Reconoce Diego Agudo Pinilla (Santander, 10-XI-1975) que le encanta lo que hace. Su trabajo, de dibujante y animador, le podía llevar tantas horas al día como necesitara. Le da igual. Al cántabro le son familiares las musas, a las que invocaba Pablo Picasso con un lapicero en la oreja, el alma hundida y las sinapsis cerebrales a pleno rendimiento. Decía el malagueño qué mejor forma de llamarlas que mientras uno está trabajando, que es el mayor de los sacrificios, pero también el magma de la creatividad.
A Diego, alejado de los frontones, le vino a ver Juan Martínez de Irujo desde la pantalla de un ordenador, atado a YouTube más que a la inspiración, que le llamó el misticismo de la pelota. Pero la fascinación por el movimiento como factótum en gran parte de su trabajo viene de antes.
Agudo realizó su primer corto de animación en el año 2000: El aparecido. Lo basó en la Danza del terror de El amor brujo de Manuel de Falla y estuvo nominado a los Goya de 2001. En 2003, estrenó en el Festival de Cine de Berlín La fuente de Carmen Amaya, cimentada en un poema de José Hierro. Además, colaboró en producciones como Toy Story 3. “Yo hago dibujos animados desde hace tiempo. Hago proyectos propios con producción propia, pero el cine está difícil”, concreta el animador santanderino, quien analiza que “hubo un momento en el que me decidí a hacer animaciones de Sylvie Guillem, que es una bailarina importantísima, que se retira este año además. Quería captar el movimiento de esta mujer bailando en cada uno de los papeles que hace para ver las diferencias y los matices que da ella a las coreografías. Quería representar eso mediante los dibujos”.
Lo hizo en Dance on paper y en 2013 se convirtió en el primer artista español vivo en exponer de forma individual en el prestigioso Lincoln Center de Nueva York. “Todo el mundo me decía que Guillem era el punto más alto que hay en la danza y que no me iba a hacer caso. Le presenté el proyecto en Londres y le gustó la idea. De ahí desarrollé una especie de película, destinada más al público de la danza. Y unos dibujos para que se viera el proceso del trabajo del dibujante, con el papel y el lápiz. Al Lincoln Center de Nueva York llegó que yo estaba haciendo ese trabajo y me dijeron que si me apetecía exponerlo y presentar el trabajo allí con la secuencia como si fueran cuadros”, confiesa Agudo.
La danza fue el primer paso a la inclusión del animador cántabro en el mundo pelotazale y en la imagen de Juan Martínez de Irujo como su propio ariete en la modalidad. Fue en 2014, el año de la segunda Triple Corona del iberoarra, un huracán. “Al buscar ese tipo de movimientos, que en la danza es milimétrico y solamente ve la diferencia gente más especializada en la danza, me dio por buscar a pelotaris, porque muchas veces se habla de ellos de una forma casi mítica. Es un modo de buscar movimientos muy peculiares. Apareció Irujo y, por la forma de moverse y de hacer las cosas que hace, me quedé entusiasmado con su juego”, argumenta el animador, quien también revela que entonces “no tenía ni idea de pelota”.
“Decidí lanzarme a hacer lo mismo con él que hice con Sylvie, por cómo se mueve en la cancha, por cómo se coloca, por cómo cambia de ritmo... Son cosas que solamente puede hacer él. He visto a otros pelotaris que hacen cosas distintas, pero ninguno es como él. Ese es el punto de partida de esta aventura”, agrega el cántabro, quien no cierra la puerta a “más adelante abrirlo a otros”.
facilidades Entre las intenciones de Diego Agudo Pinilla, que se centran y orbitan alrededor de la personalidad del movimiento de Martínez de Irujo, está exponer en cierta medida su trabajo. Según explica, el iberoarra está colaborando con él, dándole facilidades. Algo similar le pasó con Sylvie Guillem, que se implicó en facilitar el trabajo de Agudo y, de hecho, expuso en el legendario Sadler’s Wells londinense en la despedida de la bailarina francesa en noviembre. “Hice unos bocetos, unas animaciones, para intentar llegar a Irujo para empezar”, sostiene Agudo, que certifica que “un día, en un partido bajé hasta él, le enseñé los dibujos, le comenté la idea y le hizo gracia”.
La virtud, para un advenedizo como el cántabro, de la pelota es que es como una danza estética, plástica y frenética. “Yo soy fanático del baloncesto, pero esto es otra cosa. Veo la identidad de cada uno de los pelotaris en sus movimientos, que les diferencian, más allá de la competición. Para mí, ver un partido de Juan es como ver una exposición de un escultor importante. Es como una obra de arte. Esas cosas que hace él me llevan a estudiar ese tipo de movimientos”, afirma.
Una de las sensaciones del artista es que del traqueteo en el tapete entre las paredes del frontón se extrae en cierta medida la personalidad de cada pelotari. “Ni Aimar es igual que Irujo, ni Berasaluze, ni Bengoetxea, cada uno ejecuta cada movimiento de un modo distinto, con su propia marca en la disputa”, postula Agudo. “Vengo del dibujo artístico y los pelotaris se adaptan a los conceptos de plasticidad y anatomía clásicos, como en los Juegos Olímpicos antiguos. Es fascinante”, manifiesta.
“Disfruto mucho con este proyecto. No tengo ningún objetivo marcado, pero quiero desarrollarlo y, si se puede, exponerlo. Creo que puede plasmar otra visión. Consiste en aportar un imagen distinta de la pelota y quizás quede reflejado o en una exposición o en una película”, asiente el artista cántabro, que también sentencia que el proceso de trabajo es complicado.
Diego mira durante muchas veces los vídeos de Martínez de Irujo y cómo ejecuta los movimientos para después poder encadenarlos a un papel. Enjaularlos. “Son muchas horas. Repites un montón de veces cada movimiento para entenderlo y comprender la anatomía. Lo interesante es que lo vea él mismo y se reconozca”, añade.
Como dice Agudo, el mundo de la pelota vasca se trata de una performance en movimiento, puro y duro. Sin memoria, sin contemplaciones. El arte reside en lo efímero de los golpes y los arabescos. Él lo encarcela en papel y lo transmite mediante su pluma y su lapicero. Trovador del movimiento.
“Yo no sabía que iba a meterme en esto y lo empecé a hacer para mí. Con Juan comencé a hacer animaciones relacionadas con sus partidos y me quedé con ganas de seguir. Me pedía el cuerpo hacer más. Fue saliendo así, poco a poco, jugando”, dice.
Fascinación por irujo Antes de Juan Martínez de Irujo, para Diego Agudo Pinilla la fotografía de los pelotaris era casi algo “mítico”. Eso le atrajo hacia el catalizador de casi todo: Internet. Vio al iberoarra y quedó fascinado por la forma de moverse y sus capacidades. “He visto todos los partidos que he podido. Antes de Juan, solo podía buscar en el ordenador. Me he pegado maratones de partidos, porque, al no saber los resultados, para mí era como verlos en directo. No lo contabilizo como trabajo, aunque sé que es parte de él, porque me divierto mucho”, articula el dibujante cántabro.
Le descubrió en su año dorado en 2014 y tiró para adelante. “He ido a verle a Irun, a Donostia, a Bilbao... Ahora, más que sentirlo como un trabajo, me siento pelotazale. Juan tiene algo especial”, anuncia.
Recuerda el de Santander que el envite en la cancha irundarra, en la que el delantero navarro jugaba con Barriola ante Bengoetxea VI-Untoria en un duelo clave para meterse en las semifinales del Parejas, sintió “más tensión que nunca en otro partido. Se podía cortar con un cuchillo”.
Oinatz acabó 19 de los 22 tantos azules e hizo una exhibición. “Ante eso solo puedes quitarte el sombrero. Es otra de las cosas que me encantan de la pelota, que por gustarte un pelotari u otro no dejas de aplaudir lo que hacen los demás”, apostilla.
Irujo, contento Diego presentó los borradores a Juan Martínez de Irujo y él mismo se reconoció en las imágenes. Evoca el dibujante que “al principio se sorprendió. Cuando lo vio sí que se reconocía. Le gustó. Le comenté que estaba trabajando en eso y se mostró encantado. Nos hemos visto varias veces y estamos pendientes para continuar con el proyecto. Cuanta más información tenga, mejor. No son solo los partidos, sino que me interesa también la preparación. Me interesa la raíz: los tacos, el vestuario...”.
De hecho, tal y como admite el artista, “si analizas los movimientos se ve cuándo está en plenas condiciones y cuándo no, como en el Manomanista de 2014, que tenía la zurda mal”. Concreta Agudo que “si veo a Al Pacino en una obra de teatro, no me impresiona lo mismo que ver cómo Irujo ejecuta un gancho o una dejada o una volea. Es algo diferente. Es arte”. Sí, del movimiento.
Nombre. Diego Agudo Pinilla.
Fecha y lugar de nacimiento. 10-11-1975, Santander.
Su trayectoria. En 2000 realiza su primer cortometraje de animación: ‘El aparecido’, basado en la ‘Danza del terror’ de ‘El amor brujo’, por el que fue nominado al Goya en 2001. En 2003 estrena en Berlín ‘La fuente de Carmen Amaya’, basado en un poema de José Hierro. Además, ha colaborado en ‘Toy Story 3’ y ha realizado ilustraciones en el proyecto ‘Dance on paper’. Ha expuesto en el Lincoln Center de Nueva York.