Donostia. Hace dos temporadas, el 14 de abril de 2019, en plena Semana Santa, el Eibar le dio a la Real uno de los mayores baños que se recuerdan en Anoeta. El equipo armero encajó un gol de Juanmi (por cierto, ¿dónde demonios está Juanmi?; apunten, marcará seguro cuando vuelva a Donostia en la segunda vuelta) a los pocos segundos y a partir de ese momento sometió con un meneo sobrecogedor a un desdibujado equipo txuri-urdin que acabó crispando a su propia afición. No piensen que eran los últimos resquicios de la Real de Eusebio o la dubitativa de Garitano. Imanol ya estaba al frente del equipo tras la precipitada destitución de este último y en el once de ese día había cuatro titulares que salieron ayer: Zaldua, Aihen, Merino y Barrenetxea. La cosa pintaba mal...

Cómo ha cambiado la vida. El fútbol son momentos y puede variar a la velocidad del sonido. Si aquella Real emitía dramáticas sensaciones, dos temporadas después afrontó otro derbi condicionado por la resaca de su agónica clasificación para los cruces de la Europa League y con la opción de ser líder si puntuaba. Su partido de ayer fue un decepcionante regreso al pasado. Sobre todo en la segunda parte, cuando el Eibar le pasó por encima y no le ganó de milagro. Sabían lo que se iban a encontrar y que tras el descanso se iba a notar el cansancio acumulado, pero Imanol Alguacil no fue capaz de dotar a su equipo de las herramientas suficientes para enfrentarse al peor adversario de la Liga cuando estás resacoso.

El Eibar no engaña a nadie. Sales al campo y sabes perfectamente que te esperan 90 minutos a cara de perro, que no vas a tener la posibilidad de jugar ninguna pelota con comodidad y que vas a notar en tu nuca la respiración de tus contrincantes en todo momento, como una fiera hambrienta que se cruza en tu camino en una selva. Da igual quién juegue, ni qué jugadores componen su proyecto, Mendilibar les pone a jugar a lo mismo y les convierte en un equipo de Primera con todas las letras. Se dice demasiado poco, su mérito es impresionante. Para que su orquesta funcione, al menos debe contar con un futbolista diferencial, como lo ha sido en los años anteriores Orellana, y el último día de mercado le tocó el gordo de la Primitiva con las cesiones de Pozo y, sobre todo, Bryan Gil. El de Barbate, que fue campeón de Europa sub-19 con Barrenetxea, el otro gran protagonista JASP (jóvenes aunque sobradamente preparados) del duelo, firmó una actuación espectacular. Un futbolista distinto, de los que se viene arriba si le están saliendo bien las cosas hasta convertirse en imparable. Hizo lo que quiso por la izquierda, abusó de Zaldua y fabricó la jugada del empate con una finta, un caño y un centro perfecto al segundo palo. Bryan dio la razón a su compañero Correa, que manifestó hace dos semanas que “el día que llegó a Eibar nos dijimos: ¿Cómo el Sevilla ha dejado escapar a este futbolista?”. ¿Saben lo mejor de todo? Que los que de verdad se están frotando las manos son Monchi y Lopetegui, que le han enviado a la mili bajo la batuta del coronel Mendilibar y se lo va a devolver hecho un hombre. Y un futbolista de elite.

A Imanol se le fue la mano con las rotaciones. Es complicado analizar su alineación y los seis cambios que introdujo, porque no manejamos todos los datos físicos y los problemas musculares de la plantilla tras la paliza que se pegaron en Nápoles. Aunque no parezca posible, si infravaloró al Eibar y creyó que con ese once iba a poder ganar, se equivocó gravemente. Pero lo cierto es que parecía estar convencido de que, con lo que podía contar, era suficiente para llevarse los tres puntos. Y hay dos cuestiones que son indudables y que se deben tener muy en cuenta. Perder puntos contra el Eibar escuece y mucho a su afición; si es cuando está luchando contra lo más granado de Primera, aún más. Y después, aunque la segunda parte y el cabezazo de Enrich dejaron muy mal sabor de boca, lo cierto es que, al margen del juego, la Real se volvió a dejar dos puntos por una única razón: su falta de puntería. No es posible que tenga que generar tantas oportunidades para marcar un gol. El tema ya es muy preocupante. “Si creamos ocasiones, no me importa mucho; ya las meteremos”, no se cansa de repetir Imanol. La pregunta es ¿cuándo? Porque llueve sobre mojado y su delantero centro de cabecera, Isak, atraviesa una depresión de caballo de cara a puerta. Su crisis ya es evidente. Y que conste que no juega mal. De hecho, hace muchas cosas bien, pero se le apaga la luz a la hora de definir. Esto es como los que tienen un accidente, que los psicólogos recomiendan volver a subir de forma inmediata a un coche para evitar el miedo escénico. Es tan bueno que resultaría aconsejable seguir dándole oportunidades porque más pronto que tarde acabará con su maleficio, pero ¿hasta cuándo? Su misión es tan importante que si no atina pronto, le aguarda el banco.

La Real fue mejor en la primera parte. Sin imponer su fútbol ni completar una actuación brillante. Con un once de circunstancias que recordaba al Sanse de hace dos-tres temporadas (siete canteranos) y una media inferior a los 23 años. A los siete minutos, los dos mejores de cada equipo, Barrenetxea y Bryan, dejaron su tarjeta de visita con dos buenas internadas finalizadas con buenos centros que no encontraron rematador. Poco después, Merquelanz le puso un regalo de gol a Isak, quien, al frenarse, perdió de vista el balón y cuando fue a meter el pie falló incomprensiblemente. De nuevo Bryan rozó la escuadra en una buena falta, justo antes de que su compañero en las categorías inferiores marcara el gol de la tarde con un disparo tal como le vino el rechace de un córner, que entró con violencia en la portería. Isak volvió a fallar tras un gran control al intentar una vaselina sobre el gigante Dmitrovic, que se le escapó por mucho.

El Eibar, que generaba muchos problemas con los saques de banda largos de Correa, se fue estirando poco a poco y Muto puso a prueba a Remiro. Antes del descanso, Roberto López, quien suele pasar demasiado inadvertido por los partidos, buscó el gol con su zurda de oro; y Barrenetxea, desde la misma posición del tanto, volvió a conectar otro soberbio chut, pero ambos se toparon con el serbio.

Al minuto de la reanudación, ya se vio que había cambiado el viento. Remiro tuvo que hacer una gran parada a remate de Inui tras asistencia de, ¿lo adivinan?, Bryan. Kike García tampoco pudo batir al navarro, pero el dominio del Eibar ya era aplastante y no tardó en empatar en un jugadón de Bryan, que Pozo intentó volear y salvó Aihen, pero su despeje lo materializó en una buena maniobra de 9 Enrich. No marcaba desde el 20 de diciembre de hace un año (de ahí lo de Juanmi). Los cambios de Imanol no mejoraron al equipo. Además, tuvo que recurrir al tocado Silva, que generó el balón que envió Portu al larguero. A Zubeldia le anularon un gol por la punta de la bota y Enrich tuvo el triunfo en el cabeza, pero falló.

Otras tablas más. Justas. Aunque el punto deja mejor sabor al Eibar. Los armeros confirman que andan fuertes lejos de Ipurua y la Real, así como quien no quiere la cosa, recupera el liderato. Con diez jugadores de Zubieta, que se dice rápido. Casi nada.

Barrenetxea adelantó con un golazo a la Real, que fue superior en la primera mitad y que perdonó tres ocasiones muy claras

En la reanudación el Eibar le metió una marcha más al partido, empató merecidamente y hasta pudo ganar al final