a Real necesitaba ganar. Por la clasificación, sí; por Europa, también; por su afición, por supuesto; por no rebajar a suficiente la nota a una temporada que estaba camino de acabar en sobresaliente, cómo no... Pero, por encima de todo lo anterior, para recuperar lo más valioso que había perdido: la confianza.

Nada bueno llega si no es con esfuerzo. Y resulta evidente que la Real ha trabajado como el que más para seguir estando arriba tras el parón. Lo hizo antes y después del partido ante el Alavés. En la previa del Celta, y en el post del Madrid. Solo hace falta ver cómo corre Odegaard a pesar de su dolor, animado a gritos desde la grada por Sangalli.

Sin embargo, como reconocía Imanol, a la Real le faltaba “algo” para conseguir el triunfo, ese que en marzo parecía llegar solo.

La alegría volvió a las caras txuri-urdin el jueves porque las victorias dan confianza y, con ella, la Real puede asaltar el Bernabéu si se lo propone. O plantarse en la final de Copa. Ahora el reto es volver a Europa. O mejor dicho, volver a sacarse un billete que ya tenía reservado. El tren de la UEFA ha vuelto a arrancar sus motores y, aunque pareció que sus interventores (pónganle ustedes sus nombres) no quisieran aceptar su entrada, la Real tiene motivos para el optimismo. Para confiar en que podrán llegar a tiempo al andén. Aquí van cinco:

Es el pilar que sustenta todo. Un equipo unido, que cree en sus posibilidades, y en el que, cada uno, arropa y defiende a sus compañeros; esa es la Real. No lo pareció en las últimas semanas -¡ni protestaron el penalti en Getafe!-, pero el jueves hubo una imagen cristalina para el optimismo: la piña de toda la plantilla que organizó Imanol en el centro del campo. El técnico, que dejó ese momento para la privacidad de los jugadores, cuenta además en la plantilla con varios futbolistas que aportan ese plus de serenidad que necesita ahora una plantilla tan joven e inexperta. Uno es Monreal y, otro, Moyá: un ejemplo de profesionalidad y un aita para los más jóvenes. “El equipo ha sacado mucha personalidad, esta noche (por el jueves) se ha hecho mayor”, afirmó el portero tras el partido. El mallorquín sabe, y mucho, de fútbol y de vestuarios. Si él lo tiene claro...

El del jueves contra el Espanyol fue, sin duda, un partido de detalles. Porque, antes incluso de la piña de la victoria, hubo otra foto que genera optimismo. Se le ve a Odegaard, en el descanso, en la bocana de vestuarios -se quedó en el campo estirando y trotando, ya que apenas pudo calentar con la lesión de Januzaj-, esperando a sus compañeros: cuando estos salieron, choque de manos y un mensaje de ánimo a todos y cada uno de ellos. Si eso no es compromiso, qué lo es. El noruego, que no hay que olvidar que es propiedad del Real Madrid, está jugando con dolores desde el partido frente al Alavés, y no duda ni un instante en parar. Puede que el próximo año ya no esté aquí -los veranos son siempre largos en la Castellana-, pero está demostrando que quiere jugar en Europa con la Real. Como Sangalli, que se pasa los partidos pegando gritos desde la grada. A falta de socios en Anoeta, la afición la lidera el donostiarra. Compromiso y más compromiso. Se volvieron a escuchar portazos de rabia en el vestuario, pero ahora ya son de alegría.

Sin gol no hay paraíso. Aunque ahora haya que sudar sangre para celebrarlos, el equipo tiene pólvora en sus botas. Willian José, que volvió a ver portería el jueves, ya ha alcanzado las diez dianas esta temporada. Cuarto curso consecutivo llegando a la decena. Solo el gran Meho Kodro lo había conseguido antes. Y luego está Isak, que lleva 15 en todas las competiciones (8 en Liga). El sueco es, además, un revulsivo perfecto: es el segundo jugador que más goles ha metido como suplente, con 5 dianas. Si a todo ello le sumas la clase de Oyarzabal, que ya dio una asistencia contra el Espanyol, ¿quién dijo que el gol sería un problema?

Mirar al pasado, a veces, es bueno. En la Real 2019/20, más si cabe. Porque, con el parón, ésta parece otra temporada, pero no, es la misma que empezó en agosto con la Liga, y en la que el equipo lleva 22 victorias en 40 partidos. Desde la 2002/03 no se alcanzaba esta cifra, y ya sabemos cómo acabó aquella campaña... Además, los txuri-urdin suman 50 puntos en Liga, los mismos que logró el año pasado en toda la competición.

Y por último, los rivales. No depende de la Real, pero el calendario es optimista también. Las dos próximas jornadas serán claves: si los donostiarras ganan al Levante y al Granada, podrían abrir brecha. Getafe y Villarreal se enfrentan el miércoles, y con un submarino amarillo, revelación del postconfinamiento, que habrá recibido tres días antes al Barcelona. Y luego está el Athletic, que lo tiene más complicado todavía: recibe al Madrid el domingo y viaja a Sevilla el jueves. Es cierto que la Real acabará la temporada jugando contra Sevilla y Atlético, pero, para entonces, ¿no tendrán ya los deberes hechos hispalenses y colchoneros? Lo dicho: optimismo.