La extraordinaria temporada que está protagonizando Marko Dmitrovic no está pasando inadvertida en los despachos de Zubieta. La Real sigue de cerca la situación del meta y su dirección deportiva ya le considera como uno de sus favoritos para cubrir la vacante que dejará, casi con total seguridad, Miguel Ángel Moyá en el mes de junio.

El serbio acaba contrato a finales de año y, aunque el club armero está muy interesado en renovarle, lo cierto que lo tiene más que complicado. Esto significa que, siempre en teoría ya que en la práctica es algo habitual, desde el 1 de enero la entidad txuri-urdin podría entablar negociaciones con su entorno para hacerse con sus servicios libre, sin necesidad de afrontar ninguna cantidad de traspaso. Lo cierto es que no lo va a tener nada fácil, ya que son muchos los clubes que van a llamar la puerta del balcánico, que se convertirá este verano en uno de los porteros más codiciados del mercado en función de su gran rendimiento, de su progresión y de que todavía tiene 28 años, una edad ideal para un arquero.

La Real es consciente de que si no sucede nada extraño es muy complicado que renueve por otro curso más a Moyá (no hay más que ver lo que tardó Olabe en dar el paso este verano cuando todos los estamentos de la entidad votaban por su continuidad). Habrá que ver si de verdad se apuesta definitivamente por un Zubiaurre que por ahora lo está jugando todo en la Cultural Leonesa, donde juega cedido este curso, mientras que Gaizka Ayesa podría ser el elegido para salir a préstamo el curso que viene, ya que necesita tener minutos. A día de hoy, es probable que, en caso de que no se renueve a Moyá, la Real vuelva a salir de compras para contar con una dupla de total garantías para la próxima campaña.

En los últimos meses ha sonado mucho el nombre de Aitor Fernández, que es un meta que conoce muy bien Luis Llopis porque trabajó con él en Lezama, pero su renovación con el Levante hasta 2023 motiva que haya que pasar por caja para arrebatarles a su meta titular. La opción del actual armero encaja más tanto a nivel económico como incluso de nivel. En todo caso, aparte de Olabe, que fue portero, en la decisión final tanto de fichar y de elegir tendrá un notable protagonismo Llopis.

Dmitrovic aterrizó en la liga española a través del Alcorcón, que se había hecho con sus servicios al contratarle del Charlton Athletic. Como la dirección deportiva eibartarra tiene un control absoluto de la Segunda División, sus actuaciones no pasaron inadvertidas para sus espías, que, en el momento en el que sufrieron un contratiempo inesperado como fue la lesión de Yoel Rodríguez entrenando por el campo en junio de 2017, no tardaron en mover ficha para incorporarse al serbio previo pago de 700.000 euros, cuando su cláusula ascendía a un millón de euros. Llegó como un desconocido a Ipurua pero no tardó en hacerse hasta con la titularidad en detrimento de Asier Riesgo. Esa misma temporada disputó 36 encuentros de Liga. Desde el primer día se convirtió en uno de los hombres de confianza de Mendilibar, a pesar de que en la campaña 2018-19 no jugó tanto por una lesión inguinal. El curso pasado participó en 35 duelos y en este lo ha jugado todo.

Se trata de un portero alto, fuerte, con buen dominio del área, que no tiene problemas en salir de su marco y que tiene mucha calidad bajo palos (la mejor demostración es su extraordinaria parada a Wass en el Eibar-Valencia de la semana pasada). Con los pies es uno de los metas con mejor golpeo de la Liga, pero destaca más por su potencia que por su técnica. Es decir, en este terreno no tiene nada que ver con Remiro y Moyá, que, además de pegarle con potencia, la mueven casi como un futbolista de campo más. Aunque Mendilibar le pide que no se complique la vida cuando sus defensas le ceden la pelota.

Olabe tiene subrayado en rojo el nombre de Dmitrovic como posible objetivo para la próxima campaña. Habrá que ver si convence al balcánico y si éste acepta el reto de competir con una importante apuesta de futuro del club como es Remiro. En el caso de que todo fluya y llegue a buen puerto, la familia Dmitrovic deberá cambiar Bilbao, localidad donde reside actualmente a pesar de estar plenamente integrado en la dinámica eibarresa, por Donostia.