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Una única salud

Entran y salen

“No hay que confundir la libertad con libertinaje”

Entran y salenN.G.

El 26 de febrero de 1907, el edil donostiarra D. Francisco Andonaegui, solicitaba que, en el Muelle, se dispusiera permanentemente de vigilancia, diurna y nocturna, y aseguraba que “por allá va toda la gente maleante” y el teniente de alcalde D. Tomás Bermingham añadía, “eran las consecuencias de poner a los golfos en la calle, aun cuando se les denuncia”. Entonces no eran los magrebíes que nos causaban muchos quebraderos de cabeza, pero en su propio terruño, al que fuimos a “civilizarles”, sin su permiso.

Los primeros moros

Los trajo Franco, los regulares, expertos en violar y matar infieles rojos. Les aseguraban que, si morían en España, resucitaban en su país. Algunos, se quedaron en la Guardia Mora del dictador hasta 1956.

Sus nietos

Se cuelan atraídos por los paquetes de ayudas que les ofrecemos para que se integren, lo que, la mayoría consigue con relativo éxito y discreción, para beneficio de nuestra sociedad, mientras que, una minoría, rechazada por sus propios compatriotas, sin voluntad de adaptación y alta tasa de delincuencia, atemorizan a la ciudadanía honrada porque les sale gratis total. En esta época, ante la escasa vigilancia en las playas, ejercen como descuideros. Otros, de carteristas en las aglomeraciones festivas. Y por las noches, salen a pillar en grupo, aterrorizando a las madres de las adolescentes.

Por la escasa cuantía de lo sustraído, en el supuesto de ser detenidos, ni pisan la cárcel. Ni se les retiran las ayudas. Y ellos lo saben y la sociedad buenrollista e inmadura, ante el riesgo de ser tildada de racista, los justifican y procuran no estigmatizarlos, aunque, enmascarar la realidad genere peligrosos fantasmas en el imaginario colectivo local, incrementando el rechazo al colectivo magrebí, asumiendo que, todos los casos en los que se oculta el origen del delincuente, están perpetrados por ellos, lo cual es falso.

Euskadi acoge el mayor número de jóvenes magrebíes per cápita, de todo el Estado. A la Diputación Foral le suponen un gasto escandaloso e insostenible, de más de 300€ diarios por menor no conflictivo, duplicándose en los otros. Deberían informar periódicamente al respecto, incluido el nombre de las empresas que gestionan su residencia, para desfacer leyendas urbanas, siempre malintencionadas.

Procrear

Con entusiasmo, como recomendaba Erdogan a los turcos en Alemania y a continuar viviendo de nuestros impuestos en forma de ayudas en sus diferentes variantes, pero sin dar un palo al agua y sin necesidad alguna de integrarse. A su bola. El tiempo corre a su favor, la tontería y los prejuicios, en nuestra contra.

Ayudas

También somos campeones en eso. Por eso vienen todos. Los políticos dicen que están muy controladas, que esos argumentos falsos los utiliza la ultraderecha y que los defraudadores son una ínfima minoría. No controlaban ni su residencia permanente en Euskadi para recibir una RGI, en teoría cuasi vitalicia y casi instantánea, sin haber contribuido antes ni un solo día.

Los jueces no hacen leyes, Las interpretan según lo que observan, valoran y dan o no, por acreditado, en cada momento. Las redactan los gobiernos, a partir de proyectos que les preparan consultoras, en el caso generalizado y escandaloso del Gobierno Vasco o, los propios funcionarios, siguiendo, teóricamente, los programas electorales que han resultado ganadores. Luego, las aprobará el Parlamento.

He participado en la redacción de varias ordenanzas del ámbito de la salud pública o medioambiental. Al tipificar las faltas y sus correspondientes multas, sin excepciones, eran rebajadas por el político que ejercía de ponente. Luego, sufrirían otro cepillado en las negociaciones entre los grupos, para conseguir su aprobación definitiva en el pleno, por lo que el texto final resultaba muchas veces caricaturesco e ineficaz. El objetivo nunca era la recaudación sino la concienciación, decían.

Otro tanto, ocurre en el Congreso de los Diputados cuando se barajan las reformas del Código Penal, posibilitando que, llegado el momento, delincuentes reincidentes, que viven en la calle o de okupas, –también en su gestión somos los más tibios de Europa– entren y salgan de los juzgados como lo hacían, a comienzos del pasado siglo, aquellos golfos de la calle. Quien fuera fiscal jefe de Cataluña, José María Mena Álvarez matizaba: “No es verdad que entren por una puerta y salgan por otra. No tenemos tantas puertas. Entran y salen por la misma”.

Libertinaje

“No hay que confundir la libertad con libertinaje”, decían los franquistas, amparando la falta de libertades de la época. En Euskadi no se puede cuestionar la emigración descontrolada, sin ser tratado de excluyente, aporofóbico o simplemente racista. Hay mucha pose, todo debe ser woke, como eso de los empadronamientos ficticios –falsedad documental– que proponen algunos, al amparo de una pretendida solidaridad. Pero tendrá consecuencias a corto. El ejemplo lo tenemos al otro lado del Bidasoa. La libertad religiosa no supone, en países democráticos e igualitarios, otorgar licencia a ciertos credos para que instauren su sistema político propio paralelo, que choca con nuestros conceptos de los derechos civiles que, tanto esfuerzo nos ha costado conseguir. No se debe relativizar, cuando no justificar, por aquello de la libertad de conciencia y la laicidad, temas espinosos como el papel de la mujer –velo incluido– en los espacios público y privado o las alternativas en los menús de los centros públicos. De ahí a terminar justificando los matrimonios forzados, hay poco trecho. No valen las soluciones simples para problemas complejos, pero cuando he visitado los países musulmanes, he tenido que adaptarme a sus hábitos, gastronomía y a las llamadas a la oración a horas intempestivas. Aquí deberían comportarse de idéntica manera.

Hoy domingo

Ensaladilla rusa. Albóndigas. Melón y pastel de chocolate con leche y frambuesa, de Gasand. Tinto Viña Pomal. Agua del Añarbe. Café.