Un trampolín conocido
una real de dubitativa trayectoria y cuestionado estilo de juego arrancó hacia europa la pasada temporada ganando al betis en anoeta antes del parón de octubre
donostia - Después de tres victorias consecutivas en Liga, unidas al triunfo europeo ante el Rosenborg, ha dado continuidad al arranque de la Real 2017-18 una serie idénticas de resultados, pero en el sentido negativo. Es decir, tres derrotas encadenadas en el torneo doméstico y un traspié continental, en este caso en San Petersburgo. La racha más cercana en el tiempo siempre tiene mayor peso en el modo en que se encaran los encuentros venideros, por lo que el cuadro de Eusebio afronta la visita mañana del Betis (Anoeta, 12.00 horas) lastrado, principalmente, por la cándida imagen ofrecida en Rusia, y que ya ofrecieron los txuri-urdin ante Levante y Valencia.
el precedente Lo ocurrido la pasada temporada en Donostia contra los verdiblancos debe servir para mirar al horizonte con optimismo. La Real no había empezado del todo bien la Liga y, en la séptima jornada y antes del parón de octubre (situación de calendario idéntica a la actual), ganó al cuadro andaluz con gol de Carlos Vela (1-0). Tras la interrupción vendría la derrota en San Mamés y el posterior despegue definitivo hacia Europa de un equipo cuya trayectoria hasta entonces resultaba dubitativa. Había perdido contra Real Madrid, Eibar y Villarreal, derrota esta última que se produjo al aprovechar los amarillos los espacios a la espalda de la zaga guipuzcoana. El equipo de Eusebio dominó en el Estadio de la Cerámica, disfrutó de la posesión, pero el adversario ofreció una imagen de solvencia y practicidad que llevó incluso a que se cuestionara la puesta en escena txuri-urdin. Algo similar sucede ahora, en cuanto a resultados y también en cuanto a debate sobre la filosofía futbolística a emplear.
el mismo camino Gran parte del éxito realista la pasada temporada pasó por la insistencia del equipo en una idea de juego que terminó dando resultados. Las mencionadas dudas surgidas a raíz de la derrota de Vila-real no quedaron sofocadas con la victoria ante el Betis, y se vieron incluso multiplicadas tras el parón. Entonces, la Real perdió 3-1 en San Mamés ante un Athletic que, como el Zenit este jueves, castigó sin piedad los errores blanquiazules a la hora de sacar el balón jugado. Con matices, el estilo se mantuvo durante las semanas posteriores, en las que los de Eusebio exhibieron un fútbol espectacular para instalarse hasta el final de Liga en posiciones europeas. La Real alcanzó el parón navideño con la etiqueta de ser la escuadra que mejor jugaba de la Liga, y aspirando a la cuarta plaza.
derrotas similares El equipo txuri-urdin afronta ahora la visita del Betis inmerso en una trayectoria reciente más negativa que la de la pasada campaña en vísperas de este mismo encuentro. En la mochila realista figuran cuatro derrotas consecutivas, la mayoría de ellas muy similares. Cabe disociar de esta racha el partido inicial ante el Real Madrid, hace dos semanas en Anoeta. No se vio entonces a la mejor Real, pero los de Eusebio compitieron con cierto decoro y tuvieron sus opciones ante un magnífico equipo. Más preocupan los tropiezos frente a Levante, Valencia y Zenit, sobre todo porque dejan la sensación de que el antídoto contra los blanquiazules resulta sobradamente conocido y de sencilla ejecución. Basta con regalar el balón a la Real y esperar sus errores en zonas comprometidas para hacerle daño a la contra.
un partido distinto Precisamente por esto último, no le vendrá mal a los txuri-urdin tener mañana enfrente a un Betis que bajo ningún concepto va a renunciar a sus señas de identidad. El técnico verdiblanco, Quique Setién, nunca traiciona su hoja de ruta, que pasa por tratar de dominar los partidos desde la posesión del balón. La Real agradecerá sin duda medirse a un rival de estas características, aunque la obtención de un buen resultado, obviamente, no está por ello garantizada. De hecho, existe el riesgo de que el choque de propuestas idénticas genere un duelo de ida y vuelta que no conviene a los guipuzcoanos, en teoría más fatigados.