Olite. Su clasificación para la final dependía del partido entre Irujo y Gonzalez. ¿Cómo lo vivió?

Estaba con mis amigos fuera del pueblo porque teníamos que acudir a un entierro y, volviendo a casa, puse la radio para escucharlo. Y lo viví con nervios. Puse la radio cuando Irujo ganaba 5-3 y, a partir de ahí y hasta que Irujo hizo el tanto 18, tuve muchos nervios porque todavía no tenía la clasificación asegurada. Cuando Juan llegó a 18, que era el marcador que me metía en la final, me sentí muy contento y satisfecho.

Tal y como se desarrolló el Irujo-Gonzalez, ¿fue el sufrimiento menor de lo esperado?

No, porque en la radio no hicieron un seguimiento continuo del partido. A esa hora estaban dando sobre todo fútbol y hacían desconexiones para retransmitir lo que ocurría en Eibar. No sabía qué pasaba en cada tanto, ni si estaban jugando bien o mal. Hacían conexiones cada cinco minutos y eso hacía crecer la incertidumbre y los nervios.

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¿En serio? Más vale que no lo vi por la tele (ríe). Ya me había tocado pasar por algo parecido en otras ocasiones y, a pesar de que gané el sábado, no estuve tranquilo por la noche y pasé ratos un poco malos porque dependía de otros pelotaris, de otro resultado...

¿Pudo dormir bien?

Sí, sí, pero, si digo la verdad, me levanté antes de lo normal y con algo de inquietud.

Sin embargo, sólo dos resultados le podían dejar fuera de la final...

Pero siempre miras a lo bueno y a lo malo. El 22-16 y el 22-17 a favor de Gonzalez me dejaban fuera, pero de los cinco resultados que se habían dado en la liguilla de semifinales, dos habían sido 22-17 y otro un 22-20. Tenía un poco de miedo porque son resultados que se podían dar. Y por eso estaba nervioso.

Pero el partido tuvo un final feliz para usted, que cumplió con su objetivo de alcanzar la final.

Así es. Cuando empezó el campeonato quería ir partido a partido y tener buenas sensaciones. He tenido partidos muy complicados y hay que tener en cuenta que en el segundo partido jugué contra Bengoetxea. Era un grupo difícil y he tenido complicaciones en todos los partidos. Pero, cuando te metes en la liguilla de semifinales, llegar a la final se convierte en la meta. Por eso, puedo decir que, de momento, he cumplido mi objetivo, aunque ahora voy a preparar la final lo mejor posible para salir a por todas.

Su condición de finalista tiene mérito después de haber superado partidos muy complicados en su segundo torneo tras la grave lesión de rodilla que sufrió el año pasado.

Valoro eso, pero todos los pelotaris pasan por dificultades en un campeonato y al final el grupo que le toca a cada uno siempre parece el peor. En mi caso ha sido así y estoy satisfecho, sobre todo del juego que he desplegado. He perdido un partido contra Juan, pero lo jugué bien. Tengo que intentar mantener un muy buen nivel porque es lo que hará falta para poder hacer una buena final.

Ya se enfrentó a Irujo en semifinales y perdió (22-17). ¿Le puede servir este encuentro para pulir defectos?

Todos los partidos sirven como referencia: los que ganas y los que pierdes. También el que perdí contra Juan. Nunca se sabe qué puede pasar, pero todo sirve como referencia.

Irujo ha repetido que pudo perder...

Fue un partido en el que en la primera parte me escapé en el marcador, pero en la segunda él fue superior. Tengo claro que todos los partidos son diferentes y cada uno hay que jugarlo de manera distinta.

Sinceramente: ¿Quién es el favorito?

Estoy en una época en la que me da igual quién sea favorito para la gente. Antes, lo que aparecía en los medios de comunicación a veces me afectaba, pero voy cumpliendo años y voy pasando del tema. Pero tengo claro que el dinero saldrá por Juan.

¿Cómo va a preparar la final?

De momento no voy a jugar mañana (por hoy) en Eibar ni el fin de semana. Una final es un acontecimiento especial, tiene mucha importancia como para jugar un partido antes.

¿Qué le parece el Atano?

Bien, bien. Es un frontón bueno. Pero el verdadero premio es estar en la final, no el escenario.

Su ilusión será volver a calarse una txapela...

Sí, sí, sí. Es la ilusión que tenemos todos los pelotaris.