dos jóvenes mikeletes custodiaban ayer, en el cementerio de Hondarribia, la ikurriña de Beti-Aurrera Lagundia, la compañia perteneciente al Batallón Saseta del Euzko Gudarostea, el ejército popular organizado por el Gobierno Vasco para luchar en la Guerra Civil.

Gerardo Bujanda tenía 16 años cuando se enroló para hacer frente al fascismo que amenazaba la libertad de Euskadi. Ayer, con 98 años de edad y tras una vida de compromiso político militando y ostentando importantes cargos en el PNV, besaba la misma ikurriña, cedida por la Fundación Sabino Arana, visiblemente emocionado.

Era el día en el que se cumplían justamente 80 años de la muerte de Cándido Saseta, el emblemático comandante del ejército vasco, en el pequeño pueblo asturiano de Areces, donde cayó en el campo de batalla luchando contra los franquistas junto a otros 187 gudaris, la mayoría pertenecientes a los batallones Amaiur y Euzko Indarra.

Saseta daría nombre después al batallón en el que lucharon Gerardo Bujanda y otros muchos más, pero su figura sigue siendo bastante desconocida, o lo era hasta hace pocos años, cuando Hondarribiko Sasetaren Aldeko Taldea empezó a recuperar su memoria, organizando actos en el año de su centenario primero, en 2004, y yendo después a Asturias para investigar y rescatar sus restos mortales del hoy conocido como Pradón de los Vascos, en Areces.

caras conocidas Ayer, se le tributó un homenaje organizado por el Gobierno Vasco, la Diputación y el Ayuntamiento de Hondarribia, la localidad natal de Saseta, donde sus restos fueron enterrados en 2008.

El veterano gudari Gerardo Bujanda, el diputado general, Markel Olano y el alcalde de Hondarribia, Txomin Sagarzazu, realizaron una ofrenda floral ante la tumba de Cándido Saseta y luego, ya en el exterior del cementerio, se realizó un breve acto de recuerdo, con música y salvas de una compañía de gudaris dramatizada por el colectivo Lubaki Taldea. Allí estuvieron el portavoz del Gobierno Vasco, Josu Erkoreka; la consejera de Seguridad, Estefanía Beltrán de Heredia; el presidente de la Fundación Sabino Arana, Juan María Atutxa; la presidenta de las Juntas Generales, Eider Mendoza y numerosas personalidades políticas como Xabier Arzalluz, Arnaldo Otegi o el exconsejero Inaxio Oliveri, además de ediles hondarribiarras de todos los partidos (PNV, Abotsanitz, EH Bildu, PSE y Partido Popular) y un buen número de ciudadanos.

El alcalde de Hondarribia, Txomin Sagarzazu, señaló que “el conocimiento de la figura de Saseta está algo difuminado y hay que poner en valor y resaltar a este hondarribiarra, que encarnó, junto a todos los que lucharon con él en la guerra, valores como la libertad, la solidaridad, la democracia y también, el sentimiento abertzale”. El edil agradeció también la labor de “los hondarribiarras que en 1999 empezaron a trabajar para recuperar la memoria de Cándido Saseta”.

Antxon Zarraga, marido de Arantxa Saseta, sobrina de Kandido e hija de su hermano Martín, leyó un texto de su esposa en el que esta daba “las gracias por este homenaje y todos los que se han hecho en los últimos años” a la figura de su tío, tributos que a su padre “le hubiera gustado ver en vida”.

Zarraga agradeció de forma especial, en nombre de la familia, “la labor de Hondarribiko Sasetaren Aldeko Taldea, grupo impulsado por militantes de la izquierda abertzale, que inició esta labor de recuperación de la memoria de Saseta e incluso fue hasta Asturias y recabó, a tiempo para poder encontrar y luego traer sus restos mortales a Hondarribia, los testimonios de Ramón Valdés y Aurelio Suárez, que ya tenían más de 80 años y que con 12 años, enterraron a Cándido Saseta y otros gudaris muertos en Areces”.

“héroes contra el fascismo” El diputado general, Markel Olano, cerró el acto, antes de las salvas de honor y el canto del Eusko Gudariak, señalando que “la de los Saseta, Agirre, Leizaola, el propio Gerardo Bujanda y muchos más fue la mejor generación de vascos, la de los héroes que se enfrentaron al fascismo para luchar por la democracia y por la propia supervivencia del pueblo vasco”.

Una generación “ejemplar cuyo compromiso y valores están hoy más vigentes que nunca, en tiempos en los que emergen fenómenos populistas con tintes de fascismo”. “La mejor fórmula para no repetir errores del pasado es invertir en los valores de Saseta, los de la convivencia y la cultura democrática”, concluyó Olano.