donostia - Punto final. Rubén Pardo dio el OK ayer y firmará hoy un contrato con el Girondins para los próximos dos años y medio y deja la Real catorce temporadas después de su llegada a Zubieta. La directiva txuri-urdin le ha puesto muchas facilidades para que pueda marcharse y, en principio, le deja partir libre cuando aún le quedaban seis meses de vinculación. A cambio se asegura un porcentaje de una posible venta futura a un tercer club.

El futbolista, que siempre ha tenido clara su preferencia por recalar en un club de la Liga, finalmente ha aceptado esta segunda propuesta, que incluso supera los emolumentos que estaba percibiendo en la Real. Pese a que los dos clubes ya habían alcanzado un acuerdo el pasado verano por una cantidad que rondaba los dos millones de euros, el jugador decidió que quería quedarse para intentar ganarse la confianza de Imanol, como ya lo había acabado logrando en las dos campañas anteriores. Con lo que no contaba es que, esta vez, aparte de que ha subido el nivel de la competencia en la medular, la dirección deportiva le ha mantenido apartado. Por mucho que lo hayan negado repetidamente tanto Olabe e Imanol, a nadie se le escapa que primero le presionaron en los últimos días del mercado de verano, dejándole sin jugar apenas en los dos últimos amistosos, dándole incluso más minutos al canterano Zubimendi, y después pasó al ostracismo sin ir convocado en las primeras 18 jornadas y siendo alineado solamente ante el Becerril. Una decisión esta última que pareció más bien un maquillaje porque había mucha gente molesta con el trato que estaba recibiendo un jugador que había pasado por todas las categorías de Zubieta: "Le están tratando como un Sandro cualquiera, como si llevase solo un año aquí", dejó caer un técnico txuri-urdin en privado.

Después de completar una notable actuación en Palencia, con asistencia de gol y casi doblete, viajó a Iruñea y al Villamarín, pero no llegó a jugar. Más grave fue lo de Ceuta, donde pensaba tener minutos tras su rendimiento en la anterior ronda, pero no llegó a calentar ni un solo minuto. El riojano no daba crédito y regresó a casa muy molesto, sin entender nada, tal y como le sucedió a Moyá.

Pardo no aguantaba más. Los últimos entrenadores, Eusebio, que fue quien más daño le hizo, Imanol y Garitano, no han contado lo suficiente con él y ha ido perdiendo protagonismo, lo que ha acabado por mermar su moral. Pese a todo, los números muchas veces están de su lado y son el mejor escudo para defenderse, ya que el curso anterior participó en un total de 24 encuentros, siendo titular en los tres últimos en casa a las órdenes de un Imanol al que siempre le ha gustado, hasta este curso.

Nada le hacía más ilusión que triunfar en la Real. Incluso cuando salió a calentar ante el Espanyol en la Copa fue ovacionado por Anoeta, aunque el técnico decidió no darle la ocasión de despedirse en el campo, cuando sabía que estaba con un pie fuera e iban 2-0. Todos estos detalles han acabado por liquidar su paciencia. Athletic (varios de sus jugadores le llamaron para preguntarle cómo iba el asunto), Granada, Alavés y Levante contactaron con su agente para intentar que llegara con la carta de libertad bajo el brazo en junio, pero Pardo ya no estaba dispuesto a aguantar más. El paso al Girondins, a un país diferente, le da vértigo, pero al menos casi todo el cuerpo técnico es español, el entrenador es el luso Paulo Sousa y hay varios brasileños amigos de Willian. Los galos son décimos, lejos de la Champions y en plena crisis de resultados. El domingo puede debutar contra el Marsella.