Kaixo afición txuriurdin! Me toca hilar fino. Por aquí han pasado exjugadores que no figuran en la primera línea de vuestra memoria y que, por lo tanto, han gozado de manga ancha para tirar de recuerdos y detallar circunstancias de sus carreras. Yo, en cambio, lo voy a tener más difícil, porque creo, modestia aparte, que me tenéis muy presente aún. Y porque creo también que los puntos relevantes de mi trayectoria resultaron muy característicos. A nada que revele un par y empecéis a atar cabos, lo tendréis demasiado fácil. A ver si consigo haceros pensar un poquito.

Mi primer gol en el mundo profesional se lo marqué a un exportero del Barcelona. Y en aquel rival también jugaban dos futbolistas que luego pasarían por la Real. Perdimos el partido, cosa rara: durante aquella temporada, en la que todavía tenía edad de juvenil, marqué siete goles con el filial, y todos sirvieron para ganar. Mi segundo gol en categoría profesional tardó en llegar, lo anoté más de dos años después. Y en el rival había dos futbolistas que habían pasado por la Real. Uno de ellos, el canterano, permaneció durante muchos años más en aquel club castellano, a cuya primera plantilla entrenaría después, antes de dirigir ahora a su filial. Mi tercer gol en categoría profesional, mientras, llegó ya en la que podemos considerar temporada de mi explosión. Y se lo marqué, casualidades de la vida, al equipo en el que había militado cedido. No sirvió de mucho, porque perdimos en Anoeta (2-3). Termino con el repaso histórico recordando mi segundo tanto en Primera División, más de cinco años después de inaugurar la cuenta, y con un exportero del Athletic en la portería rival.

Como podréis intuir de los datos con los que he dejado entrever cómo fue mi trayectoria, esta no resultó nada sencilla. Desde el temprano debut hasta la famosa cesión, pasando también, y esto lo añado ahora, por momentos complicados debido a la falta de minutos. Llegué a estar cerca de salir del club por segunda vez, en un nuevo préstamo, pero a base de trabajo me gané la continuidad. Aquella jornada inaugural en La Meca del realismo terminó de confirmar que había conseguido hacerme con un sitio en el equipo. Y que me había ganado la confianza de un míster con quien rendí a mi mejor nivel.