donostia - El día en el que la oposición arremetió con toda su fuerza contra la gestión que el Gobierno español y la Fiscalía han hecho en el caso Lezo, el principal señalado, el fiscal jefe Anticorrupción Manuel Moix, recibió dos avales clave: el de su jefe, José Manuel Maza, y el del presidente del Ejecutivo, Mariano Rajoy. Un respaldo evidenciado en una jornada parlamentaria casi monográfica sobre corrupción y, más concretamente, sobre el caso Lezo, con Moix y el secretario de Estado de Seguridad, José Antonio Nieto, como principales protagonistas.

Ambos recibieron un nítido respaldo del Gobierno del PP -y del fiscal general del Estado en el caso de Moix-, pero también la exigencia de dimisión por parte de los partidos de la oposición, que en el caso del PSOE pretende además reprobar al ministro de Justicia, Rafael Catalá. A Moix le consideran desacreditado por obstaculizar las investigaciones del caso que ha llevado a la cárcel a Ignacio González, y a Nieto por la sospecha, alentada por el escrito de los fiscales conocido el martes, de que avisó al hermano del expresidente madrileño de que estaban siendo investigados.

Rajoy, sin embargo, definió a Moix como un profesional que actúa con “total independencia” en la sesión de control del Congreso, en la que recibió reproches en tromba de PSOE y Podemos por la corrupción. Así, el portavoz socialista, Antonio Hernando, le acusó de estar “acorralado” por los casos que afectan a su partido, mientras que el líder morado, Pablo Iglesias, señaló que su partido promueve una moción de censura porque el PP está “parasitando las instituciones del Estado”.

El caso Lezo y la actuación, entre otros, del fiscal jefe anticorrupción y del secretario de Estado de Seguridad centraron, por tanto, buena parte de la sesión de control en la que el presidente del Gobierno recibió, por ser el primero en contestar, los primeros ataques. Casi impasible permaneció Rajoy cuando Hernando le dijo que su actitud ante la corrupción generaba “irritación y vergüenza” y le pidió el cese del ministro de Justicia, del fiscal general del Estado y del secretario de Estado de Seguridad.

Rajoy respondió al portavoz socialista sugiriendo que recurría a esta estrategia ofensiva ante el “problema interno” de su partido, en referencia al proceso de primarias en que se encuentra, pero le advirtió de que no pensaba entrar en el juego ni citar otros casos de corrupción que han afectado a los socialistas, ya que no tendría tiempo suficiente para comentarlos. Después, el jefe del Ejecutivo se limitó a defender la actuación del Gobierno que preside contra la corrupción.

“Ustedes no son vistos como luchadores contra la corrupción, sino como cómplices”, advirtió por el contrario Hernando a Rajoy. Y lamentó el portavoz socialista el “daño” que está haciendo a España tener un presidente “a merced de los tribunales por los casos de corrupción”. Además, le advirtió de que es tal el “aluvión” de corruptos que “ya no cuela” la teoría del “canalla que traiciona su confianza”, recordando así el momento en que Rajoy admitió haberse equivocado con el extesorero Luis Bárcenas.

Oídos sordos El actual inquilino de Moncloa hizo oídos sordos a todas las acusaciones, además de recalcar su apoyo a quienes investigan estos casos. Un respaldo que concretó en mayor medida cuando defendió al fiscal anticorrupción, cuestionado en las últimas semanas por la oposición tras aparecer en las grabaciones del caso Lezo como el fiscal que quería tener Ignacio González y por intentar paralizar algunos registros relacionados con este caso.

Así, en su respuesta a Iglesias, Rajoy le definió como un profesional con “amplia y exitosa trayectoria” que actúa “con total independencia y plena responsabilidad”. “Está funcionando muy bien la Fiscalía Anticorrupción, usted debería alegrarse”, le trasladó. Y frente a la “independencia absoluta” de la Fiscalía que dijo defender, el popular reprochó al líder de Podemos que su posición sea otra, y recordó que cuando buscaba un pacto con el PSOE defendía el nombramiento de jueces y fiscales “comprometidos con el gobierno del cambio”.

Por su parte, Pablo Iglesias le echó en cara un episodio de 2009, cuando se supo que el entonces ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, coincidió con el juez Baltasar Garzón en una cacería. Recordó que Rajoy definió entonces aquel encuentro como un “atentado a la calidad democrática” y que era “motivo suficiente” para la dimisión del ministro, lo que finalmente se produjo. “Tenía usted razón”, le dijo Iglesias a Rajoy, para recordar después las grabaciones de la Guardia Civil en las que González admite su deseo de que Moix sea el jefe Anticorrupción. Tras referirse también al supuesto “chivatazo” a González del secretario de Estado de Seguridad, señaló que todas estas razones motivan la moción de censura que impulsa su partido.

Tras Rajoy fue el propio Rafael Catalá quien defendió a Moix en términos similares. Ya por la tarde, en una sesión monográfica sobre el asunto, lo hizo José Manuel Maza, y de nuevo el ministro de Justicia. Catalá negó interferencia alguna. “No hay quien levante un teléfono para decirle a un fiscal lo que tiene que hacer”, aseveró. Y advirtió de que los diputados acusan al fiscal “de lo más grave” de lo que se le puede acusar, de prevaricar.

Maza fue tajante al exponer que no piensa dimitir ni cesar al fiscal jefe al no apreciar “un solo dato objetivo” que le lleve a dudar de él. El fiscal general admitió que, antes de nombrarle, conoció la grabación en la que Ignacio González indicaba que Moix era su favorito, pero ni le extrañó ni le hizo cambiar de idea. Maza, lejos de manifestar interés por investigar los chivatazos, arremetió contra los medios de comunicación y una de sus propuestas fue endurecer la ley para evitar que se publiquen filtraciones.

La defensa cerrada que todos ellos hicieron de Moix no convenció a la oposición. Todos los partidos exigieron su cese inmediato salvo Ciudadanos, que cree que no debe seguir, pero prefirió dejar que Maza actúe sin pedírselo. El PSOE dio el primer paso para presentar una moción la semana próxima con el objetivo de que el Congreso repruebe al responsable de Justicia.

Si la Fiscalía era uno de los vértices del caso Lezo a examen ayer en el Congreso, el otro era el del número dos de Interior, quien dejó claro que no piensa dimitir y recibió el respaldo del ministro, Juan Ignacio Zoido. Nieto se refirió a su polémica reunión con Pablo González -hermano de Ignacio y también en prisión- tan solo dos días después de que se grabara a los hermanos referirse a una posible búsqueda de apoyos en la Policía o en Interior. Moix dijo que Nieto “no tiene nada que ver” con el caso a pesar de que los fiscales le apuntaban como autor del chivatazo. Pese a que buena parte de la oposición sostiene que debe dimitir, él recalcó que no ha hecho nada de lo que deba arrepentirse y negó el chivatazo. - N.G.