Al analizar la temporada del equipo, los gestores realistas prefieren correr un tupido velo sobre el derbi de San Mamés: "Ese día no cuenta, porque no fuimos o no estuvimos", se limitan a decir. No puede haber un error más grande que no tomar ese encuentro como una referencia para entender varios de los puntos que se le han escapado o que se los han birlado a la Real en lo que llevamos de campeonato.

Ese Athletic agresivo e intenso hasta el límite del reglamento simplemente enseñó el camino a los demás. Descubrió que había una forma para derrotarle por muy bien que pueda jugar algunos días y por mucho que disponga de, quizá, el arsenal ofensivo más potente casi de su historia. Si a este equipo se le presiona en posiciones muy adelantadas, se le muerde y se le anula a dos o tres centrocampistas, no tarda en cometer errores graves que se convierten en ocasiones claras para marcar. Así zarandeó y vapuleó el Betis a la peor Real de la temporada, que cayó humillada con la misma versión pobre y decadente que desplegó en Bilbao. Así que, si no lo han hecho ya, confiamos en que en Zubieta se vuelva a revisar una y otra vez la hecatombe de San Mamés para llevar a cabo una de las cosas más importantes y saludables que se pueden hacer en el fútbol: aprender de los errores. Este proyecto tan ilusionante donostiarra cuenta con su kryptonita particular, que descubrió el vecino y que ha repartido a todos los clubes para que sepan cómo competirle y doblegarle.

El Betis goleó a la Real de forma contundente e irreprochable. Lo hizo después de arrasarle de principio a fin y de desaprovechar la oportunidad de hacerle más goles. Un conjunto txuri-urdin desacertado y desconocido, que acabó siendo una sombra de lo que ha sido, con todos sus jugadores anulados y acongojados, incapaces de revelarse ante su inferioridad y su mala tarde. No todo es cuestión de fútbol, también hay que tirar de personalidad y carácter en muchas ocasiones cuando las cosas no funcionan. Por algo es el equipo al que más veces le han remontado su ventaja inicial. Con una inocencia y una complacencia irritantes, que les llevaron ayer a encajar un gol en el último minuto de la primera parte, para dejar sentenciado el duelo, y a recibir el tercer tanto en la prolongación del encuentro, que además decanta el gol-average para los verdiblancos en caso de empate al final. En Sevilla la Real perdió mucho más que su silla. Se quedó sin nada momentáneamente para regresar con una sensación de vulnerabilidad y de dudas que multiplican las incertidumbres para lo que resta de temporada. Cuando la mayoría calculábamos que, de ganar, los blanquiazules se hubieran quedado a un punto del tercero, la realidad es que hay que centrarse en no perder las plazas que dan acceso a la Europa League, objetivo prioritario de la entidad. El globo corre peligro de pincharse del todo. Son 27 goles encajados en 20 partidos, un registro impropio de un equipo del que hablan tantas maravillas los especialistas del resto de la Liga, que están comenzando a ponerse nerviosos, y que cada vez nos hace menos ilusión. Vamos a centrarnos, o los realistas se remangan y se toman esto muy en serio o puede producirse un disgusto gordo. Ayer izaron la bandera blanca desde que saltaron al campo.

La Real comparecía con bajas importantes en el Villamarín. Muchas veces lo estamos pasando por alto. Por mucho que la plantilla haya subido notablemente su nivel, a cualquiera le tiene que trastocar viajar a uno de los estadios más exigentes de la Liga sin Illarramendi, Zubeldia, Zurutuza y Monreal. Salvo el de Rochefort, que ha perdido mucho protagonismo este curso, el resto son potenciales titulares casi indiscutibles. Imanol sacó el once esperado con la novedad de que Le Normand actuó en el flanco izquierdo para proteger a Llorente y que Isak se mantuvo en el once después de fallar todas las ocasiones posibles y de las todas las formas posibles en Ceuta. A nadie se le escapa que merecía más oportunidades, ya que su rendimiento está siendo óptimo pese a disponer de demasiados pocos minutos. En definitiva y para resumir, la Real más joven de la temporada con una media de 23,3 años. Por lo tanto, podía pasar un accidente, puesto que para el anfitrión se trataba de una final si pretende engancharse a la carrera por Europa.

La primera parte fue un desastre absoluto. La Real no conseguía encadenar una posesión de más de tres pases y la asfixiante presión del Betis provocaba que perdiera la pelota constantemente. Cuando la lograban superar, su rival se recogía para defender con las líneas muy juntas y muy replegadas en su campo, lo que motivaba que fuese complicado encontrar espacios para romper líneas, sobre todo por dentro. Su plan era provocar que buscara entrar por las bandas cerca de la cal. A Rubi le salió todo redondo. Y a la Real, todo mal. Hacía mucho tiempo que un adversario no superaba de forma tan nítida a los donostiarras. Sus jugadores ofensivos no olían la pelota, los del centro del campo siempre jugaban de espaldas, muy forzados y agobiados, y los dos laterales estaban hechos un flan. Sobre todo Aihen, al que no se le puede culpar de nada porque, como es normal, acusó el largo periodo de jugar a este nivel.

El Betis, claro dominador desde el inicio, no tardó en llegar con peligro, sobre todo tras sus recuperaciones en posiciones adelantadas. A los siete minutos, Joaquín no marcó partiendo desde la izquierda porque su disparo lo rozó Llorente. Odegaard, que no estaba para jugar, desperdició en semifallo un gran centro de Oyarzabal, pero a partir de ahí llegó la avalancha local. Emerson hizo sangre en la espalda de Aihen. Un disparo suyo se envenenó tras tocar en el navarro y casi se cuela en la meta de Remiro, el mejor visitante de largo, que se hizo gigante poco después en un mano a mano con Canales. A los 26 minutos, el cántabro sacó un gran córner y Borja Iglesias, marcado no se sabe muy bien por qué por Zaldua, la metió casi sin saltar. En Pamplona pasó algo parecido con Guevara, emparejado con otro gigante como Aridane. El gol era la consecuencia lógica a lo que estábamos viendo. Tras el mismo, amainó el temporal sin que la Real lograra hacer ninguna jugada de mérito hasta que en el último minuto, en un saque de banda txuri-urdin, una jugada poco trabajada, Aihen le metió en un marrón con bote a Oyarzabal, este la perdió en una posición letal, y Emerson cedió a Joaquín, que marcó a puerta vacía. Portu redujo distancias casi a renglón seguido, pero el VAR, que ha castigado duro y por centímetros a los guipuzcoanos en estas dos jornadas, lo anuló.

Al parecer, Imanol no debía estar demasiado decepcionado con los suyos tras su penoso primer tiempo porque no hizo cambios en el descanso. Y la verdad es que su equipo pareció intentar reaccionar, con una buena ocasión de Portu, que desvió Mandi, y que estaba anulada por fuera de juego. Lo malo es que no tardaron en volver a aparecer los errores individuales que ralentizaban cualquier atisbo de remontada. Guevara falló un pase horizontal y Joaquín rozó su doblete particular. Eso sí, segundos después, Merino, en un disparo espectacular al primer toque y desde su propio campo, que trazó una trayectoria muy similar al vuelo del chut de Iñigo Martínez, vio cómo la mala suerte impidió que entrara tras estrellarse en el larguero después de botar en el campo. Esta vez salió cruz.

La Real ya acechaba a un Betis que se dejaba dominar y las oportunidades no paraban de llegar en una y otra portería. Remiro salvó un disparo de Álex Moreno, con la derecha; y Canales desperdició otra pérdida de Odegaard. La entrada de Barrenetxea agitó el ataque realista y sus dos primeras apariciones las cortó el árbitro al inventarse una falta suya a Emerson y una mano inexistente de Zaldua en un control en el área. El trencilla tampoco quiso ver un penalti de Mandi a Barrenetxea. El bético se lanzó con los pies por delante, con los que impactó con el realista y cortó el balón con el brazo apoyado en el suelo. De acuerdo con que esto segundo no es punible, pero el contacto con las piernas entonces sí. En fin, pura lógica, salvo para los del VAR, claro. Oyarzabal desperdició la última y en la prolongación, cuando muchos estábamos pensando en salvar al menos el gol-average, en una contra sin oposición, Canales anotó el tercero. De no creer. ¿Es que nadie lo pensó en toda la delegación txuri-urdin? A cuatro puntos les tienen ya. Le ha dado vida al Villarreal y al Betis, que pase el siguiente, que se reparten piruletas para todos.

Un actuación nefasta en una víspera de San Sebastián. Con lo que vibra la Plaza de la Constitución cuando su querida Real le da una alegría... Un disgusto imperdonable, no por la derrota, porque el Betis cuenta con un buen equipo y te puede derrotar, sino por la forma en la que se produjo. Una Real irreconocible y desconocida, acobardada y anulada, sin actitud ni competitividad. Una Real con más goteras de las que pensábamos. No hay tiempo para lamentos. En la Copa no se puede fallar ante el Espanyol. Entonces sí que se pincharía el globo, que había llegado a ser uno de los más grandes que se recuerdan por estos lares. A ver...