El guion por los aires
No quedó muy claro si lo que hizo Diego Llorente tras aquella anticipación del minuto seis supuso un despeje orientado o un pase en toda regla. El caso es que el balón le cayó a un Mikel Oyarzabal libre de marca y que la jugada cambió por completo el guion del partido. Willian José marcó un golazo. Y, lo que es más importante aún, generó con el 0-1 un escenario muy distinto al del arranque. Hasta entonces, el Girona dificultaba horrores el inicio de las acciones blanquiazules, con una presión alta muy susceptible de atragantarse. Nuestra Real, mientras, buscaba al hombre libre utilizando los pies de Rulli y arriesgando en la circulación, sabedora de que el premio de encontrar superioridades resultaba muy goloso ante una propuesta como la del cuadro catalán.
Apuntaba la cosa a un partido áspero, complicado. Pero esa ansiada superioridad apareció de repente, gracias a una imprecisión local y a un robo del citado Llorente. Con ventaja en el marcador, el equipo de Eusebio no se vio en la necesidad de apurar tanto su salida de balón y utilizó los envíos largos en mayor medida. Y el Girona, mientras, tuvo que asumir un protagonismo dominador que, falto de profundidad, acusó. Antes del descanso, la Real capeó la situación con solvencia, y además ofreció siempre la sensación de que, a nada que sus tres hombres más adelantados pudieran recibir un esférico en condiciones, marcar el 0-2 era muy posible.
El problema residía en que, tarde o temprano, los locales iban a imprimir dos puntos más de intensidad a sus ofensivas. Y apostaron por hacerlo desde el arranque de la segunda mitad. Apretaron, merecieron el empate y lo lograron. Pero rompieron así las pizarras de tal manera que después tuvieron que perder. Eso es lo que más duele hoy, que el 1-2 se resistiera. Cerca estuvo.