo creyendo que los seis futbolistas que presentó en Turín de centro del campo hacia adelante son de primer nivel. Todos ellos internacionales y capaces de decantar por sí mismos encuentros, como ya lo han demostrado. Por todo ello, no puedo llegar a entender la desconexión que sufrieron en un día tan clave y señalado. Encogidos, imprecisos, fallando fáciles controles, sin ser capaces de asumir responsabilidades, con la cobardía del que tiene miedo a fracasar… Estaban como un flan y lo peor de todo es que no tuvieron el orgullo de sacar fuerzas y venirse arriba al menos con una reacción racial de orgullo. Ni eso. Toshack definió como nunca lo que significaba un horrible partido de los suyos con aquel inmortal “juegan los mismos cabrones del pasado fin de semana”. Pero aquí hay una diferencia clara, queremos que repitan casi todos los mismos (para gustos en algunas demarcaciones, los colores) y que, probablemente el 95% de los aficionados hubiésemos firmado el once que salió al Juventus Stadium

Insisto, los que quedaron retratados, por encima de otros actores secundarios que vivieron una pesadilla, fueron los futbolistas. Luego está Imanol, que obviamente tiene su cuota de culpa. Como defendí hace varias semanas, el técnico afronta un escenario novedoso para él, en el que tiene que tomar muchas decisiones cada tres días con mayor o menor acierto. Teniendo en cuenta los continuos contratiempos físicos, su porcentaje de tino está siendo muy elevado. Por eso el equipo es quinto en la Liga y se ha clasificado para las eliminatorias en Europa, además de dar la cara en la Supercopa y la nueva Copa en las que clavó la rodilla por el canto de un duro. Pero esta vez se equivocó. Y lo hizo de forma grave, ya que todos los que conocían mínimamente al United sabían que no debía afrontar el duelo con la defensa adelantada porque la velocidad, potencia y verticalidad de los ingleses podían causar estragos al espacio. Demostró no tener bien preparado el partido o no saber leerlo. Y fatal en la sala de prensa, porque su mensaje fue desafortunado. Ni nos sirve ni nos alivia ni nos importa que la Real hubiese mantenido sus señas de identidad. Lo que queríamos era que compitiese de verdad y estuvo a años luz de hacerlo. “Lo que teníamos claro era lo que queríamos hacer nosotros y era ser fieles a nuestro estilo tuviéramos enfrente a quien tuviéramos. Eso tiene un peaje sobre todo cuando no lo haces bien, y cuando el rival tiene las armas que tiene. Sabíamos que podíamos sufrir con ellos con espacios y a la espalda por la gente buena que tiene a nivel de pase y rapidísima porque son los mejores en eso y lo han demostrado”. Estas palabras del técnico nos retrotraen a tiempos pasados, en los que el anterior director deportivo y Eusebio se enrocaron en una idea que acabó soliviantando a su parroquia hasta el punto de que rodaron sus cabezas. Lo extraño del caso es que ellos nunca movían nada, pero Imanol sí lo ha hecho y ha defendido en bloque bajo como en San Mamés o en Miranda. Es inadmisible que el cuerpo técnico no tuviera la noción de que se trataba de una eliminatoria de 180 minutos. Que no había que jugárselo a una carta a lo kamikaze. Y no me valen los comentarios de hinchas y de periodistas que critican las críticas con el manido “somos la Real y ellos eran el United”. O “si Monreal y Silva siguiesen al nivel de la Premier no estarían aquí” (sin olvidar a los habituales y arrogantes Guardianes del Ascenso, talibanes del Santo Grial realista, que son capaces hasta de poner la cantera como excusa para justificar un descalabro). Flaco favor es hacernos de menos nosotros mismos después de pasarnos todos estos meses soñando con horizontes de grandeza. En qué quedamos, ¿vamos a por rolex o a por setas? ¿Aceptamos como éxito salvar la categoría en un curso tan movido y exigente? Por favor, con la mejor plantilla casi de nuestra historia y más de 100 millones de presupuesto...

Tampoco me olvido del inmovilismo del banquillo durante los 90 minutos. Antes del 1-0, minuto 26, cuando ya le habían cogido cuatro veces la espalda de forma flagrante a su equipo, ya me parecía un buen momento para recular la línea de atrás. El descanso, la llegada del segundo gol… Se me ocurren muchos instantes para tratar de evitar las goteras de una tubería agujereada (¿o es que no vio cómo Lopetegui cambió el signo del encuentro con sus cambios en el descanso ante el Borussia?). Lo que no encuentro tan fácil en cambio son demasiadas soluciones alternativas. Uno de los días D de la temporada se lesiona Aritz (algo que entra dentro de lo habitual) y jugaron Zubeldia y Le Normand. En el banco estaba Sagnan, que no cuenta. Y Gorosabel y Aihen, que son más carrileros que laterales. No se ha tardado en pagar la temeridad de no reforzar la zaga, con el agravante de que la lesión de Aritz en el tobillo está siendo siempre la misma y lo que sufre son recaídas. Es decir, solo tiene como centrales específicos a Le Normand y Sagnan, porque Zubeldia no lo es y se están cargando un buen mediocentro que hubiese podido brillar el mismo jueves frenando a Bruno Fernandes. Este equipo necesitaba otro defensa central, un defensa, con todo lo que ello significa. Feo, duro, con experiencia, sin contemplaciones y que a la mínima duda saque el balón del campo. Esa era la única esperanza que podía frenar el huracán del United. Y que nadie se atreva a insinuar que después de visto todo el mundo es listo, porque está todo dicho y repetido hasta la extenuación de antemano. A ver si no tenemos que lamentarnos el 3 de abril, porque ese día no habrá perdón.

Pocas horas después del varapalo, no me alivia tampoco que me digan que esto sirve para aprender. Lo único válido es pasar página cuanto antes, olvidar por completo todo lo que se hizo rematadamente mal y dar las gracias a Dios porque el resultado fuese corto para la escabechina que pudo haber sido. Y porque la Real viajará sola a Manchester, ya que la goleada hubiese destrozado la ilusión de los miles de blanquiazules que habrían hecho noche en Anoeta otra vez para lograr una entrada y estarían esperando el viaje como una de las grandes experiencias de sus vidas. Menos mal. Después de este ejercicio de desahogo, que yo personalmente necesitaba, ya no recuerdo más el partido de la pasada semana. Qué tontería, ¿cómo va a jugar la Real como local en Turín una eliminatoria de la Europa League contra el gran United? ¡Eso es imposible, hombre! Que pase el siguiente. ¡A por ellos!