donostia - Inmersos de lleno en la vorágine de una temporada de locos, con un calendario exigente a más no poder, el estatus futbolístico que ha adquirido la Real y que le convierte en favorita en un amplio porcentaje de los partidos que disputa implica el riesgo de perder la perspectiva. El cuadro txuri-urdin atesora clase y calidad para resolver encuentros trabados como el de ayer, un duelo que parecía encaminado irremisiblemente hacia el empate. Pero su apuesta en cuanto a filosofía de club es la que es.

En Mendizorroza, por ejemplo, actuó con dos futbolistas nacidos en 1997 en su alineación inicial: Igor Zubeldia y Mikel Oyarzabal. Prácticamente a la misma hora, en las instalaciones de Tajonar, el Sanse ganaba a Osasuna B con un once integrado prácticamente en su totalidad por jugadores mayores que eibartarra y azkoitiarra. El grueso del equipo dispuesto por Imanol Alguacil pertenecía a la generación de 1996. También incluía a chavales de 1995, 1994 e incluso a uno de 1993, el capitán Kako Sanz. Y solo Ander Guevara, nacido en julio de 1997 presentaba una edad más temprana que los citados Oyarzabal y Zubeldia.

una acción simbólica Ambos participaron contra el Alavés en una acción muy significativa. Terminó con la consecución del 0-1. Y se cocinó en las botas de jugadores que hace solo un año militaban en el segundo equipo. Zubeldia recibió un balón en la zona ancha y sirvió una diagonal en profundidad para Kevin Rodrigues. El envío no resultó perfecto, ya que el baionarra tuvo que forzar más de la cuenta para controlar el esférico y servir un centro largo al segundo palo que Oyarzabal no pudo conectar. El rechace del defensa alavesista lo capturó Odriozola, cuyo pase al propio Oyarzabal lo convirtió el de Eibar en el primer tanto txuri-urdin.

Los dos laterales y Zubeldia cuentan por primera vez esta temporada con un dorsal del plantel profesional. Odriozola aprovechó el pasado enero la coincidencia en el tiempo de las lesiones de Carlos Martínez y Zaldua para instalarse en la titularidad, de donde ahora parece imposible desbancarle. La apuesta en el club por Igor Zubeldia, mientras, resulta firme. Así lo demuestra el hecho de que este pasado verano se hayan producido al unísono las salidas de Markel Bergara, Jon Gaztañaga y Esteban Granero. Y algo similar ocurre con la confianza depositada en Kevin Rodrigues, una circunstancia que también tuvo su influencia en la decisión de la entidad de traspasar a Yuri Berchiche por una cantidad sensiblemente inferior (trece millones de euros) a la estipulada por su cláusula de rescisión (30).

El encargado de culminar la simbólica jugada fue Mikel Oyarzabal, cuya historia en el filial resulta bien diferente. Concluyó la campaña 2014-15 con el equipo de División de Honor. E inició la siguiente, aún en edad juvenil, integrado en el Sanse tras completar la pretemporada a las órdenes de David Moyes. Apenas estuvo dos meses con el conjunto de Imanol Alguacil, tiempo durante el que firmó una recordada exhibición en el campo del Mensajero, en un 0-5 de los potrillos. Derribó la puerta del plantel profesional a base de buenas actuaciones, debutó en el campo del Levante hace dos años y luego aprovechó las lesiones de Agirretxe y Canales en el Santiago Bernabéu para quedarse en el primer equipo, ya con Eusebio en el banquillo.