Tras el suicidio de Hitler y su derrota en la segunda guerra mundial, Alemania rompió con el régimen nazi, las potencias aliadas juzgaron en Núremberg a los responsables del Tercer Reich, y hoy en día el partido totalitario es ilegal y todos sus símbolos están prohibidos en ese país. A pesar de esa ruptura clara y de que el gobierno actual nada tenga que ver con el nazismo, el presidente y jefe de Estado de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, ha querido protagonizar un gesto histórico de desagravio y respeto hacia el pueblo de Gernika por el despiadado bombardeo de la Legión Cóndor. No le han dolido prendas a la hora de reconocer su “responsabilidad histórica” en el bombardeo perpetrado a las órdenes de Franco el 26 de abril de 1937. Tras la petición de perdón por carta de Roman Herzog en 1997, Steinmeier acudió este viernes en persona al cementerio de Zallo y al Museo de la Paz, y se pudo ver cómo trasladaba su reconocimiento a dos de las supervivientes, Crucita Etxabe y Mari Carmen Agirre. Aunque acudió acompañado por el rey español, Felipe VI, la única corona de flores que se depositó en el cementerio fue la de Alemania. Y el único desagravio oficial ha sido el suyo. El liderazgo del acto y la iniciativa eran de Alemania aunque, en sentido estricto, quizás estaría más justificado aún este gesto por parte del Estado español: en el caso español, no hubo ruptura con el régimen de Franco, sino un proceso de transición; el dictador nombró como sucesor a Juan Carlos I en 1969, se aceptó la monarquía dentro del proceso de transición, y Felipe VI es su hijo por derecho hereditario, sin una legitimación social posterior a través de votación alguna.

El rey acudió como acompañante de Steinmeier, ya sea forzado por la propia visita de Alemania, o con la intención de que su mero acompañamiento se interpretara también como un guiño. Pero el efecto que causó la visita en estos términos, sin ningún anuncio solemne de reconocimiento y sin hacer declaraciones, fue contraproducente. Quizás consciente del debate público en Euskadi sobre el reconocimiento de responsabilidades y anticipando que una visita sin un pronunciamiento en tal sentido iba a ser criticada, el Gobierno español no envió a ningún ministro y delegó en el secretario de Estado para la UE Fernando Mariano Sampedro, y en su representante en suelo vasco, Marisol Garmendia. Aunque en los primeros momentos Felipe VI pareció comportarse como un jefe de protocolo, haciendo las presentaciones y aclarando a las víctimas que estaban ante el presidente alemán y su pareja, con el paso de la jornada las cámaras lo captaron buscando y realizando algún gesto de afecto hacia Crucita y Mari Carmen, con quienes intercambió algún comentario, por ejemplo, en la reunión que lideró Steinmeier con las supervivientes en una sala del museo. Pero no hubo más. El PNV participó en los actos para respaldar el gesto de Steinmeier, pero no se dedicó a blanquear la posición de Felipe VI. Ante el cementerio, Aitor Esteban criticó que el rey viniera para hacerse la foto y nada más, y recordó que la monarquía fue designada por Franco, aunque algunas voces digan que el Estado no tiene que pedir perdón porque el gobierno actual es heredero de la república y sufrió el golpismo.

Las palabras de Steinmeier

El Estado español no salió favorecido en la comparación. Steinmeier ofreció unas declaraciones a los medios de comunicación para aclarar que “Alemania es consciente de su responsabilidad histórica”. “Lo sabemos, y sentimos hoy la obligación de defender la paz, la democracia y luchar contra la violencia”, dijo. “He declarado que asumimos nuestra responsabilidad histórica. Es muy beneficioso para nuestras relaciones bilaterales que, por primera vez, un presidente federal alemán reconozca aquí mismo su responsabilidad por las acciones de aquella época”, recalcó hasta dos veces. Ningún presidente español ha reconocido su responsabilidad histórica, aunque sea subsidiaria, por el bombardeo. Esa es la gran diferencia, aunque en algunos ámbitos se destacó que no llegara a utilizar la palabra perdón. 

Además, se anunció que muy pronto se reunirán estudiantes de Gernika y Pforzheim, dos ciudades hermanadas, para hablar de las enseñanzas del pasado. Steinmeier aclaró que su propósito era recorrer la localidad con “humildad” y “no olvidar” ese horror. Y sus palabras fueron bien recibidas por las dos supervivientes que estuvieron presentes en el acto.

El lehendakari Pradales, con Steinmeier Europa Press

Recepción del lehendakari

El día comenzó con la llegada de Steinmeier al aeropuerto de Foronda y la recepción oficial que le tributó el lehendakari Pradales en Ajuria Enea. Allí, Pradales lo recibió con un saludo en alemán, euskera e inglés, y Steinmeier y su pareja Elke Büdenbender fueron agasajados con un aurresku de honor. El lehendakari les ofreció algunas explicaciones sobre la residencia oficial o la makila, y emprendieron después el viaje a Gernika, con una primera parada en su cementerio.

Allí, dos funcionarios de la embajada alemana colocaron una corona de flores en el mausoleo de las víctimas pero, inmediatamente después, Steinmeier se dirigió hacia esa corona para realizar un gesto de afecto, alisó las bandas que lucían los colores de Alemania y se quedó unos segundos en silencio para volver al lado del rey español sin dar la espalda ni un segundo a la ofrenda. La Sociedad Coral y la Banda de Txistularis de Bilbao interpretaron Gernika, de Pablo Sorozabal. Hubo cinco repiques de la campana, que tiene también un valor histórico porque es la misma campana que lucía la Iglesia de San Juan de Ibarra que fue destruida por las bombas, y la misma que sonó el día del ataque fascista para alertar a la población. Era lunes de mercado.

En este acto estuvo presente también el PNV al máximo nivel, con una delegación encabezada por su presidente Aitor Esteban. Se pudo ver, asimismo, al líder del PSE, Eneko Andueza, quien paradójicamente seguía defendiendo en sus redes sociales que el Estado español no debe pedir perdón; el líder del PP, Javier de Andrés, que tampoco respalda las disculpas, y una delegación de Sumar. EH Bildu se desmarcó de esta imagen histórica y respondió con un plantón a estos actos por la presencia del rey español, aunque sí valoraba el gesto alemán. Tanto Ernai como EH Bildu y el sector disidente GKS protagonizaron protestas desde la víspera a la noche. Lo que sí ensombreció en cierto modo la mañana fue que unos desconocidos pintarrajearon el mural que recrea el Guernica de Picasso para pedir que el rey se fuera. La ausencia de un gesto oficial del rey español provocó mucho malestar también en el PNV, pero esta pintada fue criticada con dureza por los jeltzales por su falta de respeto hacia la obra que simboliza el horror del bombardeo.

La siguiente parada fue el Museo de la Paz. La Sala de la Reconciliación acogió un encuentro de Steinmeier con las supervivientes Crucita Etxabe y Mari Carmen Agirre, que tienen más de noventa años y recordaron como si fuera ayer las llamas y la destrucción absoluta de Gernika. Allí estuvo presente el rey Felipe VI. En ese museo, de hecho, se encuentra la carta que envió Herzog en 1997, donde reconoce “expresamente la culpa de los aviones alemanes involucrados”. Además, el alcalde José María Gorroño entregó a Steinmeier un pin con el árbol de Gernika. Tras estos actos más emotivos en Gernika, se desplazó hasta Bilbao para visitar el museo Guggenheim, con la intención de regresar después a Alemania.

50 años de Franco

El 28 de noviembre de 2025 pasará a la historia como el día en que Alemania viajó a Gernika para reconocer cara a cara su responsabilidad histórica. Y el Estado español, que está celebrando los 50 años de la muerte de Franco y el tránsito a la democracia, dejó pasar el tren sin realizar un gesto similar. Se da la circunstancia de que Juan Carlos de Borbón acaba de publicar unas memorias en las que, para más señas, habla de la “ternura” de Franco, de su “inteligencia y sentido político” y admite que fue rey “gracias a él”.