Mikel Oyarzabal buscaba desesperadamente un socio en Valladolid. Incluso pareció acabar el duelo preso de la impotencia, apagado y agotado. Desesperado. Sin entender cómo Willian José le había quitado el balón en la contra cuando se presentaba lanzado. Lo único que necesitaba era un amiguito? Y ayer lo recuperó. Además, un especialista como Juanmi Jiménez. No se puede comprender cómo es posible que haya pasado 17 jornadas sin ver puerta. Un futbolista que vive del gol como él. Porque en realidad no suele intervenir demasiado en los partidos y pierde mucha relevancia cuanto más se aleja del área rival. Esa es la definición que le persigue y atormenta. Anoche quiso rebelarse y estuvo mucho mejor lejos de la portería rival que cerca. Por fin marcó, el 1-0, en un aclarado en el córner en el que se trabajó el espacio, pero en semifallo, algo poco habitual en él cuando está en una situación tan franca, pero después dejó muchos detalles de calidad. El mejor lo reservó para la segunda parte, cuando solo quedaban siete minutos, con una asistencia en plena carrera sublime que permitió a Oyarzabal firmar el 2-1. Antes había fallado en la definición en dos situaciones inmejorables, pero estaba encendido e Imanol no le cambió porque sabía que lo podía hacer.
El tanto más tardío de la Real que ha valido puntos en lo que llevamos de temporada. No es normal. A este equipo le falta alma, garra, identidad, espíritu? No puede ser tan frío. Ayer, en un día clave, estuvo a punto de perder si no llega a ser por un paradón espectacular de Rulli, que, ahí sí, por fin, salió con todo para levantar un muro ante Joaquín cuando ya estaba preparado para celebrar el 1-2. Ahí estuvo el duelo. Con dudas, sin convencer en exceso, con la puerta de la derrota siempre abierta y amenazante, la Real volvió a ganar cinco partidos después y lo hizo en parte gracias a la valentía que mostró Imanol con los cambios. Algunos discutibles, pero su osadía encontró la recompensa de la victoria. Lo necesitaba, lo estaba pasando mal. Se lo merecía.
Imanol apostó por un once bastante reconocible y esperado. Theo pagó con la suplencia su último error en Zorrilla y el resto entraba dentro de lo previsible, con la elección de Sangalli por delante de Pardo. El técnico ha convencido al riojano de que confía en él y le prometió muchas oportunidades, pero no está cumpliendo. Solo dos titularidades y en partidos fuera de casa, cuando el año pasado le respondió con nota en los encuentros de Anoeta. Habrá que ver lo que pasa con él en verano, porque, como es normal, ya va a ser complicado convencerle de algo que, por lo que estamos viendo, no es real. Dicho esto sin menospreciar a Sangalli, que se ganó su oportunidad en la segunda parte de Valladolid.
Inicio dubitativo El partido comenzó de manera inquietante. El Betis es un conjunto complicado de clasificar, ya que por momentos da la sensación de que te arrolla, como en el comienzo del duelo, pero luego también concede bastantes facilidades en defensa. Así sucedió ayer. Tras unos primeros diez minutos un poco angustiosos, con tres ocasiones visitantes en los pies de Lo Celso, Loren de cabeza y Tello, una doble oportunidad en un centro de Zaldua y un testarazo de un Juanmi que midió mal los tiempos del salto abrió una nueva fase del encuentro. En la misma, los donostiarras nivelaron la contienda y empezaron a generar bastante más peligro. A los 17 minutos, en un córner que no era, puesto que Zaldua fue el último en tocar la pelota, Juanmi remató en semifallo pero de forma envenenada el centro de Oyarzabal. El esférico pasó un mar de piernas y se acabó alojando lentamente en las redes sin que Pau, que no lo vio en ningún momento, pudiera detenerlo. Buena jugada de estrategia de Imanol, con un inteligente aclarado que permitió al de Coín rematar solo y en posición inmejorable después de recular y ganar el espacio como los buenos goleadores.
El tanto no cambió el guion del choque, con un Betis más dominador, pero una Real con ganas de correr a la contra, en la que destacaron sobre todo Juanmi y Willian. El brasileño hizo acto de presencia con dos disparos desde fuera del área con ambas piernas, que se toparon con las paradas de Pau. Los verdiblancos también inquietaron a Rulli en un contragolpe que culminó Loren con un chut demasiado alto. En la última acción del primer acto, a Canales le salió demasiado centrado un disparo que atajó sin apuros el meta argentino.
La reanudación arrancó igual, con otra volea del exrealista que paró Rulli. Con el duelo abierto, sin excesivo control, en una acción que se inició en un saque de banda (falta de saque) Zaldua y Zubeldia cerraron mal, Tello se internó y sirvió el empate a Canales, que no falló. Luego pidió perdón. Dos de dos en sus apariciones este año en Anoeta. A partir de ahí, el duelo entró en una ruleta rusa en la que pudo pasar de todo. Aritz Elustondo tuvo sus minutos de furia, con un penalti que le hizo Feddal en un córner y otro que cometió sobre Sidnei por agarrón. Juanmi -dos veces- y Willian perdonaron; Rulli mantuvo con vida a su equipo; Aihen casi anotó en su portería; y Sandro pudo hasta marcar. Cuando faltaban siete minutos para el final, con Barrenetxea, Juanmi y Sandro arriba y Oyarzabal por detrás, llegó el 2-1 que dio el triunfo a una poco fiable Real.
Quinta victoria de la temporada de los blanquiazules en casa. Venganza consumada por la eliminación de la Copa. ¿Y ahora qué? Solo queda ganar, ganar y ganar. Y la realidad es que este equipo no ofrece las garantías suficientes como para soñar con horizontes de grandeza. Pero el milagro necesitaba un primer paso. Y se logró. El segundo tendrá que ser en Vigo, donde solo valdrá volver a sumar los tres puntos. Mientras ganen, no perderán la esperanza? Pero nosotros por ahora preferimos mantenernos a la expectativa.