La que fuera alcaldesa de Altzo Pilar Zubiarrain Lasa ha fallecido este martes a los 58 años de edad. Así lo ha dado a conocer la presidenta del GBB del PNV, Maria Eugenia Arrizabalaga, que ha recordado que fue “víctima de la persecución” y ha agradecido su compromiso público. Primera edil entre 2003 y 2007, fue una de las impulsoras de la figura del Gigante de Altzo, así como el haya de Imaz, que el bertsolari Manuel Antonio Imaz plantó en 1836.

Nombrada primera edil como cabeza de lista del PNV en 2003 con 65 votos y más de 100 nulos, correspondientes a la lista de la izquierda abertzale ilegalizada, en 1997 le quemaron el coche y dos años después, un caserío centenario en el que vivían sus padres y una tía con movilidad reducida, acción que quedó impune por falta de acusados, sin olvidar las constantes concentraciones de simpatizantes de la izquierda abertzale ante el despacho de abogados donde trabajaba.

Fue una época dura. Muy dura, bajo persecución de ETA y los sectores de la izquierda abertzale que empleaban la violencia callejera y el hostigamiento social como estrategia. Lejos de los medios de comunicación, sí aceptaba las invitaciones a charlas, en las que aseguró cómo “la violencia de persecución es como que te echen gota a gota un cubo de agua. Deseas que te echen todo el cubo de una vez para terminar con el sufrimiento”. 

Fiel a su estilo, relativizaba este hostigamiento, en comparación con lo que vivían otras víctimas: “Te das cuenta de que mientras tienes vida tienes una oportunidad, hay gente a la que por desgracia han privado de sus seres queridos, que sufrirían el doble de lo que yo sufrí y que darían todos sus bienes por tenerlos vivos”.

En un contexto en el que decenas de listas de Batasuna fueron ilegalizadas, ella aceptó asumir el gobierno de su Altzo natal, pese a las acusaciones de ladrona, lapurra.

Doble víctima

Lejos de la Alcaldía, su caso volvió a la palestra en 2009, cuando el 1 de octubre la Fiscalía recurrió el sobreseimiento del Juzgado de Tolosa, después de que el Abogado del Estado denunciara por mantener una banderola de los presos.

Una decisión que llegó antes de que ella fuera alcaldesa en una resolución que facilitaba e instaba a todos los domicilios una banderola igual, como recordó en un acto público: “No la puse ni denuncié estos hechos porque en aquel momento, con el caserío que todavía echaba humo, no podía ni con mi alma, pero imagina el sentimiento de burla, impotencia, dolor que sentimos tanto yo como mi familia cuando recibimos la citada bandera. La devolví ofendida”.

Entre 2004 y 2005 dilató el cumplimiento de la sentencia ("no estaba dispuesta a volver a aguantar las presiones, no tenía fuerzas y alargué el cumplimiento de la sentencia, sabiendo que era ilegal, aunque estaba y estoy plenamente conforme con el contenido de la misma"). La petición de que fuera traducida al euskera supuso tres años de retraso, hasta 2008, con Zubiarrain ya fuera del Consistorio.