a conocía la Liga. Había militado en el Celta (no llegó a debutar), Salamanca y Osasuna, ofreciendo buenas prestaciones como charro y como rojillo. Sin embargo, la llegada de Carlos Vela a la Real fue acogida con ciertas reservas, porque sus tres temporadas más recientes, ya en la Premier League, hablaban de una promesa a la que le estaba costando mucho arrancar. Solo tenía 22 años. Estaba a tiempo de todo. Pero ni siquiera su experiencia más reciente, una cesión al West Bromwich Albion, resultaba alentadora. ¿Sería solo el fútbol de las islas? ¿Mejoraría Vela de regreso al torneo español?

Afortunadamente, así terminó sucediendo. Entre el verano del año 2011 y diciembre de 2017, el delantero de Cancún destacó con la camiseta txuri-urdin, tras vivir, eso sí, un inicio regular. Comenzó el curso y Vela, como la propia Real, no carburaba del todo. Acababa de aterrizar en el club Philippe Montanier, cuyos métodos costaba asimilar. Pero la directiva apuró con el galo en el banquillo. Y el propio técnico francés insistió con el mexicano, a quien mantuvo siempre en sus alineaciones pese al discreto nivel que ofrecía. A finales de noviembre, con el míster jugándose la cabeza en el Villamarín, Vela inauguró su cuenta goleadora en aquel partido recordado por el tanto postrero de Iñigo Martínez. Una semana después, el maya volvió a ver puerta, con una chilena salvadora frente al Málaga. Su fútbol entró entonces en ebullición.

El peculiar carácter del atacante llevó a este a protagonizar episodios curiosos. En su día, faltó a un entrenamiento tras haber acudido la víspera a un concierto nocturno en Madrid, perdiendo luego el avión a primera hora de la mañana. Y, pese a encontrarse entonces a un nivel sobresaliente, no jugó el Mundial de 2014 en Brasil, ya que durante aquella época rehusaba ser citado por el seleccionador mexicano. Sorprendió su ausencia en el torneo, principalmente, porque en el tramo final de la Liga previa había cargado a sus espaldas con aquella desfondada Real de Jagoba que dejaba atrás un calendario de locos.

El equipo terminó séptimo. Tuvo que disputar dos previas europeas en verano. Y Vela solo participó, muy mermado por una fascitis plantar, durante breves minutos en la infausta eliminatoria contra el Krasnodar.

Tras un arranque discreto en los inicios de Montanier, sus goles a Betis y Málaga cambiaron su dinámica personal y la del equipo