A pesar del mimo con el que siempre lo trató, el bertsolari Manuel Antonio Imaz difícilmente imaginaría que el haya que plantó el año de su boda con Paula Jauregui llegaría a los 180 años de vida. El haya trasmocha de Gaztaña-Motzeta es desde 1997 Árbol Singular, un ejemplar único en Euskal Herria, que goza de una salud envidiable y que ahora, además, compite para ser el Candidato Español a Árbol Europeo 2017. Por si esto fuera poco, el viejo árbol ha conseguido mantener unidos a los descendientes del bertsolari Imaz, que consideran el haya como el mejor recuerdo que los une a su antepasado.
“En este concurso se tiene en cuenta el vínculo afectivo que existe con el árbol, y en nuestro caso el apego es total. Es el legado que nos une a todos los descendientes”, explica Pilar Zubiarrain, biznieta del bertsolari Imaz y actual propietaria de los terrenos.
El haya fue plantada en 1836 por Manuel Antonio Imaz en Gaztaña-Motzeta, donde también tenía un manzanal y una calera. Se esmeraba en su cuidado y se dice que cuando llevaba estiércol para los manzanos, aprovechaba para abonar el haya en todo su contorno, y le arrancaba la zarza que crecía a su alrededor. Para él era el símbolo de su vida y hogar. Lo visitaba con frecuencia y se desceñía su larga faja y medía con ella el tronco, luego en casa tomaba la vuelta a una barrica con la medida del haya. Era su forma de ver cómo había crecido su árbol.
El árbol es, además, contemporáneo del Gigante de Altzo, ya que Miguel Joaquín Eleicegui nació en 1818 en el caserío Ipintza de Altzo. “Se está rodando una película sobre el gigante de Altzo y el árbol de Imaz es un elemento que puede tener su lugar en la historia, puede ser bonito”, sugiere Pilar Zubiarrain.
A día de hoy el majestuoso ejemplar tiene una altura de 23 metros, un diámetro de copa de 28,51 metros y 680 centímetros de perímetro a 1,30 metros de altura. Se trata de un ejemplar de Fagus sylvatica, especie arbórea de hoja caduca que puede llegar a medir 40 metros de altura y vivir 300 años. El haya de Imaz está, por tanto, en plena juventud.
Se trata de un árbol con el tronco muy corto, trasmocho, una técnica tradicional de Euskal Herria. El trasmochado es una antigua forma de explotación, ya abandonada, de los árboles, que se podaban cada pocos años con el fin de conseguir leña o carbón de sus ramas, piezas curvas de madera y pasto para el ganado bajo sus copas.
En este sentido, se están llevando a cabo diversas iniciativas para conservar estos árboles tan viejos y tan valiosos desde el punto de vista del paisaje y de la biodiversidad, como el proyecto LIFE Biodiversidad y trasmochos.
El jueves tendrá lugar una charla en el ayuntamiento de Altzo (19.00 horas) en la que el técnico de la Diputación Foral de Gipuzkoa, Valentín Mugarza, explicará cómo son los árboles trasmochos y, por su parte, Pilar Zubiarrain hablará sobre la historia más familiar.
Es el único representante vasco
Y con sus 180 años y en absoluta plenitud, el haya trasmocha de Altzo se presenta ahora a un concurso europeo. El organismo Bosques sin Fronteras ha convocado el concurso Candidato Español a Árbol Europeo 2017.
En este momento hay nueve candidatos para elegir el árbol español que se presentará al certamen europeo. El viejo haya de Altzo es el único representante vasco y está compitiendo con el Pino Cascalbo de Ávila, el Tejo de Bermiego (Asturias), el Roble Grande de La Solana (Cáceres), el Árbol del Hierro (Cádiz), el Ficus del Paseo (Málaga), el Pino de La Víbora (Málaga), el Chaparro de las Ánimas (Cádiz) y el Álamo del Éufrates (Elche).
Para emitir el voto es necesario acceder a la página web www.arboleuropeo.es, donde está toda la información sobre los candidatos y donde se indican los pasos que hay que seguir para dar el voto. Los descendientes de Imaz hacen un llamamiento para que la gente se anime a votar a su árbol, que es ya el árbol de todos.