- Imanol Alguacil es una especie de doctor Jekyll y el señor Hyde. Lo curioso de su extraño caso es que sus síntomas se reflejan en cuanto comienza a rodar el balón. Da igual que sea en vísperas de una semifinal de Copa o en pleno parón de noviembre por las jornadas de selecciones. El oriotarra no concede ni una tregua a los suyos. Resulta complicado explicar cómo es posible que una persona pase de dirigirse a sus jugadores antes del comienzo de la sesión con un tono distendido y sonriente, incluso con gestos cariñosos para Le Normand, que soplaba velas, además de acercarse amablemente a saludar a la prensa que tenía acceso libre a Zubieta ayer e incluso bromeando con que la aplicación Zoom, en la que se emite sus ruedas de prensa, engañaba y algún periodista había cogido kilos (lo más divertido es que nadie se dio por aludido), a, tres minutos después de su inicio, dar el primer toque de atención a sus pupilos: "No estáis haciendo ni una cosa ni la otra de lo que os he pedido!". Los dos ingredientes que no pueden faltar en todos sus entrenamientos es la intensidad y que corra la pelota: "¡Más velocidad; más rápido esos pases; que ruede el balón!", fueron otras de las frases con las que intentó motivar a sus jugadores casi desde el principio.

Y eso que, en su breve saludo a los medios, quiso incidir en que el gran mérito de lo que estaba pasando era de sus futbolistas, a los que protege y protegerá hasta el final, y se desmarcó de su responsabilidad, algo inherente a su personalidad. El momento llegó cuando en un ejercicio de posesión y finalización, que no se estaban tomando muy en serio los jugadores a la hora de rematar a puerta, con varios fallos fáciles seguidos, un pobre intento de vaselina de Merquelanz colmó la paciencia del oriotarra, que detuvo el entrenamiento maldiciendo e incluso lanzó una botella de agua contra el suelo en señal de notable enfado. El silencio que siguió a su grito se cortaba con un cuchillo. Sobrecogedor, con todos los realistas sin levantar la vista del suelo como el que se siente culpable. El técnico frenó, seguro que consciente de que ayer sí tenía varias cámaras grabándole.

En resumen, el líder regresó ayer a los entrenamientos en Zubieta sin la presencia de sus seis internacionales (Oyarzabal, Merino, Zubimendi, Roberto López, Barrenetxea e Isak) y sin sus cuatro lesionados (Sangalli, Illarramendi, Gorosabel y Sagnan). En el capitulo de ausencias hay que incluir también a Moyá y Aritz Elustondo, que no participaron en la sesión por hacer trabajo en el interior de las instalaciones para recuperarse de unas molestias que arrastran estas últimas semanas, que no van a poner en jaque su presencia en la lista para el duelo de Cádiz.

El único miembro del filial que ha subido fue el todavía juvenil Beñat Turrientes, que, como publicó este periódico, no puede competir con el Sanse, como estaba previsto por un error de inscripción, por lo que deberá esperar hasta la apertura del mercado de invierno. Al parecer, las gestiones realizadas por la dirección deportiva, incluso en línea directa con Luis Rubiales, no parecen que vayan a llegar a buen puerto. No hay que olvidar que el conjunto de Xabi Alonso, también líder de su grupo en Segunda B, disputa un partido importante en Amorebieta este sábado.

Toda la sesión estuvo marcada por el trabajo con balón, algo que ha dejado hace tiempo de ser noticia en Zubieta. Imanol confirmó desde su comienzo que no quiere relajaciones y que pretende exprimir al máximo a los pocos futbolistas (solo catorce, más Ayesa y Turrientes) con los que cuenta esta semana. La vida sigue igual en la casa del líder... Entre otras cosas, gracias a la táctica del palo y la zanahoria que aplica su exigente técnico.