acía mucho tiempo que no lo escuchaba. Me lo recordó Norberto Galarraga, un argentino apasionado de la Real que siempre suele comentar con mucho cariño mis crónicas y que en su cuenta de Facebook acostumbra a redactar muy buenos escritos comentando los encuentros y la actualidad txuri-urdin. Fue tras la magnífica victoria en una plaza como Vigo, donde nos ha costado siempre brillar y competir, que se han encargado de infravalorar desde el propio club blanquiazul sin que lleguemos aún a entenderlo: "Inmejorable. Las tres G, Ganar, Gustar y Golear que popularizó el Santos de Pelé y luego el Brasil de México 1970", me envió. Lo cierto es que se me había olvidado, porque recuerdo que era un concepto que utilizaba de forma recurrente el año del subcampeonato para referirme a los mejores partidos que completaron los de Denoueix. No se me ocurre una mejor forma para definir las señas de identidad del equipo de Imanol.

El punto G, ese eterno y morboso desconocido. Yo siempre he defendido que el fútbol puede despertar sensaciones parecidas al erotismo. Por la pasión y el sentimiento que genera en los hinchas. Y por el orgasmo que se puede alcanzar, por ejemplo, con un gol de tu equipo en el último minuto. Dicen los puristas y expertos (de los que me desmarco) que el punto Gräfenberg, comúnmente conocido como punto G, es una zona erógena del área genital de los hombres y de las mujeres. En el caso de estas últimas, el punto G se considera que está situado internamente detrás del pubis y alrededor de la uretra. En los hombres podría ubicarse en el ano.

En la mayoría de los casos, si se estimula adecuadamente puede incrementar la excitación y desencadenar el clímax y culminar con la eyaculación. Si lo trasladamos al fútbol, para encontrar el punto G no necesitamos tanta incertidumbre ni dificultad. La Real sabe muy bien cómo alcanzarlo. Imanol conoce el secreto. La fórmula de las 3 G: ganar, gustar y golear.

Antes de que este deporte estuviera presidido por la dictadura del resultado, que nos condiciona a todos en nuestros análisis de los partidos (a mí el primero, por supuesto), la consagración de cualquier equipo que se preciara llegaba cuando se cumplían las 3G. Lo siento para los que discrepan, Imanol incluido, pero para mí el pasado domingo en Vigo la Real firmó una actuación redonda en la que ganó, gustó y goleó. Y hasta le añadiría una R gigante, de rotaciones, porque no se puede olvidar que cuando se acumula el cansancio mengua la inspiración y solo fueron tres los jugadores que repitieron desde el inicio el jueves ante el AZ. Un tema que a estas alturas de la competición comienza a no ser baladí, a pesar de la fiable y creciente plantilla txuri-urdin por la recuperación de efectivos lesionados. Como leía en un artículo de hace unos años, alcanzar los tres componentes hoy en día está reservado para muy pocos equipos y en muy pocas ocasiones. Y si lo pensamos bien, la Real ha encadenado cuatro partidos en Liga en los que lo ha gozado ante Betis, Getafe, Huesca y Celta. Luego podremos discrepar y discutir sobre cuál nos ha convencido más, pero en todos ellos se acabaron dando las 3G.

Con esto no estoy haciendo de menos a la G gigante de la doctrina Luis Aragonés: "ganar, ganar, ganar y volver a ganar, ganar, ganar". Conozco a Imanol y su obsesión y prioridad es sumar de tres en tres. Lógico y normal. Del marcador suele depender nuestro estado de ánimo. Si vence nuestro equipo, todos contentos, si pierde, todos enfadados. Como en todos lados, obvio. Ahí está el Atlético que ahora se encuentra en una crisis existencial porque Simeone ha cambiado y quiere dar más de dos pases seguidos por jugada entre otras cosas porque tiene a un fenómeno portugués en la mediapunta, pero cuyo empate en Moscú, tras completar una notable actuación, no ha terminado de convencer a sus aficionados más prácticos. Como comentó un conocido locutor que cubre su actualidad, "este es el único país en el que se cuestiona lo que funciona bien".

Pero en la Real hace tiempo que no se discute el estilo de juego. Sobre todo desde que Imanol le dio un giro de tuerca más para convertirlo en mucho más competitivo y desde que Olabe reforzó su plantel con fichajes de primer nivel los tres últimos veranos. Al referirse a las 3G, un conocido redactor argentino escribió: "Muchos que ya peinamos canas seguimos valorando cuando un equipo juega bien, se pasa la pelota, genera asociaciones, triangula, busca llegar al área contraria tocando y tocando, rotando, con movilidad, sin dar referencias a los rivales, confundiendo a los marcadores porque los jugadores un rato aparecen por derecha y a la escena siguiente, por izquierda". Cómo estará disfrutando viendo si le sigue, como espero que lo haga, a la Real. Los Globetrotters, como les denominó Germán Dobarro al narrar de forma divertida y genial, también con g, el segundo gol marcado por Oyarzabal en Vigo. Porque cuando se juega bien al fútbol da igual el equipo o el país en el que se hace, los aficionados con buen paladar tienen y deben disfrutar con sus partidos. Y eso está logrando la Real. Enganchar. Que se le conozca en la Liga y en el extranjero. No es casualidad que los periodistas holandeses le hicieran tres preguntas al entrenador del AZ, Slot, al término del encuentro y fuesen por el mismo lado: "¿Qué habéis aprendido al jugar con un rival tan bueno?"; "¿Tenían la sensación de que estaban jugando con 12?"; "¿Cree que la Real todavía es mejor que el United que les eliminó el año anterior en la misma competición?".

La Real ha descubierto la fórmula para enganchar a su gente. Porque nadie discute a estas alturas que gana, gusta y golea. Pero la sensación que ofrece es que Imanol, nervioso, trata de que no se le vaya de las manos el éxito de su equipo. No solo a nivel local, sino también en el internacional. Podría tomar como testigo a Del Bosque, que de esto sabe un rato: "No podemos recrearnos en lo conseguido, porque el fútbol suele castigar a los que se creen muy buenos". Y lo entiendo. Porque la Real todavía no ha logrado nada. Es cierto. Pero ya nadie discute que su forma de jugar cumple con las tres g que enamoran. Hoy se presenta en Anoeta otra G de las grandes, la del Granada. Lastrada por las bajas, pero cuya amenaza continúa vigente, como sucedió en los minutos finales ante al AZ. Pero este equipo es una plena garantía, también G, para soñar con todos los títulos que tiene a su alcance que no son pocos. Dicen que no es la voluntad de ganar, sino la voluntad de prepararse para ganar lo que marca la diferencia. Y la A de ambición, pregonada por Alguacil, con g incluida, como no podía ser de otra manera. Ya lo saben, apunta al cielo y llegarás al techo. Apunta al techo y te quedarás en el suelo. Aunque no lo quiera reconocer, creo que Imanol está tratando de que su equipo mantenga los pies en ese suelo. De ahí que sus mensajes en cada comparecencia, sobre todo después de ganar, sean así de autocríticos y exigentes. En cambio cuando pierden, zanahoria. Salvando las distancias, porque aún no ha vencido nada a pesar de estar en el camino, ya lo advertía Cruyff: "Después de que hayas ganado algo, ya no estás al 100%, sino al 90%. Es como una botella de agua carbonatada a la que se quita la tapa durante un breve espacio de tiempo. Luego hay un poco menos de gas dentro". Mientras paladeamos las 3 G y somos la envidia de Europa, no está de más que al menos contemos con un Pepito Grillo en el banquillo que nos recuerde, como hacía un esclavo con los triunfales César cuando eran aclamados por el pueblo de Roma, las limitaciones de la naturaleza humana: "No olvides que morirás". Real, seguro que llegará el día que perderás. Aunque igual sea casi mejor dejarlo para otra semana. ¡A por ellos!