aixo afición txuri-urdin! Nací en el norte de mi país, lejos de esa costa que quizás algunos hayáis conocido. No somos una potencia turística, pero a apenas 20 kilómetros de nuestra frontera, en el estado vecino, hay una localidad con un reclamo impresionante. Me consta que desde ella, y por pura curiosidad, algunos os habéis acercado para conocer mi tierra. Aunque supongo que sois los menos quienes así lo habéis hecho alguna vez. Al fin y al cabo, no hablamos de una escapada muy frecuente. Solo de una aventura algo excéntrica, propia de aquellos a quienes les ilusiona alimentar con nuevos sellos las hojas de su pasaporte.

Sí. Fui internacional. Pero nunca defendí la camiseta de la selección durante mi etapa en la Real. Pasé un año entre vosotros. Nuestro combinado acababa de recibir entonces la consideración de oficial por parte de la FIFA. Y esperábamos a la temporada siguiente para debutar en una fase clasificatoria. Solo jugábamos amistosos. Cuál fue mi sorpresa cuando de cara al primero de ellos, pocos meses antes de aterrizar en Donostia, los integrantes de la federación no se pusieron en contacto conmigo ni tantearon mi disponibilidad. Me cabreé mucho y aparecí en la prensa de mi país con unas declaraciones fuertes. "Si no han contado conmigo ahora, que no lo hagan nunca. Ya no soy convocable". En primera instancia, se lo tomaron al pie de la letra. Y por eso me quedé siempre entrenando en Zubieta cuando se abrieron las ventanas internacionales. Eso sí, todo se arregló un par de años después y empecé entonces a entrar con asiduidad en las listas del seleccionador.

Conocido ya este episodio, deduciréis que era un futbolista de sangre caliente. En la Real también lo demostré durante aquella convulsa campaña, en la que llegué a dirigir algún gesto al palco de Anoeta. ¡Pocas veces se ha visto eso en vuestro estadio! Igual hasta tengo el dudoso honor de haber sido el único. No atravesaba entonces un buen momento en lo personal, relegado a la suplencia. Pero terminé ganándome el regreso a la titularidad. Y el equipo se jugó su suerte conmigo en el campo. Estuve cerca de pasar a la historia como el autor del gol decisivo de la campaña. Del GOL con mayúsculas. Y sin embargo todo quedó en nada. Qué pena.