Pedro Sánchez, reforzado entre su militancia tras decidir continuar en el cargo y autoconvencido ahora de poder seguir en el poder incluso otra legislatura más, reapareció por sorpresa este miércoles a mediodía en la Feria de Abril de Barcelona para darse un baño de masas, selfies incluidos, antes de involucrarse desde este jueves, con un mitin en Sant Boi, en la campaña electoral de Salvador Illa, lo que siembra de razones a quienes piensan que su amago de dimisión y reflexión no ha sido más que una estrategia personal que además favorecería los intereses del PSC el próximo 12-M.

El líder del PSOE participará asimismo en otros dos actos, este sábado en Montmeló y el viernes día 10 en la Vall d’Hebron. A nadie se le escapa el impulso que puede darle en las urnas su proceso de reflexión que mantuvo en vilo a todo el Estado y que todo apunta a que ha contribuido a concentrar en sus filas mucho voto de izquierda.

Su desembarco reaviva de paso el enfrentamiento con quien se llevaba hasta ese momento el foco principal de estos comicios, Carles Puigdemont. No solo relanza la batalla, sino que la recrudece, a tenor de las manifestaciones vertidas ayer por el expresident, quien –tras dos días de parón por el fallecimiento de su madre– arremetió contra Sánchez por la “farsa” que a su juicio ha montado por puro “electoralismo”.

El líder de Junts no se detuvo en esa crítica sino que le emplazó a cesar a perfiles del Gobierno español como los del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, y la ministra de Defensa, Margarita Robles, amén de pedirle que “regenere” el PSOE, después del caso Pegasus y de los informes de la policía con “falsedades” sobre líderes independentistas. “Dicen que quieren hacer una regeneración democrática... ¡manos a la cartera! De aquí puede salir una cosa espantosa”, ironizó Puigdemont, que instó a los socialistas a empezar a “hacer limpieza dentro de su casa” bajo un convencimiento: “España está carcomida por dentro”. “Es curioso que solo se haya dado cuenta de esto cuando le ha presentado una querella de pacotilla el sindicato Manos Limpias, que es una excrecencia de las cloacas del Estado”, pero en cambio “no hicieron nada” cuando “inventaban tramas” contra el soberanismo.

Por eso, el candidato de JxCat cree que lo acontecido no va de regeneración democrática sino de “regenerar las expectativas electorales de Illa” porque, más allá de la retórica, no hay propuestas. Algunas informaciones recogían ayer que en caso de que Puigdemont hubiera pretendido acudir al funeral de su madre, había ya lanzada una orden por el propio Marlaska para detenerle. Cabe recordar que su el exJefe del Govern perdió a su padre cuando ya estaba en el exilio, en 2019.

La “gran comedia”

En un mitin en Argelès-sur-Mer, en la Catalunya Nord, Puigdemont tildó de “gran comedia” el amago de dimisión de Sánchez, “un simulacro, una farsa orquestada para movilizar votos”, recordando, en alusión a Esquerra, que solo Junts no se creyó ese periodo de reflexión del presidente del Ejecutivo español. “No nos fiamos ni un pelo, venimos desconfiados de casa. Con este señor debes poner tres capas de guantes de látex para tratar con él”, señaló, avisándole a Sánchez de que Catalunya no será “el flotador que evite la caída del PSOE”.

A su entender, en el “origen de esta involución democrática está el PSOE de Felipe González, de Alfonso Guerra, de los GAL, de la corrupción que arruinó las esperanzas democráticas ya en los años ochenta”. Y añadió: “Ahora todos lloran porque les han tomado el pelo. ¿Por qué creéis que pedimos un mediador internacional? Todas las precauciones son pocas”. Por eso, alertó de que si el PSC gana las elecciones, los catalanes “seguirán siendo tratados como ciudadanos de segunda”, porque Illa siempre pondrá los intereses del PSOE y de Sánchez por delante de los catalanes. De hecho, ahí sitúa la diatriba en las urnas: “O Puigdemont, o Illa. No nos engañemos, solo hay dos opciones que pueden gobernar Catalunya”.

“O avanzamos como país y como nación o reculamos como región y nos hundimos con esta España que no se levanta, que siempre busca cómo aguar nuestras ilusiones. No hay más”, zanjó en una ecuación de la que elimina, sin necesidad siquiera de mencionarlo, a Pere Aragonès y Esquerra. En definitiva, según Puigdemont, “un voto a Illa es un voto al PSOE y a Pedro Sánchez”, que quiere “convertir Catalunya en una franquicia de las políticas españolizantes del PSOE”.

Entre tanto, el líder del PSC dedicó la jornada a prometer “cogobernanza” con los sindicatos y mejorar los servicios públicos; a defender el trilingüismo en la enseñanza catalana; y a cargar contra ERC y Junts por no haber hecho –textualmente– absolutamente nada en materia de financiación. “Confrontando ya se ha visto que no se va a ningún sitio”, recalcó. Aunque la abdicación temporal de Sánchez trastocó el inicio de campaña del PSC, su vuelta, que puede hacer creer que engorda sus expectativas, tampoco tranquiliza a los socialistas, que temen un efecto adverso entre aquellos indecisos a los que el movimiento del presidente español les pueda haber parecido un sainete. Y es que Illa tampoco necesitaba semejante impulso porque la demoscopia ya estaba de su parte. Hoy mismo, inmediatamente después del mitin del PSOE en los aledaños de Barcelona, se prevé un acoso y derribo al líder del PSC por el caso Sánchez en el primero de los debates electorales, en TVE.