La Real también cayó ante el Madrid. Lo hizo con orgullo, porque lo intentó hasta el final, pero su actuación fue un canto a la impotencia. Primero porque su crisis, que ya se puede catalogar así al haber acumulado por primera vez esta campaña tres partidos sin vencer, ya es preocupante y segundo porque la actuación arbitral le privó de poder aspirar a puntuar. Como ya avisó Piqué, con su retranca, había pocas opciones de que el Madrid pinchara en Anoeta. Y así fue. Ante la duda, el árbitro siempre barrió para el gigante. Por eso es uno de los colegiados con el que mejores resultados cosechan los blancos. Y en jugadas decisivas, que fueron las que decidieron la contienda. El posible penalti de Llorente a Vinicius es más que discutible porque el contacto parece microscópico y que no altera su nuevo disparo fallido. El gol anulado a Januzaj por un fuera de juego posicional de Merino, sin tocar el balón ni estar cerca de hacerlo, y señalado por el linier que no tiene ninguna posibilidad de comprobar si le molesta o no a Courtois es denunciable. Sobre todo porque no se lo señala al Madrid ni ebrio. Y el control de Benzema en el tercer gol es más que dudoso de que lo baja con el brazo. Así es imposible. Pero bueno, que las ramas arbitrales no nos impidan ver el bosque. Los blanquiazules continúan en modo torneo Carranza de verano.

La ilusión por bandera. Eso es lo que se percibía en los hogares guipuzcoanos durante la pandemia. Uno de los pocos focos de esperanza en uno de los momentos más duros y dramáticos que hemos sufrido la mayoría en nuestras vidas. La suspensión del campeonato ha desenchufado a la Real. No es la misma. Son los mismos jugadores, las mismas caras, pero cuesta hasta reconocerles. Se puede entender que les sea difícil arrancar, pero este bajón no hay por donde cogerlo. Aparte del drama que es verles en acción, hay que sumarle que en solo una semana ha perdido el colchón para entrar en Europa, algo que dábamos por seguro cuando arrancó el confinamiento y nos creíamos los mejores. Llegados a este punto, nos asaltan muchas preguntas. Demasiadas. ¿Qué ha pasado? ¿Por qué nos vendieron que llegaban como motos y la sensación que ofrecen en comparación con sus contrincantes que están mucho peor físicamente? ¿Qué ha sucedido para que sea de repente uno de los equipos más castigados por las lesiones del campeonato? ¿Cómo es posible que el descaro y la alegría con las que nos conquistaron desde el minuto uno se hayan transformado sin competir en un bloque deprimido y vulgar. Del montón. Y eso que se puede llegar a entender que no ha tenido suerte en los primeros dos enfrentamientos, ante dos vecinos que le conocían muy bien. Sin estar al máximo resulta siempre mucho más fácil destruir que construir, aunque sus posteriores goleadas encajadas nos descolocan. De ahí la siguiente pregunta, ¿por qué ha variado tan poco su propuesta Imanol? ¿Qué le pasa al oriotarra que hasta parece menos activo en la banda? Como si supiera algo que nosotros desconocíamos y que los indiscutibles hechos que estamos presenciando les ponen bajo sospecha y provoca que se enciendan todas las alarmas. ¡Espabila Real! No puedes cargarte la mayor ilusión y la mejor atmósfera que habías generado en mucho tiempo. Sería absolutamente imperdonable que se quedaran fuera de Europa. Y su candidatura comienza a correr serio peligro. De hecho ha pasado a estar bajo amenaza

Imanol volvió a cambiar bastantes jugadores. Un total de seis para tratar de hacerle un lavado de cara al penoso equipo que cayó sin honor ni dignidad en Vitoria. Y sin disparar entre los tres palos. No sé cuál de ellas fue más grave. Probablemente el conjunto de todo, obvio. En la zaga entraron Gorosabel por el sancionado Zaldua, Le Normand por Aritz, que había jugado los dos partidos y Monreal por Aihen, que no tuvo su tarde en Mendizorroza; en el centro del campo regresó el anhelado Merino para formar la medular de toda la temporada junto a Zubeldia y Odegaard, una vez superadas sus molestias físicas; y arriba, un descansado Portu sentó a Januzaj e Isak, el delantero de la temporada txuri-urdin, a Willian José que ha vuelto con la pólvora mojada. El sueco comenzaba a tener motivos suficientes como para mosquearse después de su extraordinaria explosión durante la etapa en rebeldía y posterior castigo del brasileño. Más o menos lo esperado. Si se compara con el gran referente de la clasificación copera, faltaban Aritz y Januzaj. Es decir, la apuesta era parecida.

Si ante los grandes siempre es importante empezar bien los encuentros, ayer simplemente se antojaba vital. Sobre todo para tratar de equilibrar los antagónicos estados de ánimo con los que se presentaban al duelo. El Madrid llegaba pavoneándose, pero Zidane prescindió de Hazard, que estaba completando una dupla de ensueño con Benzema, para buscar más músculo y velocidad con unos muy adelantados y agresivos en la presión Valverde y Vinícius. Con James, gran sorpresa en la pizarra de alineaciones, escorado en la banda derecha

Las estadísticas ofrecían también dos clavos a los que agarrarse para ambos contendientes, ya que la Real había ganado tres de los cuatro enfrentamientos entre ambos, pero los blancos se habían llevado siete triunfos en las diez últimas visitas a Donostia. Seguro que los que han vivido ambientes muy calientes respiraron muy tranquilos al constatar el silencio sepulcral de ayer en Anoeta. Qué desperdicio de comparecencia merengue, con la que le esperaba€

Pronto se vio que los dos equipos preferían esperar y evitar el fallo conscientes de que el partido iba a ser largo. Los dos conjuntos con un esquema 4-3-3, bien emparejados los futbolistas en la sala de máquinas y con muy pocas concesiones para las contras. Lo cierto es que la Real mejoró, empeorar era imposible, pero la sensación desde el primer minuto fue de inferioridad. Los blancos parecían más peligrosos y, sobre todo mucho más fuertes. El primer acto fue un tostón considerable, propio de la nueva situación que se está viviendo, pero la realidad fue que a los realistas les seguía faltando confianza en sus posibilidades, precisión y brillantez. Todos muy estáticos y sin desborde, lo que les convierte en lentos y previsibles. Al menos esta vez recuperaron la presión adelantada, otra de sus señas de identidad, que incomodó bastante a los madridistas. Una vez más no fueron capaces de generar ninguna ocasión previo al entreacto. Su único acercamiento destacable fue un lejano disparo de Le Normand que se marchó muy desviado. El duelo estuvo marcado por el choque en la medular de dos colosos, Casemiro y Merino, que se repartieron varias faltas entre ellos. Algunas fuertes, otras más exageradas y un codazo del madridista de cartulina de color naranja. Vinícius fue el visitante más peligroso al poner en jaque continuamente a Gorosabel, al que acabó expulsando en el Bernabéu. El brasileño pudo marcar a los dos minutos pero su disparo se le escapó alto. Benzema, tras un error de Merino, y Casemiro pusieron a prueba a Remiro, en sendas intervenciones en las que no llegó ni a tirarse al suelo. La más clara de los de Zidane llegó en el 42', con la Real aparentemente bastante desgastada, en otro chut de Vinícius que salvó con más apuros el meta de Cascante. El descanso le vino bien a la Real, a la que le faltaba la aparición de piezas importantes como Odegaard, una vez más, Oyarzabal, Portu e Isak. Así era muy complicado.

Nada más reanudarse el juego, Vinícius volvió a hacer sangre por su banda y provocó un supuesto penalti por un mínimo roce que el colegiado ni consultó en el VAR. Para qué, a ver si no iba a tener más remedio que corregirlo ya que las imágenes revelan más una torpeza del brasileño que una infracción de Llorente. Imanol movió el banco, sacó a Aritz para cerrar su banda y a un Januzaj que volvió a darle un toque distinto al equipo. A los diez minutos, el belga empató en una jugada ensayada, pero el trencilla lo anuló por un fuera de juego de Merino que, como defendió el propio jugador, se encontraba a dos metros de la trayectoria del balón y a cinco del meta. La rapidez con la que levantó la bandera el linier, que en la primera parte ya había tomado todas sus decisiones del mismo color, fue reveladora y más que sospechosa. Oiga, que estos de la Real querían empatar e impedir el liderato del Madrid, ¡menuda afrenta! Poco después, Benzema hizo el segundo tras un control más que dudoso y la Real lo intentó hasta el final más con el corazón que con la cabeza. Merino recortó distancias al aprovechar un gran servicio de Roberto López.

Y se acabó. Así gana el Madrid. Siempre con la duda de las descaradas ayudas arbitrales que recibe. Ahora bien, ya ha pasado el duelo ante los blancos y ahora toca resetear y volver a partir de cero. Un punto de nueve posibles es un registro dramático que amenaza la candidatura europea realista. Si pretende volver a ser solvente y eficiente, si quiere hacernos soñar de nuevo, mucho van a tener que cambiar las cosas en los siguientes encuentros. La Real mejoró, pero ni pudo, ni le dejaron y la realidad es que por momentos muchos de sus jugadores siguen pareciendo que se encuentran de pretemporada. Alerta roja.

Así gana el Madrid: siempre con la duda de las descaradas ayudas arbitrales que recibe; ahora toca resetear y partir de cero

El gol anulado a Januzaj por fuera de juego posicional de Merino, sin tocar el balón ni estar cerca de hacerlo, es denunciable