donostia - La familia de Antonio Arrizabalaga Ugarte, miliciano que falleció en Zaragoza y cuyos restos fueron trasladados sin permiso de la familia al Valle de los Caídos, confía en que Patrimonio Nacional dé luz verde a la exhumación de los restos y puedan traerlos a Zumarraga. “Tenemos todas las esperanzas”, declaró el sobrino de Arrizabalaga, Iñigo Jaca, que tras la primera respuesta positiva del Ministerio de Justicia, confía en que el proceso siga su camino.

De momento, llama a la calma. La familia ha recibido una carta de la Dirección General de Memoria Histórica, firmada por su máximo responsable, Fernando Martínez, en la que, “leyéndola, sí parece que aceptan nuestros derechos, pero qué va. En realidad es que la Dirección General de Memoria Histórica, dependiente del Ministerio de Justicia, nos da un impulso, según me han explicado”.

Ese aval les lleva ahora a otro ministerio, el de Presidencia. Será Patrimonio Nacional, en el organigrama de la también vicepresidenta, Carmen Calvo, quien deba terminar de dar luz verde. Esta misma semana se ha reunido con representantes de otras víctimas, que llevan su petición de exhumación más avanzada. Según explica Jaca, “por delante tenemos otros casos, como la familia Lapeña, otro caso catalán, otro asturiano? Unos ocho o diez casos que se han reunido esta semana con el Ministerio de Presidencia. Han empezado a hacer pruebas de ADN y tenemos todas las esperanzas. Si dos, cuatro o cinco consiguen permiso, la puerta ya estará abierta”.

Ahora les toca tocar a la puerta de Patrimonio Nacional, “que es donde tenemos que pelear ahora porque es quien da permiso”. “En tres meses sabremos qué hacen. Si no nos responden, tenemos derecho de petición ante Patrimonio”, desarrolla Jaca, que si no, reconoce que la familia tendrá que acudir a la vía judicial.

“Un historiador nos dijo que fue fusilado, otros que había muerto en un hospital de Zaragoza? Hemos andado a vueltas de un lado a otro, y al final hemos conseguido la verdad. No fue fusilado, estaba en un batallón de trabajadores y murió por culpa de una fiebre tifoidea”, recuerda Jaca, que repasa cómo han buscado el historial clínico de su tío en los archivos de El Ferrol, el de Salamanca y el de Guadalajara. “Un trabajo increíble”, dice. Solo les falta mirar el de Ávila. Los restos, en cambio, están en el Valle de los Caídos, donde fue trasladado sin permiso de la familia.

“Encontramos todos los datos y está muy localizado. Lo único, como nos decían los frailes, en su zona hay otras cuatro o cinco cajas, por lo que habrá que pedir permiso a sus familiares”, reconoce Jaca, que no ve tanta dificultad en recuperar estos restos: “Cuando se hacen los informes técnicos se ve que no es tan difícil”.