e dejó impresionado. Había perdido el brillo de los ojos. Incluso la expresividad de su cara. Solo esbozaba una tibia sonrisa de vez en cuando, pero como quien se disculpa por hacerlo. No estaba cómodo. Se le notaba rígido. De ahí que luego entendiese que se liberó tras la entrevista. Estoy hablando de Antoine Griezmann y su cita en el diván de la consulta de Jorge Valdano. Lo primero que me llamó la atención es lo mal que está la profesión y la relación prensa-futbolistas para que elija a un exjugador para dar las pertinentes y esperadas explicaciones el que se ha convertido en una de las mayores dianas de la temporada. Y lo segundo, al margen del lógico morbo que entrañaba lo que contase de su relación con Messi, a mí lo que de verdad me atrajo fue lo que comentó sobre su pasado realista. No se puede discutir que el respeto que ha demostrado desde el primer día que abandonó la casa txuri-urdin ha sido máximo. A pesar de que nos ha marcado goles de todos los colores, alguno hasta en el último minuto, de esos que desatan pasiones, el de Macon siempre ha antepuesto el agradecimiento al club realista para controlarse y no celebrarlos.

Me da pena Antoine. Cuando vi la conversación con Valdano, en la que tampoco es que dejara demasiados titulares, me acordé de las entrevistas que le hice en Zubieta. Como sé francés, aunque él hablaba un buen castellano, siempre le planteaba hacerlas en su idioma. Si tenía algún problema, le podía hacer las preguntas en castellano. Se le iluminaba el rostro y lo que con otros eran unas respuestas bastante cortas, con nosotros se convertían en mucho más largas al sentirse más protegido y cómodo en su lengua materna. Todavía era un chaval y tenía esa inocencia del jugador que no está maleado. Como le reconoció a Valdano, los medios de aquí le cuidaron bien, ya que no se puede olvidar el famoso incidente en la concentración de la selección sub'21 que pudo costarle su carrera internacional, como le ha sucedido a Benzema: "Para la afición era su niño. El presidente y los entrenadores me trataron muy bien. Hasta la prensa, que suele ser agresiva, se portó muy bien conmigo y yo creo que eso me ayudó a ir creciendo". No sé muy bien a qué se refería con lo de agresiva, sobre todo porque me imagino que ahora lo recordará como un balneario con la de palos sin compasión que le están cayendo casi a diario.

No me parece bien la caza de brujas que está sufriendo. Sobre todo porque me da rabia que los gigantes sean trituradoras de jugadores que han fichado sin saber cómo son y cómo juegan. Es evidente que, a esa escala, el famoso vídeo en el que le puso mucha emoción a su decisión de quedarse en el Atlético, cuando solo un año después sí que decidió cambiar Madrid por la Ciudad Condal no le benefició en nada. Si a alguien no nos sorprendió lo que hizo fue a nosotros. La mayoría de la afición txuri-urdin seguro que esbozó una media sonrisa cuando sentenció con el "he decidido quedarme", al pensar este sigue igual.

Sin ánimo de que suene despectivo, Griezmann siempre ha sido muy francés en ese sentido. Zubieta se le empezó a quedar pequeño muy pronto y, aunque se formó en nuestro vivero, sus expectativas estaban puestas en otros clubes de mayor músculo financiero. Los que le conocen bien saben que en realidad, como le pasaba a su inseparable por estos lares Carlos Vela, el de Macon bebía los vientos por jugar en el único gigante que le queda por conocer. Su ídolo desde txiki era David Beckham, lo cual resulta bastante significativo, porque nunca ocultó que le hubiese gustado seguir sus pasos. Su historial de celebraciones, al igual que sucede con todos, tienen más gracia cuando las cosas van bien y menos o ninguna cuando pintan bastos. Como en todo en la vida. Pero que conste que, en su defensa, hay que destacar su personalidad para nunca dejar de hacerlo. Y, si se lo pide su hija, espero que jamás pierda el gusto por satisfacer su ilusión. Con lo que tiene que molar ver a tu aita en la tele celebrando un gol como se lo has pedido. Ese admirable privilegio de poder hacer feliz a tu gente con tan poco...

Una de las cuestiones que pasó más inadvertida es que reconoció que en Zubieta no destacaba mucho: "No sabía español y me tenían que traducir todo lo que el entrenador decía. Era muy complicado siendo tan pequeño. Empecé a jugar en cadetes y me costó ser titular. No destacaba, simplemente cumplía con lo que el entrenador me decía". Y eso es lo que recalco del gran Griezmann. Es una estrella mundial que se ha formado a sí mismo. Un superviviente que no contaba con las condiciones físicas innatas para aspirar a llegar a la elite, pero que, ayudado por la Real y Eric Olhats, que adivinaron un talento fuera de lo común, se convirtió en el que puede ser, se admiten todo tipo de debates y discusiones, el mejor canterano salido en la historia de Zubieta.

Veo los partidos del Barcelona y me duele Griezmann. Marca goles y no disimulo la ilusión que me genera. No asimilo cómo no pueden valorar el impresionante despliegue físico que exhibe en cada partido. Se vacía, no para de ofrecerse y de lanzar desmarques y diagonales, pero parece complicado brillar cuando su posición ideal la ocupa simplemente el mejor. Y además es un abusón, no tiene límite, lo quiere todo para él. Lo decía Imanol ayer: "Antoine tiene unos números físicos terribles, y eso es que trabaja y está bien. Como Messi y él empiecen a acertar, no va a haber equipo que pare al Barcelona". Lo comentaba Eduardo Galeano, otro escritor que escribió de fútbol como los ángeles: "Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y pequeños y fuegos de todos los colores".

Griezmann siempre ha pecado de egoísta. Ha tomado sus decisiones estratégicas pensando solo en su futuro y muchos le tenían tomada la matrícula para cuando llegaran las curvas en su carrera. En todos los sitios por los que pasa deja un séquito de fervientes detractores, algo que debería hacerle reflexionar. Lo dijo Imanol también: "Antoine ya sabe que como en casa en ningún lado". No estaría mal que empezara a planear su regreso a la Real, sería una guinda fantástica para este suculento pastel. Quizá ahora sí asimilaría lo que sucede a esos canteranos, que sorprendían mucho a Bravo, como reconocía en privado cuando empezó a progresar en Anoeta: "No comprendo cómo se conforman con triunfar aquí, en lugar de aspirar a un club más grande".

Confirmado, el chileno y el galo no entendieron nada. El Griezmann más meritorio de largo fue el que llevó a la Real de Segunda a la Champions. Por eso dejó en caja un total de 54 millones de euros. En tiempos de penurias nos permitió creer que mirando a Zubieta se puede no solo crecer, sino competir con los más grandes. No estaría mal que volviese para escalar ese último peldaño y ganarles. Y de paso cobrarse alguna que otra factura. Hoy puede darse cuenta de verdad, viendo cómo juega su querida Real. Por favor, marchando otra vez la versión de Nápoles. ¡A por ellos!