Menudo palo. Y no, esta vez ya no tuvo nada que ver con la mala suerte. Cuando fallas y fallas y vuelves a fallar y a fallar ocasiones, lo normal es que dejes de ganar puntos. Si encima eres incapaz de cerrar una jugada que ya te habían buscado y repetido el año anterior, la derrota se encuentra a años luz de poder ser considerada casual. El pasado 6 de julio una Real moribunda, plagada de bajas y asfixiada por el poco descanso que estaba teniendo entre los encuentros, por el calor que hacía en la alicantina La Nucía y por el miedo a perder su condición europea, solo pudo empatar y de milagro. Se adelantó con un gol de Isak, pero a los pocos minutos, Rochina, sin mirar, buscó un pase en largo a la espalda de la zaga y entre el lateral, que también era Gorosabel, y el central, que, en ese caso, era Aritz. Lo que en el argot futbolístico se define como una jugada de pizarra. ¿Le suena? Ayer se repitió la misma historia y la Real perdió un partido cuyo escozor se prolongará durante muchos días. Otra vez con dos balones que no cerraron entre, sobre todo, Gorosabel y Zubeldia. El gol del empate tras una recuperación adelantada, se acepta. El segundo, en el minuto 86, con De Frutos entrando como Pedro por su casa es inadmisible a este nivel.

Eso sin entrar a valorar que siempre que juega en este estadio y frente a este rival pasa algo. No se sabe muy bien qué es, pero la sensación en todo momento es que la Real se la va a pegar a la vuelta de la esquina. Esta película ya la hemos vivido en demasiadas ocasiones, por lo que hace tiempo que los fracasos perdieron su condición de desafortunados. No pueden ser más reales.

Imanol reconoció por primera vez desde la concentración txuri-urdin que la maratón de partidos estaba empezando a hacer mella en el físico de su plantilla. El técnico no tuvo reparos en manifestar que Silva era insustituible, lo que confirmaba el daño que está haciendo que se haya perdido tres encuentros de Liga y dos de Europa League. Y, lo peor de largo, que jugase y arriesgase en uno de los encuentros menos trascendentes, contra el Rijeka en casa, a pesar de que no se lograra ganar. No parece que se hayan gestionado demasiado bien los problemas musculares del canario, más que nada porque, aparte de seguir siendo duda para la visita del Atlético, mantiene el apercibimiento de suspensión por las cuatro amarillas que acumula.

El oriotarra descartó a Oyarzabal e Illarramendi para el encuentro, aunque les acompañaran en tierras catalanas y valencianas para reincorporarse con normalidad a la dinámica de grupo. Para enfrentarse al Levante después de siete partidos sin conocer la victoria, también entre Liga y Europa, el técnico introdujo cinco cambios en el once. En el centro de la zaga Sagnan sentó a Le Normand, con Aihen por Monreal en la izquierda. Guevara, que lo juega todo, retrasó su posición al pivote, con Merino en su demarcación ideal de 8 y, como gran novedad, Merquelanz supuestamente en la mediapunta. Y, arriba, con Portu y Barrenetxea, que cubrió la vacante del lesionado Januzaj, acompañando a Isak. El sueco, que anotó una de sus mejores dianas el curso pasado en la visita al Levante con un soberano taconazo, recuperaba la titularidad en su peor momento como txuri-urdin, después de acumular demasiados errores consecutivos en la definición.

El comienzo del choque marcó un cambio significativo en el dibujo táctico. Imanol abogó esta vez por un 4-4-2, con Merquelanz y Barrenetxea pegados a las bandas y cerrando las incorporaciones de los laterales granotas y Portu e Isak con libertad de movimientos en la delantera. Enfrente, un Levante metido en problemas, en puestos de descenso, que homenajeó en los prolegómenos a su entrenador por su partido número 100 al frente del equipo. Sin la creatividad y la dirección del lesionado Campaña, Paco López no engañó a nadie. Intentó aguantar los buenos momentos de dominio de los realistas, presionar fuerte el balón para intentar recuperarlo cuanto más cerca de la meta rival mejor y tratar de sorprender a la espalda de la zaga visitante en cuanto pudieran con envíos incluso sin mirar. Nada nuevo, su hoja de ruta prevista.

La Real entró bien al encuentro y fue superior en la primera parte. A los cuatro minutos, Isak prolongó una habilidosa conducción de Barrenetxea, pero, en lugar de buscar el disparo en una situación óptima, optó por pasar a Gorosabel, que remató alto. Poco después, Merquelanz aprovechó que partía desde la derecha para buscar el chut con su pierna buena y obligó a Aitor Fernández a hacer una complicada parada en dos tiempos por el bote. Sagnan no pudo dirigir su finalización, a pase de Zubeldia dentro del área, en una acción que pareció córner, y Rochina fue el primero en poner a prueba a Remiro en un disparo tan lejano como suave.

A los 21 minutos, Aihen provocó una falta e Isak rompió su mala racha con la ayuda, esta en cambió sí, desafortunada de un defensa. Como sucedió en Barcelona, la clave estuvo en que la ventaja les duró a los realistas cuatro minutos. Remiro puso un balón complicado al sueco, que no supo protegerlo, y el Levante no tardó en buscar a Dani Gómez, que encontró un hueco fácil ante la frágil oposición de Gorosabel; el centrado despeje a su remate lo aprovechó Roger. Los realistas tuvieron la opción de volver a adelantarse en un cabezazo franco de Isak tras un gran centro de Gorosabel, que se le escapó fuera porque no lo remató bien.

En la reanudación, una volea cruzada de Zubeldia, que ya había hecho sus pinitos en el área rival antes, se marchó lamiendo el palo. A partir de ese momento, el centro del campo realista empezó a venirse abajo y la cosa adquirió un color muy malo, con un paradón de Remiro a Morales, un centro al que no llegó el mismo jugador y un disparo en semifallo de Melero que se marchó desviado.

Imanol movió ficha con Zubimendi y Le Normand y equilibró la contienda. Barrenetxea sirvió en bandeja el gol a Merquelanz, que con la zurda falló de forma imperdonable, y Zubeldia, en plan Ramos, se topó con Aitor tanto con la derecha como con la cabeza. Cuando el duelo parecía caminar hacia el empate, en la maldita vuelta de la esquina de Levante, la Real se la volvió a pegar en una acción en la que De Frutos aprovechó un socavón por el centro. Zubimendi, que no pudo demostrar menos fe, y Merino, con una volea alta, no encontraron el éxito en el descuento.

Segunda derrota consecutiva y son ya ocho los duelos sin ganar. Sí, la Real está condicionada por una lista de bajas angustiosa. Sin poder contar con sus dos estrellas, Silva y Oyarzabal, ni con el líder de su zaga, Aritz, ni con el que ojalá siga siendo el jefe de su medular Illarra. Pero hay algo más. Tiene que hacer una severa autocrítica. Si no da con la receta de la gloria es porque la ha perdido a base de errores en las dos áreas. Así es imposible.

El equipo txuri-urdin inició bien el partido y se adelantó con un gol de falta de Isak, que entró tras golpear en la cabeza de un defensa de la barrera

La clave estuvo en que, como en el Camp Nou, aguantó poco su ventaja, en un tanto que llegó en una pérdida en la salida de balón

Isak, Merquelanz y Zubeldia estuvieron cerca de la segunda diana, pero el Levante volvió a hacer sangre por el centro en el minuto 87