ra verano de 2006 y la Real se dispuso a acometer una profunda reestructuración de su primera plantilla. La reciente ampliación de capital en el club había generado liquidez en las arcas. Y la entidad txuri-urdin acudió al mercado para incorporar a un buen puñado de nuevos futbolistas, avalados todos por un José Mari Bakero de doble función: director deportivo y entrenador. Llegaron Bravo, Gerardo, Juanito, Diego Rivas... y Fabio Felicio, un desconocido portugués procedente del Uniao Leiria cuya demarcación (extremo izquierdo) había quedado muy despoblada. Después de su exitoso paso por Donostia, Mark González regresó al Liverpool tras cesión. E Igor Gabilondo puso rumbo al Athletic, una vez finalizado su contrato.

La Real pagó 300.000 euros por el futbolista portugués, que aterrizó en Anoeta con 24 años y tras anotar siete goles durante la campaña anterior. Fabio Felicio comenzó la temporada como suplente, con Gari Uranga titular en su banda, pero siempre disfrutó de minutos y ni siquiera el relevo en el banquillo cambió esta circunstancia. Jugó de arranque en el debut de Lotina, y el de Meñaka contó con él de forma regular, sacándole al campo como reserva. Sin embargo, el mercado invernal implicaría el fichaje de Savio Bortolini y el traspaso del propio Fabio Felicio al Rubin Kazan de la liga rusa.

Concluyó así una breve trayectoria de media temporada como txuri-urdin en la que el luso no cumplió con las expectativas generadas. Estas habían crecido durante su presentación, cuando el entonces directivo Jesus Mari Zamora dijo aquello de que "Fabio Felicio va a hacer levantarse a la gente de sus asientos". Pero el atacante portugués, natural de la costa del Algarve, de la localidad de Faro, pondría rumbo solo meses después a tierras exsoviéticas, donde tampoco terminó de rendir. Visto lo visto, el Rubin Kazan llegó a cederle al Martítimo de Funchal portugués y al Asteras Trípolis griego. Y le relegó incluso a militar en su plantilla filial, ya durante el curso 2009-10, aquel en el que el club se dio a conocer en Europa ganando al Barcelona en el Camp Nou. Desde entonces hasta la retirada en 2018, Felicio estableció una curiosa marca: en ocho años vistió ocho camisetas distintas, todas de clubes portugueses. El último, el modesto Olhanense.

Aterrizó en la Real en verano de 2006 procedente del Uniao Leiria portugués; meses después recaló en el Rubin Kazan ruso