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Fútbol moderno

Fútbol moderno

desde hace tiempo, venimos proclamando por estos pagos, pienso que con razón, el famoso “odio eterno al fútbol moderno”. Lógico si nos movemos en el contexto del bipolarizado panorama existente en España, que convierte en un imposible que clubes históricos como el nuestro opten a hacer cosquillas a los gigantes, en la Liga y hasta en la Copa. Anoche en Anoeta, sin embargo, pudimos disfrutar al menos de la otra cara de la moneda. Este deporte ha cambiado mucho durante los últimos lustros. Hace treinta y pico años, la Real ganaba títulos, sí. Pero aquella misma Real salía luego a Europa y sufría contra equipos de todo nivel y nacionalidad.

¿Y ahora? Pues igual que las diferencias entre clubes han crecido en nuestro campeonato hasta alcanzar cotas poco saludables, lo mismo ha ocurrido a la hora de comparar ligas europeas. Y si en los 80 el campeón noruego suponía una amenaza en toda regla, ahora se ha convertido en lo que vimos ayer. No se trata de comprar ya los billetes para la final de Lyon. Ni de vender que el trayecto txuri-urdin va a suponer un camino de rosas. Pero convengamos todos en que la Europa League representa, dentro del panorama actual, la mejor oportunidad para soñar con hacer algo grande.

El mayor peligro de la liguilla en este torneo reside en su brevedad. El fútbol es un juego de matices en el que los accidentes están a la orden del día. Y corregir sus efectos en solo cinco partidos se hace complicado. Por eso encierra más importancia de la que parece la notable faena protagonizada ayer por los nuestros. Sin contratiempos. Sin agobios. Y sin lesiones añadidas a las que ya padece la plantilla. Que esta carretera en la que acabamos de entrar tiene muchas curvas.