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Estado de ánimo

Estado de ánimo

Hay un cosa clarísima. El fútbol de hoy en día no perdona. Se juega al ritmo al que se juega, y junta en el mismo campeonato a equipos que compiten en Europa con otros que descansan durante días. Priorizar partidos no es una opción, es una obligación. Y, en este largo fin de semana, Eusebio ha decidido poner el foco en el encuentro del domingo contra el Betis. Corresponde al terreno de lo opinable valorar si ha hecho bien o ha hecho mal. Visto lo visto en la primera jornada continental, el billete a dieciseisavos parece más bien asequible, y tiene toda la pinta de que por ahí van los tiros. Pero la primera plaza de grupo, que se complica tras la derrota, no resulta ningún objetivo menor. Ojalá no la echemos de menos en un hipotético sorteo futuro.

El entrenador, mejor conocedor que nadie del estado en que se encuentran sus futbolistas, decidió lo que decidió, para encarar un partido que significó una continuidad del visto contra el Valencia. El tempranero gol ruso lo condicionó todo, cierto. Pero parece que Mancini se puso el traje de Marcelino y encargó a los suyos esperar para contragolpear.

¿Resultado futbolístico? Nada nuevo bajo el sol. Una Real que, condicionada por un césped seco y botón, se las arregló para alcanzar las inmediaciones del área del Zenit. Y también una Real tremendamente penalizada por deficientes transiciones defensivas, agudizadas por el alto grado de exposición a la hora de cometer peligrosas pérdidas. Así se dieron las cosas, y así perdió el equipo txuri-urdin. Ya van cuatro derrotas seguidas, y quizás resida aquí uno de los parámetros más relevantes que tenía que haber utilizado Eusebio al confeccionar el once: el estado de ánimo. El de plantel, club y afición. Hay que cuidarlo.