omo no vivo en Donostia y he estado perimetrado durante no sé cuántos días y semanas, resultaba imposible acudir a la papelería que vende la agenda que uso desde hace muchísimo tiempo. La misma marca con idéntico formato. Es grande, a semana vista, en la que voy escribiendo todo aquello a lo que debo atender. Ni móviles, ni ordenadores, ni nada de ese estilo. ¡Agenda para apuntar todo a mano, con la mejor letra posible! Anoto los horarios de los partidos, citas, cumpleaños, cafés, recados y comidas, etc. Felizmente, ya está en mis manos la de 2021 desde la semana pasada.

Lo primero que hice fue incorporar el calendario de encuentros de fútbol, desde aquí hasta los roscones. Una locura, un popurrí de fechas y choques de máxima exigencia. A diferencia de otros años, nos hemos venido arriba como los británicos y repartimos partidos por doquier. Ayer uno, pasado mañana otro, a la vuelta de la esquina unos cuantos más y así sucesivamente ¡Como los que diseñan las jornadas no corren y les da igual, el paquete es para los jugadores y técnicos! Los clubes se callan y el papel lo aguanta todo. Por eso, cuando escuchas a las personas de la política, la industria, la gestión€ decir que algo se aplaza, o suspende, por cuestiones de agenda, solo puedes sonreír.

Es un milagro que el personal no haya hecho catacroc del todo. Ayer la Real contaba con nueve lesionados. Y no eran precisamente ni el niño del botijo, ni el de los peines. En circunstancias normales, hablaríamos de la mitad de la plantilla. Si no fuera por la incorporación de los jóvenes canteranos, a esta hora no nos llegaba la camisa al cuello. A nosotros y a la mayoría de formaciones. Aunque trates de ponerte en la piel de los entrenadores, resulta imposible, al igual que adivinar con qué alineación afrontarán cada partido. Ayer tampoco dimos una. Hace tiempo que tiré la toalla y no juego a las adivinanzas. Después de perder con el Barça, leí y escuché kilopondios de halagos hacia el equipo de Koeman. Que si el mejor de todo el ejercicio, que si ha dado con la tecla, que si promociona a la gente joven, que si€ llega el Valencia, te hace dos y te deja con las vergüenzas al aire. Es lo que hay.

Mientras preparaba la comida en la cocina de casa, escuchaba una emisora no vasca que contaba lo que sucedía en el Metropolitano. Tuve que apagar por insoportables. Que si liderato en solitario, que si grandeza en el juego, que si candidatos a ganar no sé qué. Un horror cuando no hemos llegado a los turrones. Una cosa son las emisoras de provincias que siguen la vida y los milagros del equipo de su tierra y otra las cadenas generalistas, que deben ser mucho más cuidadosas. Hay gente que no vive en Madrid, ni sus colores son los de ellos. Ese no es un problema de agenda, sino de criterio.

Después de dos derrotas consecutivas por el mismo resultado, la Real no encabeza la clasificación y a lo mejor se ha quitado un poco de presión añadida por mantener la posición y puede dedicarse de otro modo a gestionar los partidos. Cuando le preguntaban a Mikel Merino, al acabar el encuentro, la opinión de lo que había sucedido respondió con firmeza que le parecía injusta la derrota, que les faltaba un poco de agresividad en las disputas, al igual que más acierto en las dos áreas. Poco más que añadir si esa es la sensación de un protagonista, no precisamente cualquiera sino uno de esos futbolistas que juega todo lo que le pongan por delante. Sinceramente, no sé cómo aguanta. El gol de Isak premiaba el mejor juego en la primera media hora, pero el empate nos mató, porque afectó demasiado a la parte anímica, esa que no se mide con pulsómetros pero que impone su ley y de qué manera. Nos ausentamos. Ni que decir tiene que encajar el tanto de la derrota en las postrimerías, ahonda más en la tesis, porque deja sin premio todo el esfuerzo. ¡Así mismo, eso no es un problema de agenda!

Como tampoco la ausencia de espectadores en las gradas. Eso penaliza bastante a los equipos que juegan en casa, porque se sienten inermes, abandonados a su suerte. El partido de pasado mañana seguro que será diferente, con o sin. No me refiero a los desodorantes con alcohol, sino al ambiente, ese que lleva muchas veces al equipo en volandas, que otorga un plus. Ignoro qué pasa por la cabeza del entrenador. Desconozco cuántos jugadores que habitan en el dique seco pueden salir de él y sumar de inmediato. Sin citar nombres que están en la cabeza de todos, algunas ausencias se notan bastante, sobre todo las que se relacionan con la creatividad. Las lesiones que penalizan nunca constituyen un problema de agenda, salvo el que marca el tiempo de ausencia.

Pensaba que el partido de Orriols era el último antes de los polvorones y belenes, pero no. Entendía que tocaba felicitar las fiestas, porque las buenas costumbres no deben perderse, pero como aún queda otro beaterio que escribir y compartir, lo dejo para la edición del miércoles, si os parece. No se me va a olvidar, porque ya he apuntado en la agenda nueva esa obligación no exenta de devoción. La misma que profesamos a este equipo que, aunque no está en su mejor momento de juego y resultados, no nos hace perder la credibilidad en él. ¡Fortaleza!