a historia de siempre, aunque en distinto formato. Esta Real ha jugado partidos de superioridad marcadísima en los que no ha podido llevarse la victoria. Ayer contra el Levante, mientras, perdió un encuentro de alternativas que pudo ganar cualquiera. Y sin embargo la sensación de asistir a una película repetida está ahí, apuntando directamente a los primeros 25 minutos del Ciutat de Valencia, tan notables por parte txuri-urdin como escasamente productivos en lo que al marcador respecta. Otra vez. Aún a riesgo de hablar demasiado a la ligera sobre sentenciar el triunfo ante un buen rival y a domicilio, no creo equivocarme si destaco que los de Imanol hicieron méritos suficientes en el arranque para haber logrado una renta superior al 0-1. Con algún gol más en la buchaca, el resto de la contienda habría resultado muy distinto. Pero esto es ya ciencia ficción. Y hablamos aquí de un deporte que no entiende de films de marcianos. Se asemeja más a un reality show en el que quien se equivoca lo paga caro.

Nuestro entrenador comenzó ganando la guerra de la pizarra, porque pareció sorprender al míster local con la posición de Portu. Ejerciendo muchas veces de falso interior diestro, el murciano atrajo marcas en la medular del Levante y liberó así a compañeros para que recibieran por dentro. Se benefició de ello Merquelanz. También Isak con sus caídas. E incluso Mikel Merino cuando su par, Vukcevic, tenía que acosar a otro txuri-urdin. Fue una lástima que el gol del empate, cuya pérdida previa se produjo precisamente en una de esas acciones del sueco en la zona de la mediapunta, coincidiera con los ajustes de Paco López, muy buen técnico. Apagó el incendio pasando a defender con tres hombres y no dos en la sala de máquinas. Y terminó luego de arreglar el asunto ordenando a un central perseguir al propio Portu. Se equilibró todo: el marcador y el juego.

Si a Imanol le llegan a proponer antes del partido que eliminara a dos futbolistas del Levante, posiblemente habría elegido a Campaña y a Bardhi. En los dos partidos de la pasada campaña, hicieron muchísimo daño a la Real partiendo de banda y centrando la posición. Por eso el oriotarra respiraría aliviado en la previa cuando conoció las bajas de ambos. Ocurrió durante la segunda parte, sin embargo, que Rochina, De Frutos y compañía desempeñaron el mismo rol de moscas cojoneras. Terminó la cosa con Gorosabel y Aihen siguiendo a sus marcas hasta el cuarto de baño. Y también con desajustes como el del 2-1, ya en los minutos finales, cuando el cuadro txuri-urdin se había repuesto con entereza de un complicado regreso tras el descanso.

Dijo el míster después del partido que esta Real de los últimos encuentros no se encuentra tan lejos de la que enamoró en octubre y noviembre. Y yo coincido. Sus declaraciones, en cualquier caso, me recuerdan a unas del ciclista Tom Dumoulin, la semana pasada en una entrevista. Asegura el corredor del Jumbo, quien durante el Giro 2019 se pegó un leñazo serio, que está contento con la temporada completada en 2020. La comenzó con dudas, preguntándose si podría volver a ser el que fue. "Y creo que he podido alcanzar el 99% de mi mejor nivel". Lo que sobre el papel parece un fenomenal rendimiento le ha supuesto, sin embargo, quedar alejado de la lucha por las mejores carreras. "El 1% que me ha faltado es el más difícil de conseguir y suele marcar la diferencia", se justifica, aportando una medida muy aplicable a nuestro equipo. Le veo competitivo siempre. Merece la victoria a menudo. La derrota, nunca o casi nunca. Efectivamente, se asemeja mucho a la Real que ganaba partidos como churros. Pero la acumulación de esfuerzos le ha restado ese puntito extra que algunos echaron en falta para pelear el Tour.

Además de reivindicar a los suyos, Imanol reconoció ayer que el cansancio está haciendo mella en el cuadro txuri-urdin. Como para no. Llegados a este punto, con el calendario que se avecina y a sabiendas de que ese 1% de Dumoulin va a ser difícilmente recuperable, uno se para a reflexionar y rescata de la memoria todo lo que aprendió esta Real durante el tramo posconfinamiento de la pasada Liga. El depósito estaba ya en la reserva. No había gasolina para la propuesta original. Y los blanquiazules terminaron desarrollando una competitiva versión pragmática, menos agresiva y de ritmos más pausados. ¿Ha llegado el momento de recuperarla? ¿Procede regresar a ella, al menos en momentos puntuales? Tiene su miga el asunto. Porque la Real está muy cerca de ganar sus partidos. Pero tampoco puede responder ya a la casualidad que se le escapen de forma sistemática. En fin. Quien aquí escribe lo hace desde una posición ventajosa: a toro pasado. Y se ha ganado el míster crédito más que suficiente para tomar las decisiones tácticas que estime oportunas. Además, por encima de ideas y estilos, me quedo con otra respuesta suya en la rueda de prensa de anoche. "Ahora más que nunca, me siento orgulloso de este equipo". Firmo debajo.