uento de Navidad. Había una vez, en un territorio txikitito, un hombre muy malo de pelo blanco que trabajaba en una empresa muy poderosa y con mucho dinero y solía chantajear a los organizadores de pruebas atléticas o incluso a los clubes que no les filtraran fichajes antes de anunciarlos públicamente. "Si te sales de la rueda, luego lo vas a tener complicado para volver", les solía comentar de forma literal para amedrentarles y evitar que llegaran a acuerdos con sus competidores. Más que cuento, la pura realidad. La historia me recuerda mucho a lo sucedido con el horario de este derbi por culpa de otro malvado déspota que no admite quejas. El señor Tebas, ese hombre que entró en el fútbol español por ser el abogado de Piterman y que se ha convertido no se sabe muy bien cómo en su autoproclamado galáctico presidente, ha tenido la ingeniosa ocurrencia de fijar el duelo de San Mamés el día 31 de diciembre a las 14.00 horas. Es curioso, porque siempre se ha vendido como el adalid de la gestión y de producir el mayor beneficio posible a la explotación de la Liga en todos los ámbitos posibles. Con un pequeño detalle que por desgracia parece preocupar a muy pocos: su administración se basa única y exclusivamente en sacar huevos de su gallina de oro que es la rivalidad Real Madrid-Barcelona. Los demás no le importamos para nada. Y sus entornos aún menos.

Seguro que el señor Tebas no ha perdido ni un segundo de sus vacaciones navideñas en pensar que uno de los gremios que peor lo está pasando en los últimos meses, al haber agudizado su crisis la pandemia, son los periódicos. Sobre todo las ediciones impresas, que poco a poco se están viendo obligadas a fortalecer sus proyectos digitales y a reinventarse. Pues bien, por obra y seña del padre del abogado del Fuenlabrada (de ahí que se marchara de rositas del caso Deportivo de la Coruña), los aficionados no van a poder leer la crónica del partido en papel del derbi vasco porque el 1 de enero, al igual que el sábado santo y el 25 de diciembre, son los únicos en los que no se publican periódicos. En un momento tan duro, desde aquí, queremos darle las gracias al señor Tebas. Solo ha echado por tierra uno de los días con mayor venta del año para NOTICIAS DE GIPUZKOA en el hipotético caso de que la Real asalte el feudo bilbaino. Eso sin entrar a valorar, porque aceptamos que todo no se puede, que en muchos lugares el aperitivo de Nochevieja es sagrado, por lo que no se puede entender muy bien el plus de audiencia que pensaba generar con este derbi dentro y fuera de Euskadi.

Sirva esta introducción para recordar que cuanto mejor le va a la Real, mejor le va a la prensa que cubre su información diaria. Una sentencia que desmiente lo que a muchos les ha gustado proclamar de que a los periodistas nos interesa que haya marejada. Cómo olvidar las palabras de Michel Troin, segundo de Montanier, en la cola para subir al avión en el aeropuerto de Palma al día siguiente al 6-1 en la Copa, cuando nos comentó con una torpeza desmesurada a los enviados especiales: "Estaréis contentos, esto es bueno para vosotros". Me quedé dudando entre acordarme de todos sus muertos o dejarle en tierra de un empujón. Insisto, es un mito, cuanto mejor va la Real más contentos estamos. Como me solía decir un amigo periodista catalán que cubría la información del Barcelona y que era anticulé: "Ahora solo quiero que gane todos sus partidos, para evitar la tormenta de la semana posterior a sus derrotas".

Fin de año, época de deseos y propósitos. Como hace tiempo que me he borrado de lo segundo porque para la Tamborrada ya me suelo dar cuenta de que mi vida y mis hábitos van a seguir igual, me voy a centrar en los deseos. Obvio que el primero es que finalice esta maldita pandemia que nos ha cambiado para siempre. Yo quiero añadir otro, que acaben las injusticias. De todo tipo. Las del fútbol, lo más importante de las cosas menos importantes, también. Porque hay más responsables que fomentan la dictadura del abusón binomio. Al que se le ha visto el plumero a la primera ha sido al otro jefazo, en este caso de la Federación. Con el agravante de que, este sí, porque su íntimo rival al menos trabaja para empresas privadas, debería promover y trabajar por una mayor ecuanimidad. Con la coartada de buscar recursos para el fútbol aficionado, ha organizado una Supercopa de cuatro equipos en Arabia Saudí, donde para colmo quería presentarse como el Cid Campeador para supuestamente reivindicar los derechos de la mujer. En realidad el formato es una burda intención de que todas las finales las disputen Real Madrid y Barcelona. O como mucho el Atlético. Por eso cualquier resultado que evite el ansiado y preparado por todos epílogo será celebrado aquí. Sin olvidar que los dos equipos vascos fueron sus verdugos en la anterior edición de la Copa, otra opción es mandarles a paseo e ir con los juveniles. Que esa competición se ha jugado en chancletas en las últimas décadas y no le interesaba a casi nadie, no como cuando se estrenó y se jugó esa inolvidable eliminatoria a cara de perro entre el Madrid y la Real campeona en 1982.

Pero no se quedan ahí los agravios en vísperas del derbi. El Comité arbitral, dependiente de esa Federación que parece la TIA de Mortadelo y Filemón con Rubiales, ha querido tener su cuota de protagonismo al designar en el VAR a González González, por tercera vez en 17 partidos de la Real. Ya está bien, es una tomadura de pelo. No pienso entrar en enjuiciar a Sánchez Martínez, que será el encargado de impartir justicia en el campo, porque a veces acierta y otras se equivoca y solo le deseo que tenga suerte, pero lo del castellano leonés no tiene justificación. Es un colegiado que se ha equivocado tantas veces y de forma tan grave en contra de la Real que una de dos, o es un incompetente supino o simplemente lo hace con premeditación y alevosía (como a mí no me pueden poner cuatro partidos de sanción como hace solo con los pobres otro comité de la TIA, lo digo).

A todo esto podríamos añadir la fecha de la final de Copa. ¿A dónde quiero llegar? A que nos dejen en paz. Que no manchen nuestro derbi. Que nos dejen disfrutar de la gran fiesta de nuestro fútbol, un oasis de buena convivencia y un ejemplo de categoría mundial para este deporte. Con dos clubes cuyas señas de identidad se basan en la cantera, con futbolistas de talla planetaria producidos en su vivero, que han ganado muchos títulos no solo a nivel de clubes, sino de selecciones. Dos históricos campeones de Liga, Copa y Supercopa, que despiertan mucha curiosidad e interés fuera de nuestras fronteras donde, si les explicáramos lo poco que les cuidan y los feos que les hacen desde los despachos de los mandamases del fútbol español no darían crédito. Bastante sufrimiento es tener que disputar este duelo de eterna rivalidad sin su gente, dos hinchadas fieles y entregadas a sus colores, algo que esperemos que se produzca por última vez.

Me centro en la Real. La mejor aspirina para el dolor de cabeza de nueve partidos sin ganar es llevarse un derbi. No está Silva, ni otros cuatro realistas potencialmente titulares, pero no hay excusas. Además, regresa Oyarzabal, el alma del equipo. Como nos enseñó aquel once que parecía el Sanse en octubre de 2018 cuando nadie daba un duro por ellos, cuanta más gente de casa salga con el colmillo retorcido a San Mamés mejor para lograr cerrar un año tan inolvidable en lo futbolístico como maldito en lo social con el triunfo que más nos gusta celebrar. Hoy más que nunca, ¡a por ellos!