“El sueño nacionalista es la patria en construcción y hacerla una realidad”
Santiago de Pablo (Tabuenca, Zaragoza, 1959) es catedrático de Historia Contemporánea de la UPV/EHU e investigador del nacionalismo vasco
Bilbao- Santiago de Pablo es uno de los principales investigadores del nacionalismo vasco con varias obras que así lo atestiguan. Ayer presentó su último trabajo, La patria soñada.
¿Cuál es la patria soñada del nacionalismo vasco?
-Por un lado he querido buscar un título atrayente, pero por otro lado creo que refleja bien la idea del nacionalismo vasco a lo largo de su historia. Hacer realidad esa patria en el plano político, pero a la vez una patria en construcción. El horizonte máximo del nacionalismo sigue siendo una patria soñada. Desde Sabino Arana a hoy, el sueño nacionalista es la patria en construcción y hacerla una realidad.
Sabino Arana es el gran tótem del nacionalismo vasco.
-Otros movimientos nacionalistas son muy distintos. No tienen un padre fundador tan claro y eso genera una fuerza simbólica muy potente. Sabino Arana tiene el componente de símbolo, de morir joven, de dar la vida por la causa nacionalista.
Pero en él hubo una evolución
-Sí. Hay en él al final una evolución españolista, que él mismo lo llamaba así. Pero para él, españolista era ser autonomista y, en el fondo, lo que plantea es abandonar el independentismo e integrar el nacionalismo en la idea española logrando la máxima autonomía que se pueda conseguir legalmente. Lo que sucede es que Sabino Arana muere poquitos años después y deja sin aclarar lo que supone esa evolución españolista. Algunos dicen que se había vuelto loco, otros señalan que era una táctica para conseguir la independencia. Esa forma de ser más pragmático para conseguir sus propósitos es lo que ha seguido el PNV a lo largo de su historia.
¿Es lo que se ha llamado las dos almas del PNV, la autonomista y la independentista?
-Nadie en el PNV, ni los más moderados ni los más radicales, pueden abjurar de Sabino Arana porque todos pueden conectar con algunas de las fases de su pensamiento. Hay un movimiento pendular con un eje, que es la construcción de la nación. Hay otros partidos que pasan de nacionalistas a regionalistas y eso en el PNV no sucede.
Lo evidente es que en la historia del nacionalismo vasco el PNV ha sido su referente hegemónico.
-Esa es otra cosa característica del nacionalismo vasco. La gran continuidad y hegemonía que tiene el PNV a lo largo de toda su historia. Si comparamos con Catalunya, Galicia o Bretaña, realmente hay fundación, refundación de partidos, divisiones. Pero en Euskadi la mayor parte de la historia del nacionalismo es la historia del PNV. Incluso cuando surgen, sobre todo a raíz de ETA, los movimientos políticos en torno a esta organización, es verdad que ponen en cuestión la hegemonía del PNV, pero en la práctica ha seguido siendo el partido mayoritario. Incluso en la Transición mucha gente pensaba que el PNV y el PSOE estaban en fase de extinción, pero luego se ha visto que no ha sido así.
Usted habla en su libro de la “ambigüedad calculada” del PNV.
-Dicen que la política es el arte de lo posible. Es verdad que esta ambigüedad también ha sido criticada por el “no mojarse”, pero es cierto que desde el punto de vista político ha pactado con grupos muy distintos y a veces con varios grupos a la vez. Quizá pueda parecer oportunista, pero eso te permite estar en el centro del sistema político vasco. Hay que saber ajustarse a las circunstancias.
Los nacionalistas españoles dicen que otros nacionalismos como el vasco o el catalán se curan viajando. ¿Es utópico ser nacionalista vasco o catalán y no español?
-Un Estado se crea en la historia y una vez que está creado, lo que ha habido antes se reinterpreta. Todo se ve diferente cuando se ha conseguido una Nación-Estado, que cuando se es un nacionalismo sin estado. Por eso creo que hay que ser consciente de que a lo largo de la historia ha habido cambios. No creo que se pueda hablar de nacionalismos buenos y malos. Ahora que se habla de la crisis de los Estado-Nación, siempre es una crisis del otro. Yo siempre quiero ser fuerte y lo que tengo lo quiero mantener.
¿En la Europa del siglo XXI pueden nacer más estados?
-Es complicado. Las nuevas naciones han surgido en otras circunstancias. A corto plazo veo difícil. Pero la posibilidad existe. El problema en el caso vasco, por decir de alguna manera, es la igualdad de las dos identidades nacionales. No hay un 80% que se sienta solo vasco o solo español. Dependiendo de las elecciones fluctúa de un 60 a o un 40% para un lado u otro.
Tengo que preguntarle por el concepto de nación-foral que habló el lehendakari Iñigo Urkullu.
-Que yo sepa es un término nuevo, pero sí que es cierto que al mismo tiempo entronca con la tradición foralista del PNV. El PNV siempre ha tenido esa idea de reintegración foral con soberanía. Así, hay una continuidad, no en el término, pero sí en la idea. Es verdad que los Fueros ha sido algo mitificado, son del siglo XIX, el viejo régimen, y cada grupo político los veía de una manera diferente. Pero esos símbolos, aunque pueden ser un poco desfasados, pueden funcionar.
¿Queda mucho por contar de la historia del nacionalismo vasco?
-Las grandes líneas ya se saben, pero queda mucho por investigar. Las historias de las gentes que han hecho este país. Pequeñas historias, muchas veces sorprendentes.