amezketa - El hecho de haber jugado el Cuatro y Medio ya fue una victoria para Jokin Altuna (Amezketa, 1996), quien reconoce que la rotura de fibras en su brazo zurdo en San Mateo mediatizó su participación, que corrió “grave peligro” con una recuperación exprés de tres semanas. Ahora, con la proa apuntando a Joseba Ezkurdia, hace gala del orgullo de haber sufrido para llegar “arriba”. No se lo esperaba. Por eso está contento.

Es su tercera final consecutiva del Cuatro y Medio. Se enfrentará a Ezkurdia el domingo en un repleto Navarra Arena. ¿Qué se espera de su rival?

-Está con muchísima confianza y le está saliendo todo. A los 27 años está dando el mejor nivel de toda su carrera y es peligroso. Es un manista que da velocidad a la pelota, acaba los tantos y defiende muchísimo. Es complicado hacerle daño. Está llevando la voz cantante en todos los partidos, metiendo ritmo. Parece imposible meterle mano, pero es un partido al que voy muy a gusto, con muchas ganas. Tengo que volver a casa con la cabeza alta porque estuve a punto de no jugar el campeonato. Es algo muy grande para mí.

¿La vitola de favorito la tendría Ezkurdia por cómo ha jugado durante todo el campeonato?

-Sí. Al final, lo más importante es cómo llega cada uno y cómo se ha desarrollado el campeonato de cada uno. Por ejemplo, en la final del Manomanista no salí favorito, pero tuve unos rivales muy duros en las fases previas y les gané a todos. Me encontraba muy bien y esta final es diferente. Joseba ha demostrado una superioridad aplastante, mientras que yo no, aunque hice una gran eliminatoria en semifinales, de la que estoy muy orgulloso, porque tuvo mérito dar la vuelta a un 2-9. Por su trayectoria pienso que el favorito es él.

Ezkurdia le ganó en la liguilla de cuartos de final en el Atano III por un claro 10-22. ¿Lo ha olvidado?

-Sí. De hecho, lo olvidé al día siguiente. En estos cuatro años, si algo he aprendido es que hay que ver los fallos que has cometido, pero en el campeonato hay que centrarse en el siguiente encuentro y si vuelves a enfrentarte al mismo rival siempre tienes tiempo de pararte a analizar qué hiciste bien y qué mal. En mi caso, no hice nada bien, pero es cuestión de ver cómo va el campeonato. Me centré en jugar el tercer partido y, aunque no jugué bien, tuve la suerte de que Víctor no tuviera su día. Al llegar a 22 me quité un peso de encima, puesto que mi objetivo era llegar a las semifinales. Después, jugué más tranquilo y mejor en el Labrit ante Bengoetxea.

¿El buen deportista es el que olvida rápido?

-He aprendido eso. Al principio, me costaba un mundo dar la vuelta a una derrota, ya fuera de campeonato o de fiestas. Me pasaba mucho tiempo pensando. Siempre he sido de vivir mucho la pelota y me centro mucho en ella. Antes, cuando ganaba sentía mucha euforia y cuando perdía estaba muy triste; he aprendido a controlarlo. Tengo claro que estando en todos los campeonatos se pierden partidos. Por suerte, perdí solo el que podía perder, el que no era a vida o muerte, y estoy ante una gran ocasión.

Síntoma de madurez, ¿no cree?

-Tengo 22 años y está claro que tengo que aprender muchísimo. Lo importante es, con la experiencia que tengas, ir aprendiendo cosas. Si pierdo esta final, estaré triste en ese momento, pero me centraré en el Parejas, porque la pelota no para. He aprendido que estar cabizbajo o triste es mucho peor, porque te afecta en tu siguiente compromiso. Iré con la cabeza bien alta gane o pierda, porque solo jugar era algo complicado y llegar a la final es muy bonito.

Comentó que llegar a las semifinales era ya un premio, pero se encuentra ante el lo más jugoso de este Cuatro y Medio, la txapela.

-Quiero ganar y estoy preparando la final para ganarla. Eso lo tengo claro. Después, hay que ser consciente de que todos los rivales juegan mucho. Aquí te juegas todo a una carta y puede pasar cualquier cosa.

¿La violencia del golpe es el mayor arma de Ezkurdia?

-Sí. Empezando por el saque. Le da mucha velocidad y saca mucho. Urrutikoetxea acertó al jugarle más a la izquierda en la segunda parte de la semifinal, porque Joseba le imprime mucha velocidad con la derecha. Ahí está la clave. No es nada fácil, ya que él es el que golpea primero y el que marca la pauta. Es difícil coger la iniciativa. Tengo que salir enchufado.

¿Considera que verá el domingo al mejor Ezkurdia al que se ha enfrentado?

-Ahora, a sus 27 años, está con una confianza que antes no tenía. Siempre ha tenido brillo, pero le faltaba atrevimiento o confianza a la hora de entrar de aire. Como ve que saca mucho, va a atacar la pelota y eso le hace más peligroso todavía.

Es un currante de la pelota. ¿Se alegró por él al ver que se metía en la final del Cuatro y Medio?

-Sin duda. Siempre digo que tener un pelotari así en tu mismo vestuario es un privilegio. Desde que comencé he compartido mucho con él y es un grandísimo profesional. Ha tenido varios golpes, pero ha seguido siempre centrado 100% en la pelota, con hambre, trabajando. Se contagia. Ver que un pelotari, bien por su sacrificio o por su afición, consigue cosas es importante para el resto.

Como decía antes, ha vivido un Cuatro y Medio al que llegó muy justo. ¿Ha sido duro?

-Sí. Quizás haya sido el que menos he disfrutado jugando. El último partido sí que es cierto que lo disfruté. Fue muy duro físicamente, pero me sentí bien. En los anteriores, sufrí. En el primer encuentro, jugué bien pero Aimar me regaló un poco; en el segundo, se vio que estaba muy lejos de mi mejor nivel, sin quitar méritos a Joseba, y al tercero fui mentalizado para trabajar y no fallar. Me salió bien.

También es importante saber gestionar esas situaciones, ¿no?

-Sin duda. Me gusta ir a jugar con los partidos estudiados. Con algunos rivales hay que defender más; otros tienen más ritmo o menos... Al final, hay que saber qué hacer con cada uno. Lo más importante es que me salió bien y que me quité la presión.

¿Ha vivido partido a partido?

-Sí, aunque lo cierto es que los últimos campeonatos los he tomado así. Cuando me metí en la final del Cuatro y Medio de 2016, perdí el primer choque y el año pasado, también, frente a Urrutikoetxea. Hay que ir poco a poco. En esas situaciones solo puedes mirar al siguiente partido. Fíjese, a los cinco días de la final juego ya el Parejas en Amezketa. Todo va rápido.

¿Corrió verdadero peligro su participación en el Cuatro y Medio?

-Sí. Jugué un lunes, pero el jueves anterior me realizaron una resonancia en Pamplona en la que se vio que no tenía ya la rotura y sí un edema. Ese viernes hice mi única prueba y nadie sabía qué iba a pasar.

¿Y cómo salió a la cancha?

-Bastante nervioso. Estaba muy preocupado. Estaba con el brazo izquierdo atado. El brazo se me quedaba sin fuerza a mitad de partido. Ahora, mi única preocupación es la final.

Sabe sufrir.

-Soy consciente de que puedes perder contra cualquiera y hay que sufrir en todos los campeonatos. No es fácil.

Cada día es un pelotari más completo, ¿no?

-Eso lo tiene que decir la gente de fuera. Sí que es cierto que me encuentro cada vez mejor, tanto en la parcela física como mental. Estoy orgulloso de lo que estoy haciendo.

Respecto a la lesión. ¿Se encuentra al cien por cien el brazo izquierdo?

-Sí. Fue una rotura de grado II y los médicos me dijeron que la recuperación era de cuatro a seis semanas y me tuve que poner bien en dos o tres. Salí sin hacer la rehabilitación. Ahora me siento bien. Estas semanas me vienen bien. Estoy realizando ya un trabajo normal de fuerza.

Ganó el Manomanista en mayo y desde entonces lleva la camiseta campeón. ¿Se siente esa presión?

-Es indudable que es algo que se nota. Más que por la prensa, por la gente. En verano, por ejemplo, todos tus partidos son televisados y el público te exige más. Si pierdes cuatro partidos, te vienen a preguntar qué te pasa. Cuando no eres campeón, no se fijan tanto en ti. Sea campeón o no, me gusta ganar y si pierdo, voy triste a casa. Pero no hago caso a la presión. He tenido un verano exigente y he hecho buenos y malos partidos. No por tener la txapela he estado más nervioso o me he metido más presión.

¿Es difícil ser el campeón?

-Es bonito. Difícil, también, igual, pero sobre todo es bonito. Es difícil porque tienes muchas miradas sobre ti y tienes que dar el callo a menudo. Ha sido un año bonito y he intentado disfrutarlo igualmente. Sé que pueden salir las cosas mal y sería lo más normal del mundo. Por ahora, he alcanzado otra final y estoy contento.

¿Es supersticioso?

-En todos los torneos hay algo. Por ejemplo, me pongo siempre en el vestuario en el rincón y pongo los tacos en la pared. Tengo mis manías, como todos.