No nos podemos engañar. Un empate en Mestalla es un buen resultado se mire como se mire. Las estadísticas no nos pueden llevar a engaño. Ya sabemos que la Real había ganado en cinco de sus últimas siete comparecencias en Valencia, pero no es lo normal. Es un estadio siempre complicado. Los más viejos del lugar recordarán que los de Ormaetxea lograron casi la mitad del segundo título con una victoria heroica en el último minuto gracias a un doblete de Uralde en 1982. No es sencillo. Como tampoco lo es Marcelino. El asturiano es un técnico muy táctico, de los que preparan los encuentros a conciencia buscando anular las virtudes de su oponente. Y con la Real lo consigue siempre. No le importa cederle el balón. Sabe perfectamente que si impide a sus centrocampistas darse la vuelta y tocar con comodidad y si evita que profundicen por sus bandas para que puedan surtir de balones a su referencia en el área tiene mucho ganado. En realidad es un análisis un poco ambiguo, porque se puede decir eso de casi todos los clubes de Primera. Lo que está claro es que no es normal que el equipo txuri-urdin no haya sido capaz de derrotar a un técnico al que ya se ha enfrentado en el banquillo de seis conjuntos diferentes. Eso con todos los bandazos de estilos de juego que ha dado la Real desde la primera vez que se vieron las caras en 2006. No es normal ni entra dentro de la lógica, pese a que la estadística se engorda con algunos encuentros en los que se le apareció la virgen.
Pese a que se tiene que partir de la premisa de que el punto es bueno, fue una tarde decepcionante. Porque se esperaba un encuentro de altos vuelos entre dos firmes candidatos a regresar a Europa que, además, venían en buena racha y se quedó en muy poquita cosa. Mucho centrocampismo, presión alta de ambos contendientes que provocó infinidad de pérdidas y muy poca mordiente, lo que se tradujo en muy pocas oportunidades en ambas áreas. Sí, confirmado, fue un duelo aburrido.
Si se puede sacar alguna lectura positiva, además del citado punto (insisto porque el resultado hay que darlo por bueno, para no herir sensibilidades) cabe destacar que la Real desmontó el argumento tan utilizado y recurrente por estos lares de que competir en la Copa te revienta la Liga. Betis y Valencia disputaron el jueves la ida de la semifinal del torneo, último paso previo al que, sin duda, va a ser el momento de la temporada para el ganador, y algunos ya estaban recargando su nivel de excusas baratas y cobardes tras el 3-0 que le endosó ayer el Leganés a los de Setién. Los ché demostraron que se puede competir, aunque te veas obligado a plantear una táctica mucho más conservadora el fin de semana en la vuelta a la Liga. Es lo que hicieron ayer, aguantaron y permitieron dominar el campo y el balón en los primeros 45 minutos para, en la reanudación, subir un poco más la intensidad y robar muchos balones a fin de jugarlos rápido y en profundidad, lo que acabó causando estragos en una imprecisa Real. El equipo txuri-urdin sacó rápido la bandera blanca consciente de que como mucho iba a poder sumar un punto. Y eso que Sandro la volvió a tener al final.
un plan fallido Imanol también era consciente de lo que lo aguardaba en Mestalla. Se pasó toda la semana diseñando un plan en el que la condición indispensable era no perder balones para evitar las contras. Pues menos mal. De la falta de precisión y de inspiración de los suyos no se le puede culpar al técnico, pero, al igual que sucedió ante el Huesca, los blanquiazules no pararon de regalar pelotas. Es cierto que en la primera parte la Real mandó tanto en la posesión como territorialmente ante un Valencia que le regaló la pelota y muchos metros. Pero fue un dominio ficticio. Marcelino no estaba para nada preocupado, era simplemente lo que pretendía. Unas combinaciones las de la Real lentas, previsibles y poco verticales que le impedían llegar a las zonas de peligro con jugadores en situaciones francas de dar una asistencia o de marcar. Y con muchos pases arriesgados demasiado lejos de la meta de Neto, lo que implicaba que cualquier pérdida podía acabar en una acción de peligro en la de Rulli. Como era lógico, la ausencia de Zurutuza provocó que el juego realista perdiera mucha fluidez y que apenas se rompieran líneas con los pases y pases que daban sus jugadores.
No pasa nada por reconocer que la primera mitad fue más soporífera y más proclive a una buena siesta que una etapa llana del Tour en un día caluroso de verano. El único que agitó un poco el árbol fue Januzaj. Pese a no tener su tarde, el belga desperdició las dos únicas aproximaciones de peligro realistas antes del entreacto con un mal disparo con la derecha en un esférico que se encontró en el área tras dos rechaces y en una falta lejana que atajó sin despeinarse Neto. La única aproximación local fue un cabezazo de Kondogbia en un saque de esquina que atrapó Rulli sin problemas. La teoría de que un ataque es la mejor defensa se cumplía a rajatabla, pero también se esperaba más de las ofensivas realistas después del derbi.
En la segunda parte, quien más o quien menos confiaba en que fuera la Real la que metiera una marcha más después de pasarse una semana sin competir, pero fue todo lo contrario. Los blanquiazules comenzaron a perder balones con una continuidad incomprensible y los levantinos se plantaban en dos toques en el área.
Nada más comenzar, Theo, el mejor argumento en ataque de los de Imanol, sirvió un buen centro al que un apagado Willian no llegó. Ni cerca que estuvo de hacerlo cuando parecía un caramelo. Pero el Valencia sí que apretó en diez minutos y estuvo a punto de decantar el choque a su favor. Gameiro no llegó a un envío muy fuerte de Gayá y poco después, en la primera mala salida de Rulli en un córner (no se puede entender que le quitara la pelota en el salto si mide 172 centímetros), cabeceó alto a un metro de la línea de gol. Roncaglia tampoco atinó con la testa en la segunda salida a lo Supercoco del argentino.
Imanol tuvo que dar entrada a Moreno por el primer herido en batalla, Navas, y Zubeldia fue retrasando su posición hasta formar una defensa de tres con dos carrileros y con Theo con mucho campo por delante por recorrer casi como única arma ofensiva. Rodrigo falló la opción más clara de los valencianistas, en un cabezazo claro y a pocos metros de la meta, y Rulli detuvo con seguridad un chut cruzado suyo con la zurda. Con la Real con la cabeza gacha y la bandera blanca en la mano, Theo se recorrió 40 metros para servir un balón con música a Sandro que no la enchufó con la zurda. Una pena. En el descuento, con Zaldua e Illarra lesionados, Rulli volvió a aparecer para despejar un disparo de Piccini.
Empate y gracias. La Real sumó un buen punto en un feudo difícil y exigente, pero las expectativas que puso en el derbi estaban altas. A ver si va a tener razón esa corriente derrotista del vecino de que solo saca lo mejor de sí contra su equipo. Imanol sigue sin perder, y ya van ocho, y Marcelino continúa sin caer ante la Real, y ya van 16. No puede ser casualidad. Ni una cosa ni la otra.