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Oyarzabal no tiene techo

Oyarzabal no tiene techo

¡Cómo nos gusta! Cada vez que un canterano destaca o decide partidos, nos hinchamos como globos. Y es normal, porque nada nos puede hacer sentir más orgullosos. Imagino que coincidimos casi todos en que lo que más nos gusta es ganar. Pero si se hace en un encuentro de rivalidad territorial, en un escenario maldito plagado de cadáveres en txuri-urdin, con el once más joven de la jornada y siendo determinantes a lo largo de todo el encuentro los siete futbolistas formados en nuestro vivero, todo sabe mucho mejor. Es la idiosincrasia de nuestro club y, aunque ninguna garantice el éxito, la fórmula que mejor ha funcionado en la Real es esta, el saber conjugar el mayor número de canteranos con unos cuantos fichajes buenos. Independientemente de sus momentos individuales de forma, Rulli, Llorente, Juanmi y Willian, los cuatro foráneos del once de Mendizorroza, han acreditado que lo son. Cuando visitas el estadio vitoriano, no tardas en comprender los éxitos que ha registrado en las dos últimas campañas. Un apasionado aficionado txuri-urdin me reprendía y se escudaba en que no había conocido Atocha cuando comenté en Twitter que nunca había visto un ambiente así en un campo de Euskadi. Se lo dije con cariño. Tuve la suerte de disfrutar de los últimos nueve años de vida del añorado futbolín de Duque de Mandas, como lo llamaban despectivamente desde la otra acera de la A8. Una cosa es el ambiente infernal que se podía generar en partidos señalados y, sobre todo en momentos concretos, tanto en el recordado Atocha como en el viejo San Mamés, que era otro campo que imponía mucho, pero esto es otra historia. Va mucho más allá. En Mendizorroza han logrado crear una atmósfera de Bombonera argentina, en la que se anima a lo largo de los 90 minutos se vaya ganando, empatando o perdiendo. Si la Real buscaba ideas para su nuevo Fondo Sur, el ejemplo lo tiene bien cerquita. Pese a su mal inicio, no creo que el Alavés corra peligro con el poderoso aliento de su bulliciosa hinchada. Pero a lo que iba. Los caminos que conducen al primer equipo son inescrutables. Nunca se sabe cuál es el que más conviene, ya que, entre otras cosas, hay un importante componente de fortuna que se manifiesta en el manido aparecer en el sitio exacto en el momento adecuado. Aunque lo normal es que se puedan diferenciar en dos grupos. Uno, los que el club les hace hueco, porque se considera que ya tienen el nivel adecuado para competir por la titularidad, como Kevin; y los que derriban la puerta sin posibilidad de que le ordenen dar marcha atrás. Los más difíciles de encontrar son estos últimos. Por eso Zubieta es un vivero tan prolífico, ya que no sorprende a casi nadie que aparezcan proyectos de estrellas de este segundo tipo. Quizá fuera porque la supersónica irrupción de Odriozola y su falta de gol, que restó brillantez a su pasado curso, provocase que en cierta manera se desviara el foco que siempre le elegía a él desde que Moyes le diera la alternativa hace justo dos años. Lo siento por el escocés, pero esta medalla hay que concedérsela a Eusebio. El lasecano entendió desde el primer amistoso que dirigió en Lisboa ante el Os Belenenses, en el que fue titular y el más destacado, que contaba con una joya que podría acompañarle o, mejor dicho, guiarle hasta alcanzar la gloria. Estoy hablando, por si alguno aún no había caído, de Oyarzabal. El primer día que le vi jugar tuve la misma sensación que percibí en la primera carrera de Griezmann en la Copa, cuando casi marca un gol al Rayo partiendo desde su propio campo a los pocos minutos de entrar. A muchos de nosotros ya dejó de impactarnos hace tiempo, pero en esos momentos en los que florecen los agoreros que comienzan a sembrar de dudas la valía de un canterano sin apenas igual, no hay mejor referencia que escuchar lo que piensa la gente de fuera. Para mí Joseba Etxeberria lo es, pese a que muchos olvidan, y él lo esconde, que se trata de otro delantero de talla internacional formado en Zubieta. Como Griezmann y Oyarzabal. El pasado mes de junio hizo unas declaraciones en Radio Marca Bilbao, en las que reconocía abiertamente que el Athletic quiso pagar en su día su cláusula y este verano la de Bautista, con su habitual estilo ladino, a escondidas y por la espalda y pese a que luego lo desmintiera categóricamente. Yo me quedo con la valoración que hizo de Mikel: "Cuando a un jugador se le sigue mucho y se apuesta por él pagando lo que sea, es difícil fallar. Creo que hay que controlar a las promesas desde muy pequeñas, como responsabilidad en Lezama. Si conocen bien a Bautista, pagar su cláusula no sería ninguna locura. Lo de Oyarzabal estaba muy claro. No me sorprende su evolución y rendimiento. Va a ser una referencia en la Liga y en Europa. Mejorará mucho aún. Con Bautista había que haber actuado antes". No me parece que Oyarzabal esté jugando de forma distinta al año pasado. ¡Sigue haciendo tantas cosas bien! El único cambio es que en este inicio de curso, como además es inteligente y madura a toda velocidad, también está encontrando portería. Lo raro no es esto, sino lo que sucedía el año pasado. Como él mismo reconocía, la gente se olvida de que aún tiene 20 años. A su edad y con la calidad y la importancia vital que adquiere en el juego del equipo, no debería entrar ni en las rotaciones. Con futbolistas así, de la casa, da gusto salir a competir a cara descubierta por Europa. Gracias a una cantera casi incomparable en función de la densidad de habitantes del territorio. En dos años ha producido dos futbolistas que han pasado del Sanse a la selección absoluta en muy pocos meses. ¿Quién será el siguiente? Ya pueden hacer apuestas. No olviden que algunos son tan buenos que dan el salto de la oca desde el juvenil al primer equipo. ¡A por ellos!