donostia - Dice la gente que el fútbol es de los futbolistas. “Cada vez menos”, replican el propio juego y su evolución. Porque si el fútbol fuera de los futbolistas, solo de los futbolistas, ayer habríamos visto en Anoeta un partido mucho más equilibrado. Y en la página previa a la que usted lee ahora figura la alineación del Betis para confirmarlo. Sirva lo presenciado esta vez en el recinto de Amara para dar mérito a Imanol Alguacil, quien ha sabido convertir en notable equipo a un grupo de muy buenas individualidades. Conseguirlo no es tan fácil como parece. Que se lo pregunten si no a su homólogo en el banquillo visitante. Mucho dinero. Mucha masa salarial. Mucho fichaje de campanillas. Pero si el técnico de turno no logra ensamblar piezas? Afortunadamente, este deporte aún vive muy lejos de las matemáticas y de la correspondencia directa entre presupuestos y rendimiento.

la obsesión del rival El 3-0 al Alavés supuso un aviso a navegantes. La Real avasalló a los vitorianos con su salida de tres, retrasando a Guevara a la línea defensiva. Y convirtió en obsesión de los visitantes de Anoeta la ecuación con la que frenar el inicio de las ofensivas txuri-urdin. Ayer Rubi apostó por ahogar a los centrales y al propio Guevara con Loren, Borja y Joaquín. Pero los nuestros encontraron en Merino la ayuda perfecta de un cuarto hombre. Con el pivote manteniendo posición, el navarro cayó a la posición de falso lateral para atraer marcas, dando vuelo y libertad a dos agentes libres de apreturas, Zaldua y Monreal. El entrenador visitante tuvo que corregir sobre la marcha. Y ahí comenzó el equipo blanquiazul a construir su superioridad.

incluso en desventaja Sí, se adelantó el Betis al aprovechar un ataque posicional y castigar la pobre defensa de la Real en estático. Por segunda jornada consecutiva, una ayuda de Zubeldia a Monreal provocó un desajuste traducido en gol en contra, circunstancia que conviene subrayar si miramos al largo plazo pero que, dentro del partido de ayer, apenas tuvo incidencia en el desarrollo del juego. Al fin y al cabo, el equipo de Imanol fue, en líneas generales, mucho mejor que su adversario. ¿Cómo? Las mencionadas intervenciones de Merino llevaron a Joaquín y a Loren a actuar con un ojo puesto en nuestros laterales. Y así la Real pudo disfrutar de una mayor soltura a la hora de iniciar por el carril central. Tras el 1-1, marcado a balón parado, el gol de Willian así lo evidenció. Un desahogado Le Normand pudo abrir a Zaldua, perseguido a duras penas por el propio Loren. Y el delantero brasileño ejerció de killer. Ventaja al descanso.

una lección aprendida Decíamos ahora que la Real es vulnerable en contextos de repliegue. Mejorarlo pasa por trabajar esas fases de los partidos en las que el rival lleva las cosas a su terreno. Pero también pasa por evitar ceder metros, siempre que resulte posible. En el Sánchez Pizjuán, el 4-3-3 del Sevilla se le había atragantado al equipo txuri-urdin, desajustado en su presión alta. Ayer, ante un rival de idéntica estructura, Odegaard fijó en muchas ocasiones al pivote Javi García, con Portu saltando a por Marc Bartra. Sirvió para encadenar robos rápidos y generar el tercer gol. Sirvió también para mantener en casi todo momento al Betis lejos de Álex Remiro, incluso durante los minutos en que los visitantes estaban obligados a remontar dos tantos.

le normand y el bloque alto Solía comentar Juanma Lillo que en el fútbol, y en el mundo en general, “quien toca bien el piano no puede tocar bien el violín”. Se refería así a los prejuicios y a los encasillamientos. A injustas etiquetas que pueden afectar, por ejemplo, a Robin Le Normand. Tiene envergadura. Defiende bien en el cuerpo a cuerpo. Y va bien por arriba. Lo cual no tiene por qué ser antónimo de destreza a campo abierto. Toca bien el piano en área propia. Pero no se le da mal lo del violín con 40 metros de espacio a sus espaldas. No hablamos de una gacela, pero tampoco es lento. Se coloca bien. Y tiene capacidad de anticipación para el marcaje de delanteros descolgados. Ha jugado partidos mejores y peores. No se le recuerdan, en cualquier caso, errores de bulto ni actuaciones deficientes. Cumple siempre. Uno más para la causa.