Decían en Sevilla que el Betis de Rubí estaba concediendo muchas ocasiones al rival. Que siempre proponía mucho, pero que tenía muchos problemas defensivos. No parecía la mejor manera de presentarse hoy en día en Anoeta. El técnico catalán incluso tuvo la osadía de presentar un once muy ofensivo, casi con cuatro atacantes. Puerta grande o enfermería. Esta Real es un miura que si le dejas jugar estás muerto. Más aún en su guarida. A los blanquiazules no les afectó que los béticos se adelantaran en el marcador, algo que ha solido ser sinónimo de fracaso en los últimos años. Siguió a lo suyo para voltear la contienda dejando una sensación de equipo fiable y convincente. Pocos juegan mejor.
A partir del pivote, su ataque comienza a recitarse de memoria. Son muy buenos y lo normal en un intercambio de golpes es que te noquee. Así fue ayer ante un Betis que, desde luego, no va a luchar por mantener la categoría como le cantaron desde el fondo de forma absolutamente prescindible y evitable. Eso quita mérito al triunfo de la Real. No descarten que en la jornada 30 se esté codeando con los realistas para alcanzar objetivos ilusionantes. Los txuri-urdin necesitaban ganar después de dos derrotas seguidas y lo consiguieron. Su proyecto tiene gancho. No solo seduce, enamora.
Es justo reconocer que cada vez hay más jugadores que sacan la cabeza y acaparan protagonismo a la sombra de Odegaard y Oyarzabal. Qué maravilla. Qué futbolistas. De los que ponen a los estadios en pie, no solo por su calidad y destreza, sino por su solidaridad, su entrega, su compromiso y su sacrificio. Venían de completar dos partidos con sus selecciones, de dos viajes largos, pero ahí estuvieron los dos, marcando la diferencia.
Uno, el noruego, un futbolista de talla mundial. Después de no parar de hacer trucos de magia, de aparecer por todas partes, de recibir una entrada de juzgado de guardia, de dejar dos pases picados al área para el recuerdo, en el minuto 88 seguía presionado la salida de balón del Betis.
Y luego está Mikel. Un superhéroe. Le cambiaron por asfixia, porque no podía ni con su alma después de una ayuda defensiva y de una carrera monumental plena de potencia por la banda izquierda. Sus partidos son para analizar con detenimiento. Muchas veces parece que no hace demasiado, pero es todo lo contrario. Su arrastre en el segundo gol, sus coberturas, su pase a Portu de saque de banda y su posterior asistencia con el muslo? Un fenómeno. Normal que Anoeta le despidiera con una ovación de campeonato.
Pero lo mejor es que, como decía, en la estela de la pareja aparecen nuevos protagonistas. Como Portu, cuyo juego es fundamental en este equipo porque siempre rompe en largo y no para de proponer desmarques. Además de su llegada y pegada, claro. Pero ayer, sobre todo, como Mikel Merino. El navarro acabó el pasado curso bajo sospecha. Muchos dudaban de que fuese un futbolista de primer nivel. Era incapaz de alcanzar una continuidad y una regularidad, no solo en la temporada, sino durante los partidos. Con Odegaard al lado, su figura ha crecido sobremanera. Es un jugadorazo y uno de los grandes aciertos de la dirección deportiva, que también el curso pasado atinó con una de sus decisiones, pese a que al final nos quedara ese mal sabor de boca de las cesiones de Theo y Sandro.
Remiro vuelve a jugar Imanol sorprendió a todos con su apuesta por Remiro. Todos coinciden en que tiene unas cualidades excelentes, entre ellos uno de sus máximo valedores, su entrenador Luis Llopis, así que su titularidad tampoco debe impactar tanto. Lo único que resulta extraño es que Moyá tampoco había tenido un mal día ante el Getafe, aunque quizá eso sea preferible para normalizar la transición.
En el eje de la zaga, con las bajas de los dos titulares, recurrió a la lógica con Le Normand y Zubeldia, que ya habían jugado las dos primeras jornadas con solvencia. Aunque estaba en el banquillo y dada la costosa inversión, se puede decir ya que el tema de Sagnan empieza a ser un Expediente X. Y las palabras de Imanol descartándole hasta la fecha de manera tan contundente no le pueden ayudar demasiado. Enfrente un Betis descaradamente ofensivo, con un sistema 4-4-2 y dos delanteros centro en punta, Borja Iglesias y Loren.
La Real jugó uno de sus mejores partidos del curso. Sobre todo en ataque. Hay que reconocer que cuando el Betis se acercaba al área siempre tuvo problemas para defender con un Zubeldia al que buscaron y al que sacaron de sitio en varias ocasiones. Como en el gol. Después de un buen disparo de Zaldua que se marchó alto, una buena pared entre Barragán y Joaquín, con centro final del primero, la culminó con acierto Loren. El linier levantó la bandera, pero Zaldua habilitaba claramente al lateral antes de su asistencia.
El golpe no pareció afectar demasiado a los locales, que siguieron a lo suyo. Con una presión alta muy intensa para evitar ceder metros y que les permitía recuperar muchos balones. Zaldua volvió a intentarlo en una volea que atrapó Yoel antes del empate, que llegó en una falta botada, cómo no, por Odegaard. Willian José no pudo rematar a la primera, pero un atento Monreal puso un centro fuerte que Javi García introdujo en su portería después de que no llegase Merino.
A partir del tanto la Real intensificó su dominio y Bartra evitó que Portu culminara una buena carrera. En el minuto 36, en la mejor acción del choque, Le Normand habilitó a Zaldua, cuyo centro envenenado lo enganchó con violencia Willian José para hacer el 2-1. El brasileño, más implicado que nunca, hizo lo que se le exige a un buen 9. Pisar área, adelantarse al rival y rematar con destreza.
Javi García probó desde fuera del área a un seguro Remiro y, en un saque de banda rápido de Oyarzabal, con un recogepelotas de cómplice, Portu no se estrenó en Anoeta porque lo evitó a la desesperada Bartra. Antes del descanso, Fekir se topó con Remiro y Merino no llegó a un centro de Oyarzabal después de que alcanzara la línea de fondo proyectado por el fiel asistente Odegaard.
La sentencia En la reanudación el vikingo se puso el frac y subió sus prestaciones y el calor de Anoeta. Al minuto, su primera picada la cabeceó Merino sin que Willian pudiera rematar en condiciones. Un centro-chut de Oyarzabal se marchó rozando el palo, antes de que llegara la sentencia en una jugada maestra entre Odegaard, que picó de nuevo la pelota, Oyarzabal, que dejó de cara con el muslo, y Portu, que por fin anotó en su estadio ante su gente.
Era el merecido premio a una Real apabullante, que fue encerrando al Betis hasta desnudar sus miserias defensivas. Un equipo que juega como nadie en la Liga en sus horas felices.
La confirmación de que lo que estaba haciendo la Real ayer, el ir ganado 3-1, no era cualquier cosa llegó en los minutos siguientes. En cuanto aflojó un poco el ritmo, el Betis se enganchó al duelo y remató dos veces al larguero por medio de Joaquín y Tello, este último en dos ocasiones. En los minutos finales estuvieron cerca de redondear la goleada Portu, Odegaard e Isak, con una volea sensacional. En el otro área, Fekir se volvió a encontrar con Remiro en un tiro casi sin hueco.
Y se acabó. Otra victoria más y ya son cinco en nueve partidos. Que después de las dos derrotas (ante el Sevilla y el Getafe) dio la sensación de que se tambaleaba todo, pero no fue así. Este partido se empezó a ganar en la confianza que ha demostrado la afición en este equipo en el parón. Pocos dudaban de que iba a regresar pronto al sendero de los triunfos. Este proyecto apunta muy alto porque cuenta y dispone de futbolistas apara soñar. Y así todo es mucho más fácil.
Una Real cuyo potencial ofensivo lleva camino de entrar en los anales de la historia txuri-urdin. Da gusto ir a Anoeta. Aunque fuese a un horario absolutamente lamentable. Pero el que se acerque al estadio de Amara este curso pocas veces saldrá decepcionado. Y lo que queda.