- Miguel Ángel Moyá volvió a ir ayer a Zubieta para tratarse de una importante contractura muscular que sufrió en el partido ante el Sevilla. El mallorquín puso en peligro su futuro en el Wanda, al jugar lesionado de su pierna que le mantuvo entre algodones desde el jueves al domingo. Es más, si se analiza su partido, se puede comprobar que no dio ningún golpeo en largo por precaución y su saque de más metros, en un servicio a Oyarzabal, lo hizo con la mano (no es el único que ha competido al límite en estos últimos partidos, como por ejemplo Monreal e Isak en Vila-real). Incluso así se puede entender mejor el único error que cometió en una salida de balón, que solventó él mismo con una buena intervención. Su situación no era fácil, ya que tanto Zurutuza como Odegaard, como él, firmaron una prolongación de un mes de su contrato que expiraba el 30 de junio para jugar hasta el final de la Liga sin ninguna compensación económica.

Es decir, sin relación contractual actual con la Real, Moyá arriesgó sus vacaciones o su posible marcha a otro club para disputar con el equipo realista el último cartucho para entrar en puestos europeos. No se entiende muy bien que el club todavía no haya movido ficha cuando el mallorquín ha manifestado de forma clara y rotunda que su prioridad es continuar de txuri-urdin, cuando ha acabado la campaña como uno de los grandes artífices del éxito final (su parada a Ocampos en el último minuto del encuentro ante el Sevilla se puede poner cerca de la importancia del tanto de Januzaj) y cuando la afición es un clamor para que siga al valorar su actitud, su compromiso y su nivel bajo palos. Como declaró Roberto Olabe, la nueva normalidad y los tiempos de crisis y de recortes que se avecinan en el fútbol español provocan que hubiese que esperar hasta el final de temporada para tomar una decisión sobre su continuidad. Su ficha es alta, aunque la opción para prorrogar su vinculación firmada con la Real, cuando dejó el Atlético, era a la baja.

Jokin Aperribay y Roberto Olabe se reunieron ayer por la mañana en Anoeta y todo parece indicar que el presidente se pondrá en contacto en las próximas horas con el agente del balear, Manuel García Quilón, con el que mantiene una buena relación desde hace muchos años. Lo que no pueden pasar por alto en los despachos es que el de Benisalem no puede esperar mucho más y que cuenta con muy buenas ofertas para continuar su carrera. A sus 36 años, aún considera que le queda cuerda para más temporadas, como lo ha demostrado en este tramo final del curso. Además, con cinco competiciones (cuatro y la final de Copa) a afrontar la próxima campaña, sorprende que la Real no cierre cuanto antes su renovación para asegurar una demarcación que, si continúa como así parece que se confirmará en las próximas horas, se presentaría como la más estable y segura de la plantilla. El preparador de porteros, Luis Llopis, que también tiene que firmar su continuidad, Remiro, con quien mantiene una relación magnífica, y Zubiaurre, a quien siempre defiende a capa y espada Imanol, la completan. Moyá ha esperado mucho a la Real, a la que se le empieza a acabar el tiempo para reafirmar su confianza en el portero.