La distancia entre los sindicatos de la Ertzaintza se ha estrechado tras las elecciones de ayer, al igual que lo han hecho las diferentes estrategias en la relación con el Departamento de Seguridad que dirige Josu Erkoreka. De forma más o menos premeditada, en los comicios confrontaron dos formas de reivindicar los derechos de los trabajadores: la beligerancia y judicialización constante, y por otro lado el diálogo como herramienta prioritaria.

ErNE, como sindicato mayoritario en los últimos 20 años, representaba la primera opción y, aunque volvió a resultar vencedor, lo hizo dejándose 384 votos y dos representantes por el camino. El acuerdo sobre la carrera profesional suscrito en solitario por ESAN con el Departamento en junio de 2021 les erigía en cambio en adalides del posibilismo. Una apuesta arriesgada por la que algunos observadores les hacían caer hasta la tercera e incluso la cuarta plaza, pero que finalmente se saldó con el visto bueno de 2.011 agentes (dos representantes más), a solo 200 de la central ganadora.

La recurrente unidad de acción sindical, un concepto variable en dimensión y alcance a lo largo de los años, llegaba al 10-F con dos únicos integrantes, ErNE y Euspel. Sin embargo, esta última central, que se está mostrando especialmente combativa en los últimos tiempos, ha recogido una cosecha contrapuesta y ha sido la que ha experimentado un crecimiento mayor: 806 votos y 10 dirigentes (170 y tres más, respectivamente, que en las elecciones de 2017).

Como era de prever, después de cuatro años de travesía en el desierto Sipe, aliado ahora de Jusapol, regresa a la Mesa de Negociación al subir de 506 votos a 614, y de 5 a 7 representantes. De forma paralela, ELA, que en tiempos fue el primer sindicato del cuerpo, se cae de los órganos de diálogo con el Departamento. Su resultado ha sido negativo sin paliativos, pasando de 851 a 490 sufragios y de 9 a 4 representantes, cinco menos.

Sin sindicatos ‘de clase’

La consecuencia es que, por primera vez, la Mesa de Negociación de la Ertzaintza estará formada íntegramente por sindicatos corporativos, aquellos nacidos en el seno del cuerpo, tras la salida de ELA, la última central ‘de clase’ que quedaba (en 2017 fue CCOO el que perdió su representación, y esta vez ni siquiera ha concurrido). En un comunicado emitido en la noche electoral, ELA se marcó el objetivo de “ganar en la correlación de fuerzas para recuperar el derecho a la negociación colectiva y revertir todos los recortes sufridos en los últimos años”.

ESAN, que nació hace 15 años como una escisión del sindicato abertzale, califica de “irremediable” la salida de ELA de la mesa, debido a “la tutorización continua a la que se somete a nuestros compañeros de ELA-Ertzaintza”, según su secretario general, Roberto Palma Gorostiza. Por su parte, en el Consejo de la Ertzaintza estarán presentes ErNE, ESAN y Euspel.

En su balance de los comicios, Palma Gorostiza valora que “el colectivo ha premiado nuestra valentía a la hora de intentar romper inercias, castigando a quien aboga por la confrontación por la confrontación”. Tras calificar esa estrategia de “errónea”, afirma que “jamás vamos a eludir la lucha y la confrontación llegado el caso, pero la primera opción siempre ha de ser el dialogo”. Todo ello con un “doble objetivo, la defensa de los derechos de los y las ertzainak y la mejora de sus condiciones laborales”. Como prioridad, cita renovar el acuerdo regulador y la valoración de puestos de trabajo.

Euspel siempre subraya sus inicios humildes. “Nadie nos ha regalado nada jamás, sino todo lo contrario”, asegura a este medio su presidente, Txutxi Castelo. Añade que “nuestra estrategia va a continuar siendo la creencia en la unidad de acción sindical frente a las embestidas de este Departamento”, que a su juicio “discrimina y ningunea a las personas de este colectivo, y no digamos a sus representantes”.

Caballos de batalla

En las antípodas se sitúa Sipe, cuyo secretario de Organización, Juan Carlos Sáenz, adelantó tras el veredicto de las urnas que sus “caballos de batalla” en la Mesa de Negociación serán “la carrera profesional, la mejora de las condiciones laborales y la igualdad con otros funcionarios”.

Respecto a ErNE, durante la campaña electoral su secretario general, Roberto Seijo, denunció supuestas maniobras del Departamento para perjudicar a sus siglas y beneficiar a otras, empezando por la propia fecha de las elecciones, ya que correspondía celebrarlas el pasado noviembre. En un tuit publicado en plena resaca electoral, ErNE afirma que, a tenor del resultado, la mayoría “avala la confrontación contra el Departamento y no traga con las bondades de la carrera profesional y con la obediencia ciega”. Denuncia además “los esfuerzos de la directora de Recursos Humanos por amañar las elecciones para sus compañeros de batzoki”.