donostia - Una de las circunstancias más comentadas en el entorno txuri-urdin en este inicio de curso es que la Real se ha convertido en equipo soso, previsible y aburrido. Si se analiza el comienzo de campaña, llama la atención que la sufrida afición de Anoeta, que estaba muy ilusionada con el proyecto, todavía no ha podido celebrar casi nada en los dos meses que llevamos de Liga. Hasta la fecha la Real ha disputado tres partidos en Donostia, con un paupérrimo balance de dos empates sin goles y una derrota.
Y quizá sea esto lo que más sorprende del decepcionante inicio de curso, ya que pese a firmar el año pasado una temporada discreta, en Anoeta el equipo consiguió ser bastante fiable. De los 46 puntos con los que acabó, 32 los firmó ante su parroquia. Por el contrario, el bagaje a domicilio resultó muy pobre, con solo 14 puntos en 19 viajes. El propio Billy McKinlay, segundo de Moyes, lo explicó el viernes al manifestar que fuera habían mejorado, pero que “en casa es probablemente todo lo contrario. Hay equipos que vienen a esperarnos y hacer daño a la contra. Debemos prepararlo. Los contragolpes están siendo la mejor arma de los rivales”.
Por el estadio donostiarra han pasado Sporting, Espanyol y Athletic. Tres históricos que, como la propia Real, han vivido sin duda etapas bastante mejores que la actual. Los gijoneses, que regresaron a Primera en junio, supieron controlar sin excesivos apuros a unos realistas con pocas ideas. El duelo ante los periquitos fue aún peor, ya que después de un inicio esperanzador, en el que los guipuzcoanos fueron superiores y se pusieron por delante gracias a un gol de Agirretxe, la jugada del penalti y expulsión de Rulli cambió el signo del duelo. Jonathas consiguió igualar el choque a falta de pocos minutos para el final (los realistas apenas lo celebraron) y en el descuento encajaron una diana que significó su derrota. En el derbi, los realistas estuvieron más cerca de perder que de ganar, salvo en los últimos cinco minutos, en los que rozaron una diana triunfadora.
Por lo tanto, la Real se encuentra en deuda con su afición, a la que acostumbró mal contra los gigantes la pasada Liga porque se impuso a los tres. Si se pregunta a los jugadores blanquiazules por el mejor encuentro del curso, la gran mayoría suelen responder que el 2-1 ante el Atlético con Asier Santana en el banquillo. Cuando solo ha pasado un año, los de Diego Pablo Simeone regresan a Donostia en otra situación angustiosa para el técnico local y ante un anfitrión igual de necesitado.