A la Real le está costando en Europa. No es el mismo equipo que arrasa en la Liga. No consigue imponer su ley. Es cierto que en los tres encuentros anteriores, incluido el de la derrota contra el Nápoles, se puede decir que había sido superior a sus adversarios, pero las sensaciones no son las mismas. Un triunfo agónico en el último minuto en Croacia, una decepción de rebote ante un rival de enjundia y una victoria por la mínima y sufriendo al final en lo que fue una goleada fallida por la cantidad de ocasiones desaprovechadas. Ayer, en cambio, su actuación fue la más decepcionante, estando más cerca de perder que de vencer, sobre todo si se tienen en cuenta las ocasiones de verdadero peligro de ambos conjuntos. Remiro y la suerte se convirtieron en esta ocasión en piezas esenciales para cosechar un empate de sabor incierto, cuya valía conoceremos al término de la siguiente jornada. Imposible finalizar con buen sabor de boca un duelo cuando a tres minutos para el final, con 0-0, un rival cabecea fuera un balón franco a solo tres metros de la portería de un meta ya batido. Así como la euforia por el gol de Bautista se prolongó durante muchas horas, el susto de los holandeses nos dejó muy mal cuerpo. Esperábamos más de la Real. Y atención, peligro, primera señal de debilidad, Silva no hay más que uno.

Imanol optó por lo previsto en su alineación. El oriotarra introdujo novedades en todas sus líneas, salvo en la portería, en la que esta vez dio continuidad a Remiro, quien está siendo su cancerbero de cabecera esta temporada. En la defensa regresó Le Normand y decidió insistir con Aritz, que arrastra molestias, y sacar del once a un Zubeldia que podría retornar a la alineación el domingo. En el centro del campo se daba por segura la vuelta de Zubimendi, a pesar de la magnífica actuación de Guevara en Cádiz, con Merino por delante y Januzaj en la mediapunta, ejerciendo de Silva (descarado el intento de engaño de su entrenador en la previa al afirmar que si estaba jugando bien en banda para qué moverle). En la delantera, Portu, que descansó en el Carranza, recuperó su plaza, con Isak de nuevo como ariete, y Oyarzabal en su habitual demarcación en la izquierda. Imanol lleva mucho tiempo alternando con sus dos delanteros centro, por lo que sí puede sorprender que Willian José, que además se quedó durante el parón trabajando a sus órdenes en Zubieta, se haya sentado en el banquillo en estos dos últimos encuentros. Se supone que regresará ante el Villarreal, pero la realidad confirma que el estilete de referencia para esta campaña es el sueco, algo que no quedó para nada claro a lo largo del curso pasado. Si nos ceñimos al análisis futbolístico, y en el caso de que hubiese seguido alternando con ellos, parecía más lógico que fuese Willian quien se enfrentara a una zaga todavía más retrasada, como la del Cádiz, y que Isak buscara la espalda y los espacios que iba a dejar una, en teoría, zaga más adelantada del AZ.

Los holandeses mostraron sus credenciales al recuperar a su pareja de centrales, Martins-Hatzidiakos, que no viajó a Donostia por lesión, lo que les permitió adelantar la posición de su capitán Koopmeiners. La gran sorpresa fue la ausencia de su delantero centro y una de sus estrellas emergentes, Boadu, que no ha logrado recuperar su mejor nivel después de pasar el COVID-19. Su sustituto, el islandés Gudmundsson, también cuenta con un buen cartel en la Eredivisie.

Estaba claro que el partido iba a tener poco que ver con el de Anoeta. Y no tardaron en querer demostrarlo. El AZ arrancó muy agresivo, mordiendo en cada balón, y con las líneas muy juntas para evitar que el juego realista de posesión volviera a desnudar sus miserias. Una propuesta muy poco holandesa. Mucho más conservadora de lo que suele ser habitual tanto en este equipo como en el resto de los de su liga. Pero es normal que se protegieran después de no oler la pelota en el duelo de Donostia.

La Real planteó un encuentro largo. Sin prisa, sin precipitaciones, tratando de insistir con combinaciones duraderas, para ir descolocando a la ordenada zaga del AZ y esperar a dar con una oportunidad en un resquicio. Los realistas aceptaron el combate cuerpo a cuerpo, para ir poco a poco tratando de imponer su fútbol. Y la verdad es que lo lograron. A los once minutos, en un córner botado con maestría por Januzaj, Isak tuvo la opción de desnivelar la contienda, pero su cabezazo lo desvió un defensa a un metro de la línea de portería. Tras el primer susto de los locales, en una jugada que partió en su banda izquierda, en la que Karlsson hizo daño, y que finalizó con un mal disparo Svensson. La mejor ocasión antes del descanso la desperdició Janu cuando, con todo a su favor en una posición inmejorable, chutó a las nubes un servicio con demasiado bote de Isak. Fue también la jugada más completa de la Real, que comenzó siendo presionada arriba y que logró que los holandeses acabaran superados en una posición muy retrasada. Aritz desperdició con una mala asistencia una jugada ensayada que le sirvió perfecta Oyarzabal. La Real parecía estar bien, pero de repente perdió pie y se descompuso. La factura a pagar pudo salirle cara, porque Remiro hizo un paradón en un disparo de Koopmeiners, que ya había amortiguado a la heroica Oyarzabal. La acción se fraguó en la izquierda. Luego Stengs, que dejó más detalles de calidad en un minuto que los que ofreció en Anoeta, rozó la escuadra con una buena rosca. Un remate del capitán que acabó en córner confirmó la recuperación y la vuelta al control del partido por parte de la Real.

En la reanudación, el partido siguió bajo los mismos derroteros. Posesión txuri-urdin y los holandeses cerrados buscando contras. Una jugada maradoniana de Januzaj no encontró rematador antes de que, en un arreón, los holandeses casi anotaran con finalizaciones de Karlsson al lateral de la red; de De Wit, solo en un córner que salvó con el pie Remiro; y en un obús de Koopmeiners, que dejó al larguero temblando. Los realistas reaccionaron tímidamente, pero abusaron de pases en el área. En los minutos finales, el partido se descontroló y pudo pasar cualquier cosa. Roberto López, en una falta que detuvo Bizot y en la que Willian abortó el posterior chut de Portu, y Merino, de cabeza a centro del maño, estuvieron cerca del gol. Tras el susto de la noche en el cabezazo de Zakaria alto, Merino, en una buena acción individual que no pudo culminar, desperdició la última.

Empate y gracias. Y ahora a esperar. Si gana al Rijeka y el Nápoles también lo hace, la Real estará clasificada. Si los italianos no suman los tres puntos, habrá que sufrir en su estadio. Hasta el último minuto. Por ahora lo clavan Olabe y Aperribay. Habrá que preguntarles si ya saben si pasan a los cruces...